Cuando reciben la orden, el cabo González al frente de sus hombres, abandonan la seguridad de su trinchera y avanzan por campo abierto en medio de una lluvia de fuego. De pronto, una bomba enemiga explota demasiado cerca provocando la muerte de varios hombres y arrancando de cuajo un brazo al cabo. Los hombres del pelotón que aún siguen enteros, paralizados por el shock de la explosión y la escabechina que se ha preparado, se quedan parados en tierra de nadie y al descubierto ante el fuego enemigo.
Es entonces cuando Anfiloquio (que así era el nombre de pila del cabo) dándose cuenta del terrible peligro que corrían sus hombres, se pone en pie, recoge con la mano que le queda el brazo perdido y ondeándolo sobre su cabeza como si fuera una bandera arenga a su pelotón gritando:
¡Adelante muchachos! ¡Qué esto no es nada!
Finalmente conquistaron la posición enemiga y que el cabo sobrevivió. Aunque parezca mentira la historia es totalmente cierta.
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