lunes, 16 de junio de 2014

Las virtudes del casco de un Marine

La Segunda Guerra Mundial era una época en la que los hombres agotados y estresados se aferraban a cualquier cosa, por mínima o trivial que fuera, para contener la depresión insoportable, el pánico incontrolable o la ira.

Unos leían y releían la biblia que le había regalado su familia o las cartas de casa, otros jugaban a los dados o las cartas con sus compañeros y otros ordenaban sus trofeos de guerra. Escribir a casa lo hacían prácticamente todos los soldados.

En una ocasión, en la isla de Okinawa, al guarecerse en un pozo de tirador inundado, para escribir una carta a casa, el soldado de primera clase Al Henderson, de la 96ª tropa de reconocimiento del 1º de Marines, logró calmar su ansiedad enumerando las numerosas virtudes prácticas de su desgastado casco de acero.
Puedes hacer muchas cosas con tu casco.
Puedes lavarte con él.
Afeitarte.
Preparar café.
Utilizarlo para vomitar en él cuando estás mareado.
Puedes llenarlo de gasolina para limpiar tu arma.
Hacer un agujero con él si no tienes pala.
Sentarte encima.
Usarlo de almohada.
O utilizarlo para achicar el agua de tu pozo de tirador si hay demasiada.
El casco del Marine es todo un invento.
Para saber más:
Okinawa, La última Batalla de Bill Sloan

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