La historia de la Segunda Guerra Mundial está determinada por las grandes batallas y operaciones militares. Fue una guerra en la que se combatió a una escala sin precedentes, de millones de hombres y máquinas. Pero también existieron operaciones secretas en las que participaron los científicos y los diplomáticos y en las que jugaron un papel de vital importancia.
Una de esta misiones es la Operación Tizard, en la que Gran Bretaña cedió una parte muy importante de la tecnología más avanzada de la que disponían a los, por entonces neutrales, EE.UU. y que tendría un valor incalculable en la posición británica en la posguerra. A cambio de la cesión de la tecnología los norteamericanos aportaron su enorme capacidad industrial que permanecía intacta.
El Primer Ministro británico Winston Churchill envió en 1940 a Henry Tizard, un científico y piloto que trabajó para la RAF, la Shell y como asesor científico del propio Churchill, a que junto a otros científicos e ingenieros llevaran los diseños del primer motor a reacción de Frank Whittle, los planos del proyecto Tube Alloys para desarrollar una bomba atómica y el magnetron, un elemento fundamental para el desarrollo del radar y que resultó fundamental en el desarrollo de la guerra aérea durante la Batalla de Inglaterra. Esta era la tecnología más avanzada en aviónica y aviación de la que se disponía. Los documentos y prototipos eran tan importantes que fueron transportados en una caja diseñada especialmente para hundirse si el barco que la transportaba fuera atacado por los U-Boote alemanes.
La colaboración fue un éxito mientras la guerra duró, ya que el apoyo norteamericano fue fundamental para ganar la guerra, pero los británicos pagaron un alto precio por ello ya que los norteamericanos, con la tecnología que le entrego Tizard, les superaron en el campo de la aviación y nunca pudieron alcanzarles. Solo los EE.UU. pudieron fabricar la primera bomba atómica gracias a los británicos y a que lograron apoderarse de material de gran importancia en poder de los nazis, que ya la estaban desarrollando.
Es comprensible que Churchill, muy interesado en los avances científicos para la guerra, cediera toda esa tecnología a su aliado, ya que la Luftwaffe estaba machacando las ciudades británicas y se temía en cualquier momento una invasión por parte de Hitler, que ya la había desarrollado en su Operación León Marino. En ese momento Gran Bretaña estaba sola en la lucha contra Alemania pues Estados Unidos no entró en guerra hasta el año siguiente.
Para saber más:
Express
Privateline
Canadian Association of Physicists
History in an hour
BBC
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