
Los aliados no solo eran estadounidenses, británicos y canadienses, también estaban preparados los soldados de 30 naciones diferentes, para los que la intensidad emocional era tremenda. Para los franceses, era algo intensamente esperado, era el momento de liberar su patria. Para los británicos, era el momento de su revancha tras la amarga evacuación de Dunkerque. Para los soldados estadounidenses acudían al rescate de Europa, como en la Gran Guerra de 1914.

Si el general Eisenhower hubiera tomado una decisión equivocada sobre si se debía o no confiar en las previsiones meteorológicas, que indicaban que habría una breve pausa en el mal tiempo el 6 de junio y si la invasión se hubiera retasado las dos semanas que algunos altos mandos solicitaban, la flota aliada se habría encontrado con la peor tormenta conocida en el Canal de la Mancha de los últimos 40 años. Como le sucedió a la Armada Invencible en 1588. Si se llega a posponer la invasión por segunda vez, (el desembarco estaba fijado para el día 5) casi con seguridad los alemanes lo habrían descubierto.
Si la invasión llega a fracasar, con los avances soviéticos en el Rin, la historia de la posguerra de Europa podría haber sido muy diferente.
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