Históricamente, los países latinoamericanos han preferido la neutralidad en los grandes conflictos internacionales. Hasta 1917, la participación de los países de América Latina en las guerras europeas se había limitado a vender suministros a los países en conflicto.
Durante los dos primeros años a Segunda Guerra Mundial, hasta 1941, la política del buen vecino impulsada por el presidente Roosevelt, abogaría por la neutralidad de los países del continente americano y la solidaridad en caso de ataque por parte de los beligerantes. Tras el bombardeo de Pearl Harbor, en diciembre de 1941, por parte de el imperio del Japón, nueve países latinoamericanos declararon la guerra al Eje.
México se unió a los aliados en 1942, tras el hundimiento de varios petroleros mexicanos frente a las costas de EE UU. El Gobierno presidido por Ávila Camacho ordenó la creación de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana (Águilas Aztecas), que combatió en los cielos de Filipinas durante los primeros meses de 1945. De los 30 pilotos del Escuadrón 201, tres murieron en combate y otros tres en accidentes aéreos.
Otros países también centraron sus esfuerzos de guerra en la defensa de sus aguas territoriales. La marina cubana, por ejemplo, hundió un submarino alemán, el U-176, en mayo de 1943.
Pero el país latinoamericano que contribuyó de forma más destacada en la guerra fue Brasil. Además de permitir la construcción de bases aéreas en su territorio, que serían importantes durante la invasión aliada del Norte de África, el país sudamericano envió a Europa a la Fuerza Expedicionaria Brasileña, con algo más de 25.000 miembros, que lucharía en Italia entre 1944 y 1945. Más de 400 brasileños cayeron en combate.
Para saber más:
El País
Dejémonos de historias
No hay comentarios:
Publicar un comentario