Treinta y ocho judíos, de entre 2 y 76 años,
sobrevivieron a la crueldad del nazismo escondidos durante 511 días, entre 1941 y 1942, en cuevas al oeste de Ucrania.
La agónica aventura de estas 38 personas comenzó en
1941 con la incursión del Ejército alemán en el este de Polonia y su paso al oeste de Ucrania.
“Fue entonces cuando realmente empezó todo. Oímos que llevaban a cabo acciones, es decir, reunir a la gente en un pueblo y mandarlos a campos de concentración”, cuenta Sonia Dodyk (Korolowka, Ucrania, 1933), “el Judenrat [autoridad judía] nos dijo que teníamos que ir al gheto de Borschov, pero mi madre se negó y nos mandó a construir refugios”.
Tras zafarse de esos trenes, la matriarca de la familia
empujó a los suyos a esconderse en la cueva Verteba, cerca de la localidad Bilche Zolote, un pequeño municipio a 510 kilómetros al suroeste de Kiev. Así, 28 personas entraron y convirtieron esta gruta en su hogar en
octubre de 1942.
“Yo estaba muy contenta. Los refugios eran sitios muy pequeños para esconder a mujeres y niños pequeños. Aquí podía cantar, saltar… Nos sentíamos como niños otra vez”, afirma de forma desconcertante Dodyk.
Aquel escondite era un lugar oscuro pero cálido y seco, donde la mayor parte del tiempo se ahorraban energías y se permanecía en la cama. "Dormíamos casi todo el día, unas 15 horas. Nos despertábamos de noche para cocinar e ir a por suministros y solo salíamos cuando la luna estaba baja para que hubiera menos luz”.
Pero
el peligro no solo lo encarnaban las tropas alemana, sino los habitantes de los pueblos de alrededor y la policía ucraniana, conocida por sus crímenes colaboracionistas durante la guerra. “Eran tan malos como los alemanes. No nos dejaban vivir. Solo nos ayudaron un hombre polaco y un guardabosques”, lamenta el anciano.
Esa crueldad, que llegó hasta la última de las capas de la sociedad, se tradujo en el
intento de enterrar en vida a las 38 almas que residían en la cueva al tapar la salida. Tras cavar durante tres días una nueva apertura, las familias huyeron a una segunda cueva donde permanecieron hasta el fin de la guerra.
El 12 de
abril de 1944 los Stermer y Wexler
fueron liberados por las tropas soviéticas en un estallido de fervor y alegría. La población de la zona, no obstante, continuó persiguiéndoles y acabó con la vida de cuatro de ellos, por lo que los supervivientes emigraron a Estados Unidos y Canadá, donde residen actualmente.
“Nuestro amigo polaco nos dejó una nota en la entrada avisando de que los rusos habían llegado, pero permanecimos dentro dos semanas más. Cuando volvimos a Korolowka no salió ni una sola persona a recibirnos. Ese es el tipo de gente con la que tuvimos que tratar”.
Este es el impactante relato que rescata del olvido el documental
No place on Earth (En ningún lugar sobre la Tierra).
Para saber más:
El País
No place on Earth