El nombre de estas valientes enfermeras hace referencia a la británica Florence Nightingale, que sirvió en la guerra de Crimea (1853-1856) y se convirtió en fundamental para el desarrollo de la moderna enfermería.
Para la "Ruiseñor" Lilian West, de 91 años, la decisión de convertirse en una enfermera de ambulancia aérea era un deber profundamente personal. Su padre resultó herido en acción en la Primera Guerra Mundial, y vio que era su responsabilidad ayudar a otros soldados en el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Así que en 1941, cuando tenía sólo 17 años de edad, se alistó y se entrenó para convertirse en una enfermera en la Fuerza Aérea Auxiliar de Mujeres. En la escuela de Exeter pasó seis semanas aprendiendo cómo tratar quemaduras, aplicar oxígeno, administrar inyecciones y hacer frente a lesiones tan graves como miembros amputados, huesos rotos o traumatismos craneales.
Las enfermeras podrían empezar la jornada muy temprano, llevando su equipo con ellas, abordando un Douglas C-47, Dakota de la RAF desde Down Ampney y otros dos aeródromos, que las transportaba a través del canal hasta Francia. Desde el primer vuelo, que tuvo lugar el 13 de junio de 1944 se aprovechaba para llevar suministros para las tropas aliadas que luchaban en el continente europeo para volver por la noche trasladando a los heridos, que atendían durante el viaje. Estos heridos se habían recogido en alguno de los aeródromos provisionales de la costra francesa. Al realizar transporte de material militar no podían llevar el distintivo de la Cruz Roja. Lo que suponía un gran peligro, al ser un objetivo legítimo de los cazas alemanes.
Lilian West, cuenta sobre los peligrosos vuelos:
Para la "Ruiseñor" Lilian West, de 91 años, la decisión de convertirse en una enfermera de ambulancia aérea era un deber profundamente personal. Su padre resultó herido en acción en la Primera Guerra Mundial, y vio que era su responsabilidad ayudar a otros soldados en el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Así que en 1941, cuando tenía sólo 17 años de edad, se alistó y se entrenó para convertirse en una enfermera en la Fuerza Aérea Auxiliar de Mujeres. En la escuela de Exeter pasó seis semanas aprendiendo cómo tratar quemaduras, aplicar oxígeno, administrar inyecciones y hacer frente a lesiones tan graves como miembros amputados, huesos rotos o traumatismos craneales.
Las enfermeras podrían empezar la jornada muy temprano, llevando su equipo con ellas, abordando un Douglas C-47, Dakota de la RAF desde Down Ampney y otros dos aeródromos, que las transportaba a través del canal hasta Francia. Desde el primer vuelo, que tuvo lugar el 13 de junio de 1944 se aprovechaba para llevar suministros para las tropas aliadas que luchaban en el continente europeo para volver por la noche trasladando a los heridos, que atendían durante el viaje. Estos heridos se habían recogido en alguno de los aeródromos provisionales de la costra francesa. Al realizar transporte de material militar no podían llevar el distintivo de la Cruz Roja. Lo que suponía un gran peligro, al ser un objetivo legítimo de los cazas alemanes.
Lilian West, cuenta sobre los peligrosos vuelos:
Durante los 5 años que paso trabajando para los Ruiseñores vio cosas tremendas por las que todavía está traumatizada:Por supuesto que nos daba miedo. Sentías el corazón en la boca. Nunca se sabía cuando iba a ser alcanzado por los disparos que volaban a tu alrededor. Nos gustaría volar con los suministros médicos y dejarlos en el frente. Entonces subíamos a los heridos y nos los llevábamos de vuelta a Inglaterra. Los aviones solían llevar 18 camillas, más algún otro herido.
De muchas de las cosas que vi, casi no puedo hablar. Recuerdo un día en que estaba de guardia y al parecer un proyectil había fallado en un barco de la Marina de Guerra, destrozando la parte superior de la cabeza de un oficial. Tuvimos que llevarlo urgentemente al Hospital Radcliffe de Oxford.Aunque los Ruiseñores rescataron a unos 100,000 soldados heridos de Francia, siguen siendo un grupo que la historia prácticamente ha pasado por alto. Todas estas mujeres eran voluntarias, pero finalizada la guerra ni su rango fue reconocido ni se les otorgó medallas. Tan solo eran civiles de uniforme.
En otra ocasión traje a un soldado afroamericano desde Bélgica a Gran Bretaña para tratarle de sus heridas, sólo para que al llegar al hospital lo devolvieran tan solo por el color de su piel. Todavía me siento molesta por aquello.
Fue en 2008 cuando las supervivientes de los Ruiseñores fueron galardonadas con un premio a su trayectoria que fue presentado por la Duquesa de Cornwall.
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