La caballería había dominado durante siglos los campos de batalla, pero en la Segunda Guerra Mundial los modernos blindados habían relegado a los caballos a simples tareas de transporte. Se recuerda el mito de la carga de la caballería polaca contra los panzer alemanes en la invasión de Polonia, que aunque no sucedió en realidad, la caballería polaca si realizó cargas contra la infantería, nunca contra unidades acorazadas. Pero hay una gesta casi desconocida, la del Regimiento Savoia Cavalleria, que realizaron la que es considerada como la última carga de caballería.
En agosto de 1942, durante la primera ofensiva soviética sobre el río Don, el regimiento Savoia quedó rodeado sin posibilidad de apoyo externo, por lo que debía romper el cerco. Al anochecer del día 23 el coronel Alessandro Bertoni, al mando del regimiento, tomó la decisión de enfrentarse a los 3.000 soldados soviéticos del 812 regimiento siberiano que los rodeaban. Al aparecer las primeras luces del día Bertoni se puso al frente de sus tropas y al grito de ¡Savoia! se lanzó contra el enemigo.
El combate fue cuerpo a cuerpo. Tras varias horas de duros combates los soviéticos se retiraron cruzando el río Don. El campo de batalla estaba lleno de cadáveres de hombres y caballos. Los soviéticos perdieron 250 hombres y los italianos 32 hombres y casi doscientos caballos. Los supervivientes, como manda la tradición de caballería, rindieron honores con sus sables a los caídos.
Por esta última epopeya de la gloriosa caballería el Duce, Benito Mussolini, impuso dos medallas de oro a título póstumo, medio centenar de plata y otras tantas cruces de guerra. Con esta última carga había muerto la caballería pero no la leyenda que aún está presente, con sus caballos, lanzas y corazas, en los desfiles y actos de protocolo.
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