Desde su domesticación, con seguridad desde el cuarto milenio A.C. y quizá incluso antes, las distintas especies de caballos han sido utilizadas para una amplia variedad de tareas: labores agrícolas, carga, exhibición y prestigio y, por supuesto, la guerra.
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Carroza ornamental persa |
El primer uso bien documentado de los équidos se conoce en el Cáucaso y sobre todo en Sumer, en el actual Iraq, cuando se uncieron asnos asiáticos para tirar de carros de transporte y en actos ceremoniales y funerarios. Pero luego también para usos militares, como muestra el Estandarte de Ur de hacia 2600 a.C.
Con el tiempo, la aparición del bocado facilitó mayor control, y los yugos y atalajes mejor adaptados mejoraron la tracción. De modo que, hacia 1500 a.C., los carros de guerra guiados por parejas de caballos se convirtieron en armas eficaces, y también en el mejor símbolo de poder de las grandes monarquías del Próximo Oriente y del Egeo. Desde entonces, hombre y caballo han formado un tándem inseparable.
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Estandarte de Ur |
El impacto de la “revolución equina” en las antiguas civilizaciones de Oriente Medio y la evolución de la tradición ecuestre durante cinco mil años hasta la actualidad, cuando el caballo, perdida su fuerza bélica, ha quedado confinado a alguna actividad ganadera y a eventos deportivos como las carreras hípicas o las competiciones de saltos de los
Juegos Olímpicos.
Las culturas urbanas más complejas de la Edad del Hierro, sobre todo Grecia y Roma, consideraron el caballo, un animal costoso y delicado y menos útil en las labores diarias que los humildes asnos o mulos, como uno de sus grandes símbolos de prestigio: los nobles griegos se llamaron a sí mismos hippeis, y los romanos equites, y formaron grupos sociales privilegiados. Sin embargo, nunca crearon unidades de caballería de la mayor calidad, y tendieron a emplear jinetes auxiliares procedentes de zonas periféricas, como Tesalia, en el caso de Grecia, o Numidia, Hispania o la Galia en Roma.
Con el paso de los siglos, sin embargo, y frente a enemigos orientales en Mesopotamia o el Danubio, la caballería, y, en especial, una variedad específica, cubiertos hombres y caballos con armadura metálica, fue adquiriendo un protagonismo creciente, hasta bien entrado el siglo XIX, cuando comenzó su declive a causa del desarrollo de las armas automáticas, el ferrocarril y el motor de combustión. Aunque aún hubo destacadas unidades de caballería en las dos guerras mundiales, sobre todo unidades alemanas.
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La caballería alemana entra en París |
Precisamente, durante la Segunda Guerra Mundial la tan alabada mecanización de la
Wehrmacht se limitó a una reducida fracción del ejército. Frente a las 67 divisiones acorazadas y motorizadas, (incluyendo a las
SS) había 310 divisiones de infantería y de montaña que dependían sobre todo del transporte equino, y cada vez más según avanzaba la guerra. Por ejemplo, una división de infantería alemana en el año 1939 incluía 1.143 vehículos de tracción animal y 5.375 caballos, frente a tan solo 942 vehículos a motor (sin contar las motocicletas), algo que no cambió demasiado hasta el final de la guerra. Se estima que aproximadamente el 80% del transporte total de la Wehrmacht en el frente llegó a depender de los equinos.
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