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jueves, 16 de octubre de 2014

Nazis en el Tibet

Entre 1938 y 1939, un grupo de científicos nazis realizaron una expedición por el Tíbet. El artífice de la expedición fue el líder de las SS Heinrich Himmler. Entre sus primeros objetivos, se encontraba encontrar el origen de la raza aria en las cumbres del Himalaya.

Himmler estaba obsesionado con la astronomía, la heráldica, el espiritismo, la Atlántida y las culturas de la India y de Oriente. Además Himmler creía que la raza aria no había evolucionado, que había descendido del cielo para establecerse en la Atlántida, y que antiguos emigrantes de ese continente habían fundado una gran civilización en Asia Central. Creía que algunos tibetanos eran descendientes directos de esta civilización y que de ellos descendían los arios.

En 1935 Himmler fundó la sociedad Ahnenerbe que promovía toda clase de investigaciones que aportaran cierta credibilidad científica a las teorías sobre el origen y la supremacía de la raza aria. Esta sociedad organizó varias expediciones, alrededor del mundo, en busca del origen de la raza aria. La expedición al Tíbet fue la más ambiciosa.

El jefe de la expedición, Ernst Schäfer, era un naturalista aventurero muy conocido que tuvo el dudoso honor de ser el primer europeo en abatir a tiros un oso panda. Schäfer ya había participado en dos expediciones internacionales al Himalaya por lo que Himmler le puso al mando de la expedición.

A Schäfe le acompañaron en la expedición Karl Wienert, Bruno Beger, Ernst Krause y Edmund Geer, científicos de diversas especialidades, como la geología, la entomología o la antropología, además de una pequeña escolta de las SS. El grupo se dirigió la India, pero les prohibieron pasar al Tibet. En la frontera con el Tibet el antropólogo de las SS Bruno Beger realizó sus primeras craneometrías.

Finalmente atravesaron la frontera a escondidas y, una vez en Tibet, en la ciudad de Gyantse hallaron multitud de cruces gamadas en las paredes de las casas que los tibetanos llaman yungdrung y que se puede ver dibujada en los dos sentidos.

La misión no se limitaba exclusivamente a la búsqueda de las raíces de la raza aria, tambien debían hallar pruebas que demostraran la teoría de que la Tierra estaba hueca y que interconectaba varios países. Otra de las misiones era encontrar la ciudad perdida de Shambhala, donde podrían invocar a un misterioso héroe tribal, Gesar de Ling, quien les ayudaría a dominar el mundo.

Poco antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, la expedición regreso a Alemania, donde fueron recibidos como héroes. Del Tibet trajeron, un buen número de material científico, varios textos antiguos que aparecieron en el búnker del Reichstag al finalizar la guerra y un singular pergamino en el que el Dalai Lama había firmado un tratado de amistad con la Alemania nazi y reconocía a Hitler como jefe supremo de los arios.

Schäfe realizó un documental, llamado Geheimnis Tibet, con las imágenes tomadas en su viaje.

La búsqueda del origen de la raza aria no se limitó al Tibet. Científicos nazis también lo buscaron en las Islas Canarias tras descubrir en 1935 algunos cráneos y momias guanches, de piel clara y pelo rubio. Para Herman Wirth, un estudioso de religiones y símbolos antiguos y cofundador de la  Ahnenerbe, las islas Canarias fueron un reducto perdido de estos hombres y mujeres ancestros de la raza aria, especialmente en Gran Canaria, pues creían que eran los restos de la desaparecida Atlántida.

Para saber más:
El enigma nazi. El secreto esotérico del III Reich, de José Lesta e Iker Jimenez
Wikipedia
Los archivos Berzin
El País
ABC
Internet Archive

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