Entre finales de agosto de 1939, pocos días antes de la declaración de guerra de septiembre, y mediados de diciembre no cesó el movimiento de camiones frente al museo.
En pocos meses 37 convoys se llevaron 3.690 cuadros y entre los primeros estuvo "La Gioconda", que dejó el Louvre el 28 de agosto de 1939 e inició un largo viaje que la llevó al castillo de Chambord en el Loira; luego a Louvigny, al convento de Loc-Dieu; y de allí al Museo de Montauban y al final al castillo Montal en Lot, en el sudoeste de Francia.
Las obras fueron llevadas a castillos y museos que estaban lejos de las ciudades y de las líneas de tren. "La Gioconda" es una de las obras que más veces se mudó de sitio y era vigilada constantemente.
Un Louvre vacío y huérfano resulta muy extraño en un museo que es visitado al año por 8,5 millones de personas. Cuando el centro reabrió sus puertas el 1 de octubre de 1940 tras un año de cierre, resultaba casi irreconocible. Sólo estaba abierta la planta baja y sólo parcialmente. Y en la mayor parte de las salas faltaban muchas obras de arte.
Algunas obras fueron sustituidas por una réplica de yeso, como la "Venus de Milo".
La división nazi que confiscaba arte y piezas judías de propiedad privada, primero trasladaban las obras robadas a la embajada alemana y cuando se acabó el espacio tres salas del Louvre fueron utilizadas como oficinas de la división.
Finalizada la guerra las piezas fueron volviendo al museo. Las robadas por los nazis fueron recuperadas gracias a una unidad creada por los aliados conocida como los Monuments Men y en la que la conservadora francesa Rose Valland jugó un papel primordial.
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