Hollywood se plegó a sus exigencias: diálogos, enfoques, actores y cualquier producción que interfiriera en su mensaje fueron censurados automáticamente. En Alemania el cine fue uno de los instrumentos de propaganda más efectivos del régimen nazi, con la directora Leni Riefenstahl a la cabeza.
En la imagen se puede ver una carta fechada el 16 de enero de 1938, en la que la 20th Century Fox, a través de su filial en Alemania, se dirige a Hitler y que se cierra con la coletilla de rigor: Heil Hitler. Como esta, centenares de misivas con diferentes membretes sirven para sospechar que los grandes estudios participaron de adaptar sus películas al gusto del régimen nazi. Finalmente, solo siguieron Paramount, Metro-Goldwyn-Mayer y 20th Century Fox. Carl Laemmle, dueño de Universal, y parte de Warner se negaron a seguir las reglas establecidas por Alemania. Esta colaboración con el régimen nazi resulta extraña cuando, con alguna excepción, los magnates de los estudios eran judíos. En 1939, Warner estrenó "Confesiones de un espía nazi", con la reprobación de la mayoría de los demás estudios.
Cuando en 1942 Ernst Lubitsch estrenó la comedia antinazi "To Be or Not to Be" de United Artists, fue duramente criticada en Estados Unidos. El tiempo, convertiría la película en un clásico, como la de Chaplin.
Entre los filmes que no pudieron ver la luz está "The Mad Dog of Europe", que contaba la persecución de una familia judía de Berlín, lo que puso muy nerviosos a los censores y consiguieron paralizarla.
También Hollywood tuvo acérrimos anti-nazis, como la Hollywood Anti-Nazi League y Ben Hecht, activista y guionista judío, que se enfrentaron a la Administración y denunciaron sin demasiado éxito la permisividad ante a los negocios alemanes de la industria del cine y otros gigantes norteamericanos como General Motors o Ford.
Para saber más:
The Collaboration: Hollywood's Pact with Hitler, de Ben Urwand
The Hollywood Reporter
El País
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