No es muy conocido que los Estados Unidos tuvieron durante la Segunda Guerra Mundial más de 370.000 alemanes en más de 500 campos de prisioneros. Ni tampoco que hubo varios intentos de fuga.
Un sábado, dos días antes de la Navidad de 1944 en el Campo de prisioneros de guerra "Papago Park" de Phoenix, Arizona, 25 prisioneros de guerra alemanes realizaron la mayor fuga de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial con la finalidad de recorrer los más de 200 kilómetros que había hasta la frontera con México para salir de los Estados Unidos y regresar a Alemania.
La culpa de la fuga fue achacada a la administración del campo, que tardó 24 horas en percatarse de la fuga de los prisioneros, que inicialmente creyeron que eran 60. De hecho no se avisó al FBI hasta las 20 horas de la víspera de Navidad cuando uno de los prisioneros de guerra fugados ya estaba bajo custodia de la agencia gubernamental.
El gran error fue que el comandante del campo, el coronel William A. Holden, pensó que era mejor mantener a los artistas del escape con más experiencia juntos en un complejo centralizado que se conoció como el 1A y desoyó las advertencias de que el complejo tenía un importante punto ciego entre dos torres de vigilancia.
Los prisioneros del complejo 1A realizaron colectivamente el plan de hacer un túnel para salir del campo, con solo algunos documentos falsos y ropa teñida con betún. Los pocos dólares que pudieron obtener lo consiguieron con la venta de diversos artículos de parafernalia nazi. Consiguieron confeccionar diversas brújulas y hacerse con mapas robados de los vehículos, escasamente vigilados, del campo.
Tres prisioneros, conocidos por sus compañeros como los "banqueros locos" se fabricaron una rudimentaria barca que tuvieron que destruir. Había una zona de recreo en el recinto en el que soltaban la tierra del túnel que estaban cavando. Durante su libertad, los alemanes, se escondieron en cuevas, alcantarillas, establos, incluso en el sótano de una escuela de secundaria. Finalmente, todos menos uno fueron finalmente capturados con la ayuda de soldados, ciudadanos y exploradores indios Pápagos.
Según una anécdota el coronel Holden dijo a los alemanes que no tenían ninguna posibilidad de escavar túneles en el campo porque el suelo era duro como una roca. Los prisioneros sonrieron. Estaba justo encima de la entrada del túnel que usaron para fugarse.
El capitán de fragata Jürgen Wattenberg, el de mayor rango de los prisioneros, fue el único prisionero fugado que nunca fue atrapado. Y eso que estaba escondido muy cerca del campo, porque su intención no era volver a Alemania si no causar molestias a los norteamericanos. Después de quedarse sin comida y no tener otra opción, se entregó a un policía en el centro de Phoenix. Fue el 28 de enero de 945. Había pasado más de un mes de su fuga.
Los ciudadanos y la prensa criticaron muy duramente el sistema de campos de Estados Unidos por lo poco eficaces que eran y por el trato benévolo hacia los prisioneros.
Para saber más:
The Swastika Tattoo, de Geraldine Birch.
War History Online
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