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viernes, 30 de noviembre de 2018

Cultura y espionaje en el British Council de Madrid durante la Segunda Guerra Mundial

Francia acaba de ser ocupada. Es un momento dulce para la Alemania nazi, que ha conquistado prácticamente toda Europa. Solo queda Gran Bretaña para combatirla.

British CouncilEs muy necesario que países afines a los nazis y los fascistas alemanes e italianos, no participen activamente en el conflicto. Es imprescindible ampliar las zonas de influencia británicas. Precisamente por ello, y porque en territorio de la península ibérica se encuentra Gibraltar, un importante enclave británico fundamental para controlar el paso de barcos a través del Estrecho, España es un punto de vital importancia estratégica.

En ese contexto, en el verano de 1940, aparece en Madrid el British Institute, ahora British Council. El artífice de este proyecto es Walter Starkie, un católico irlandés que, aprovechando su reconocido hispanismo, su amistad con el duque de Alba (embajador en Londres) y su puesto como Académico Correspondiente en la RAE, lo establece en el 17 de la calle Mendez Nuñez, junto al madrileño parque de El Retiro y próximo al Hotel Ritz que se había convertido en un nido de espías.

British CouncilEl British Council nació en 1934 para fomentar la cultura británica, la lengua inglesa y las relaciones culturales por todo el mundo y con esa idea Walter Starkie empieza a trabajar en el Madrid de la posguerra, intentando atraer a personas influyentes en el régimen de Franco poco afines al fascismo que controlaba Europa para evitar la entrada de España en la guerra. Pero tras esa fachada de cultura británica y enseñanza del inglés se esconden otras actividades encubiertas.

Durante la Segunda Guerra Mundial España era un nido de espías y lugar de paso para un buen número de personas que huyen de la guerra y las deportaciones. Starkie quiere tomar partido en la lucha contra los nazis y a través del club social, el colegio y la academia comienza a fomentar la influencia británica en la capital española, para ello el embajador británico lo nombra agregado cultural. Con la colaboración de Margarita Taylor, la propietaria del emblemático y ya desaparecido salón de té Embassy, del Paso de la Castellana y Eduardo Martínez Alonso, el médico del colegio y de la embajada británica organiza una serie de rutas de escape clandestinas para sacar de España a huidos de los nazis, principalmente judíos.

Embassy
Quien organizaba las vías de escape era el doctor Eduardo Martínez Alonso que como médico de la Embajada británica, sacaba a presos del campo de concentración de Miranda de Ebro, que atravesaban ilegalmente la frontera francesa, los llevaba a Madrid, donde se alojaban en el mismo British Council, en casas del grupo, o en los sótanos de Embassy, luego cruzaban la frontera con Portugal, por Galicia.

Durante el resto de la guerra lograron salvar varios miles de personas a pesar de que Martínez Alonso poco después de casarse, tuvo que huir por una de sus mismas rutas hacia Portugal e Inglaterra, perseguido por la Gestapo.

El club social tambien fue una importante fuente de información, ya que a el acudían personalidades de la época y por supuesto espías de ambos bandos que también frecuentaban el salón Embassy.

Quiero dar la gracias a Marina Pérez de Arcos por la información obtenida durante la mesa redonda y el desayuno informativo "El British Council y la Segunda Guerra Mundial: lenguaje, cultura y espionaje" que nos ofreció en la sede del British Council en Madrid (28/09/2017) y a su director Andy Mackay.

Articulo anteriormente publicado en la web de la Asociación Sociocultural Cincuentopía, donde colaboro habitualmente con una la sección El Cine y la Historia.

Para saber más:
Yo fui al Británico, editado por el British Council y JdeJ Ediciones
British Council
El Confidencial
El Diario.es
Biografías y Vidas

lunes, 19 de noviembre de 2018

Mussolini y el renacer del Imperio Romano

En 1919 ya había acabado la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles había dejado a Italia ultrajada al no verse complacida en sus pretensiones expansionistas a costa los derrotados y por otra parte el país se encontraba en crisis. En ese contexto, Mussolini, de origen socialista, fundó los “Fasci Italiani di Combattimento”, una organización que usaba como emblema los fasces romanos, un haz de varas de metro y medio de longitud con un hacha en la parte alta. El hacha personificaba la justicia y el haz de varas, la fuerza.

renacer del Imperio Romano
En 1921, tomando como base los Fasci Italiani di Combattimento, Mussolini creó el Partido Nacional Fascista, que en el mes de octubre se hizo con el poder, tras la Marcha sobre Roma, cuando el rey Víctor Manuel III nombró a Mussolini jefe de gobierno. Poco a poco Mussolini se fue apropiando de todos los poderes del estado, convirtiéndose en dictador vitalicio, como ya lo hiciera dos mil años antes Julio César. Mussolini se presentaba como el heredero de Augusto, adoptando el nombre de Duce (líder) como un antiguo césar.

