Japón siempre ha tenido problemas de espacio y de recursos, fundamentales por el aumento de la población. En los años 30 las tierra de cultivo, por ejemplo, apenas eran el 3% de la que tenían los Estados Unidos con una población de más de 70 millones de personas; más de la mitad que EE.UU.
Los japoneses siempre se han caracterizado por fabricar buenos productos a bajo coste, pero debido a las limitaciones a la importación de las naciones occidentales, Gran Bretaña y Estados Unidos a la cabeza, Japón tenia dificultades para conseguir los alimentos y las materias primas necesarias. Por otro lado, los Estados Unidos prohibieron la entrada a los inmigrantes japoneses, lo que aumentaron los problemas económicos en Japón y acrecentaba el resentimiento hacia los norteamericanos. En Japón sentían que eran victimas de un cerco, político, militar y económico culpa del egoísmo de los extranjeros, que provocó un mayor aislacionismo de Japón. Otro país que se sentía igual era Alemania, así que ambos países firmaron el Pacto Anticomitern, a finales de 1936. Ya en 1935, los japoneses pidieron que se les permitiera tener una Armada similar a la de Gran Bretaña, pero los británicos y los norteamericanos se negaron ya que ambos tenían importantes intereses en Asia y el Pacífico.
El plan de expansión japonés, que buscaba su espacio vital, empezó con la invasión de Manchuria en 1931 y se prolongó hacia el resto de China, Corea o Birmania, lo que llevó a las potencias occidentales a establecer sanciones económicas contra Japón. Sus intereses tambien iban dirigidos a controlar el Océano Pacífico apoderándose de Indonesia, Filipinas, Nueva Guinea y todas las islas que salpican el Pacífico y aprovechando todos sus recursos, de los que Japón carecía. Pero para poder conseguir ese control necesitaban una Armada poderosa. Cuando Estados Unidos se enteró de que los japoneses estaban aumentando su flota decidieron crear un embargo basado principalmente en el combustible
Cuando Gran Bretaña entró en guerra con Alemania en 1939, Estados Unidos era la única potencia de peso que podía frenar la expansión de Japón en el Pacífico, así que empezaron conversaciones diplomáticas para levantar el embargo, pero los militaristas nipones que controlaban el gobierno y al Emperador Hirohito querían la guerra, para ellos era sobre todo una cuestión de honor ya que abandonar los territorios ya conquistados no era una opción y no podían dejar que su país se hundiera más por la escasez de materia primas y alimentos.
El ataque a la base naval de Pearl Harbor, se llevó a cabo antes de la declaración formal de guerra. El embajador japonés debía entregarla media hora antes del ataque, pero por problemas con el cifrado del mensaje no se entregó hasta casi una hora y media después.
Para saber más:
La Segunda Guerra Mundial, de Jesús Hernández
Crónica militar y política de la Segunda Guerra Mundial, Sarpe
Historia y Vida, nº585
ABC
ArteHistoria
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