En 1941 Alemania ha invadido la Unión Soviética y como los nazis no contemplan la incorporación de la mujeres a los puestos que han dejado los hombres que van al frente, necesita mucha mano de obra extranjera para su industria bélica por lo que Hitler solicita a Franco que apoye su esfuerzo de guerra con el envío de 23.000 trabajadores. Las duras condiciones de vida en la España de posguerra empujan a miles de españoles a partir a Alemania.
Ya hacía varios meses que partió la División Azul y en la misma estación del Norte de Madrid parte en la media tarde del 24 de noviembre de 1941 el primer contingente de trabajadores en un ambiente engalanado con banderas españolas, de Falange y nazis despedidos por el Ministro de Trabajo. Estos 570 serían los primeros de los 4.200 que saldrían ese año. El año siguiente la cifra ascendería a algo más de 4.000 y en 1943 a 1.656 trabajadores. A partir de 1944 ya no partirían más trabajadores de forma oficial aunque en esos años fueron a Alemania 627 españoles de forma individual. La cifra total de trabajadores no llegará a los 10.600. Serán los primeros emigrantes de la España de posguerra.
Los destinos de los trabajadores son variados y van desde los trabajos en la industria aeronáutica y naval hasta la minera, eléctrica y de motores, pasando por la producción de tabaco, la industria química y la hotelera en la zona de Berlín. Al principio, el salario semanal era de 8 reichmarks, pero trabajando a destajo se podía ganar hasta 12 marcos. Del sueldo se descontaban unos 2 marcos por el alojamiento y la manutención y otros tantos se le descontaba a los soltero a favor de los casados que cobraban unos marcos extras por los hijos y por haberse separado de la familia. Total, que al final el salario se quedaba entre los 30 y los 60 reichmarks, entre 130 y 260 pesetas semanales.
Los trabajadores con un equipaje sencillo que ha de incluir obligatoriamente 2 juegos de ropa interior, 3 camisas, 4 pañuelos, 4 pares de calcetines, 2 toallas, 1 traje, 1 pantalón, 1 jersey de punto, 1 par de botas de piel, 1 mono, 1 abrigo grueso, 1 bufanda y 1 boina o gorro. Si el trabajador no podía cumplimentar esta lista se le facilitaba lo necesario a cargo se su futuro salario.
Durante los dos primeros meses, el primer grupo de trabajadores, todo fue bastante bien pero después la alimentación empezó a mermar y la comida era a base de nabos cocidos sin nada de grasa o proteínas necesarias para trabajar. Por ello, se produjeron diversas protestas que lo único que consiguieron fue que se cambiaran los nabos por patatas y en contadas ocasiones legumbres que algunos complementaban con productos que adquirían en las cantinas. Por otro lado también sufrían los incesantes bombardeos aliados al igual que los alemanes.
Debido a que el primer año no se alcanzan las cifras calculadas por los alemanes, que oscilaban entre los 50.000 y los 100.000 trabajadores, el embajador alemán en Madrid se reúne con Franco para solicitarle que los presos políticos encarcelados por la Guerra Civil recobre la libertad a cambio de que formen parte de los equipos de trabajo que construyen la Muralla Atlántica, al igual que lo hicieran los refugiados republicanos en Francia. Franco se niega por motivos políticos aunque es posible que fuera por temor a los Aliados.
En 1942 muchos de los primeros que partieron regresan a España de vacaciones y deciden no volver y otros se quedarán para siempre en Alemania por haberse casado con alemanas. El último contingente parte para Alemania el 5 de julio de 1943.
Para saber más:
Los esclavos españoles de Hitler de José Rodríguez Jiménez
Historias del III Reich
El blog de Antón Saavedra
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