Dita en 1942 |
Era un campo pantalla, una añagaza, se veía a niños corriendo que vivían con sus padres, prisioneros vestidos de civil y además tenían una ración de comida algo mayor. Las razones de aquel supuesto gesto de humanidad fue que en el resto de Europa empezaron a llegar noticias de lo que pasaba en Auschwitz por lo que algunas organizaciones humanitarias querían comprobar si era cierto. Los nazis aceptaron encantados esa visita, pero solo pensaban enseñar lo que a ellos les interesaba, ese campo familiar.
Dita en 2007 |
En julio de 1944 Dita fue trasladada a Bergen-Belsen, junto a su familia, cuando el campo familiar fue definitivamente cerrado. Con gran tristeza tuvo que dejar aquellos libros, en Bergen-Belsen Dita no tenía su biblioteca, ni sus amigas, ni tampoco podía escuchar a los "libros vivientes". Porque en el bloque 31 de Auschwitz algunos profesores conocían muy bien algunas obras y las contaban una y otra vez a los niños.
El periodista Antonio G. Iturbe ha novelado en La bibliotecaria de Auschwitz esa valiente gesta.
Para saber más:
El País
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