Desde sus Fasci Italiani di Combattimento instituyó como saludo fascista el saludo romano, que también asumieron los nazis alemanes y los falangistas españoles, llegando a ser un saludo obligatorio en Italia. Para Mussolini, el Imperio Romano era una forma suprema de civilización:“Roma es el corazón palpitante, el espíritu vivo de la Italia imperial que soñamos”, “solo los italianos pueden llamarse descendientes legítimos de Roma. Esto, que es un orgullo, no debe ser un orgullo pasivo”, afirmaciones claramente representadas en la propaganda del estado y resumido en el término “romanità”. Para promover la romanità se creó el Instituto di Studi Romani, que presentaba al fascismo como la continuación natural del Imperio. En 1937 la institución organizó la “Mostra Augustea de la Romanità” en el segundo milenario del nacimiento de Augusto. La exposición contaba la historia del Imperio mediante reconstrucciones que exaltaban su poder militar y la inmortalidad de la idea de la  Roma imperial y su renacimiento en la Italia fascista, que ya fue proclamado por Mussolini el 9 de mayo de 1936.

renacer del Imperio Romano
El fascismo italiano se embarcó en diferentes proyectos arqueológicos en la zona monumental de Roma, pero con poco acierto, destruyendo en muchos casos importantes edificios medievales. Para Mussolini era muy importante la conservación y restauración de los monumentos que glorificaran la Roma de los cesares, marginando y eliminando los restos de las épocas consideradas decadentes. En 1925 afirmó que: En cinco años Roma debe parecer maravillosa a todo el mundo: vasta, ordenada, potente como fue en tiempos del Imperio de Augusto […]. Todo aquello que haya sido construido durante los siglos de decadencia debe desaparecer. […] Los monumentos milenarios de nuestra historia tienen que parecer gigantes en su necesaria soledad.
El vasto programa de reforma urbana debía culminar en la Esposizione Universale de Roma en 1942, pero lo impidió la Segunda Guerra Mundial.

La ciudad sufrió serias modificaciones urbanísticas como la creación de la Via dell´Impero y la Via del Mare arrasando con ello la colina de la Velia y los alrededores del Coliseo, solo para realizar desfiles y ceremonias emulando la antigua gloria de Roma. Otro ejemplo es el proyecto de Armando Brasini  para aislar el Panteón de Roma. El proyecto formaba parte de la “Via Mussolini”, una gran avenida que iría desde el Mausoleo de Augusto hasta el Coliseo y que derribaba la casi totalidad del centro de Roma para aislar los monumentos de la Antigüedad. También se ordenó construir magnos edificios de inspiración clásica. Este proceso es aun visible en la actualidad, como es igualmente evidente en el resto de los gobiernos totalitarios del siglo XX, donde el espacio urbano se convierte en escenario de ritos, coreografías y desfiles militares.

renacer del Imperio Romano
Inauguración de la Via dell´Impero
Con el fin de devolver a Italia el antiguo esplendor militar de Roma, el Duce se embarcó en una política expansionista que comenzó con la ocupación de Etiopía en 1935.
En un discurso Il Duce dijo:
Esta es la época en la que es necesario sentir el orgullo de vivir y combatir. Roma es nuestro punto de partida y de referencia, es nuestro símbolo o si se quiere nuestro mito. Nosotros soñamos con la Italia romana, esto es, sabia y fuerte, disciplinada e imperial. Mucho de aquello que fue el espíritu imperial de Roma resurge en el fascismo: romanas son las fasces lictorias, romana es nuestra organización de combate, romano es nuestro orgullo y nuestro coraje.
En 1939 invadió Albania y pocos meses después lo intentó con Grecia. Debido a que el ejército italiano no estaba debidamente preparado para una campaña de esa magnitud y al contraataque griego apoyado por los británicos, los italianos tuvieron que retroceder abandonando gran parte de los territorios conquistados de Grecia y Albania. A finales de 1940 Hitler tuvo que acudir en rescate de su amigo Mussolini. Tras la derrota en El Alamein el esplendor imperial en el Mediterráneo que quería crear el Duce resulto no ser más que un espejismo.

Cuando los aliados invadieron Italia a mediados de 1943 el fin del añorado Nuevo Imperio Romano estaba definitivamente decidido. En julio, un golpe de estado expulsa a Mussolini del poder y es detenido. Tras pasar por diversos lugares, termina en el Gran Sasso donde fue rescatado por un grupo de paracaidistas alemanes enviados por Hitler y creó una pantomima de república fascista en el norte de Italia, la República Social Italiana. Cuando los aliados se acercaban peligrosamente a Saló, donde estableció su república, decidió huir a la protección de Hitler. En su huida fue capturado por partisanos y ejecutado junto con su amante, Clara Petacci y su cadáver expuesto vilmente en la marquesina dce una gasolinera de Milán. Su final no fue el de un César Imperator, como había deseado. De este terrible modo acabó el sueño de una nueva Roma Imperial en el siglo XX.

Para saber más:
Augusto y Mussolini: la presencia de la antigua Roma en la Roma fascista, de Samuel Amaral
La Italia imperial, ‘¿realidad de mañana?’: Roma y la ‘Romanità’ en los discursos de Benito Mussolini anteriores a la proclamación del Imperio (1915-1933), TFG de Fernando Rodríguez Martínez
Revista Diagonal
Roma Antiqua
El País
El Español

lunes, 12 de noviembre de 2018

La Escalera de la Muerte de Mauthausen

Mauthausen, a orillas del Danubio, un pueblo de origen medieval en Austria, fue elegido para instalar el único campo de concentración del III Reich de nivel III; una clasificación para presos considerados "escasamente reformables" por la autoridades nazis. Por Mauthausen pasaron 200.000 presos.

Escalera de la Muerte
El principal motivo por el que fue elegido este emplazamiento fue que en las proximidades del pueblo se encontraban varias canteras de granito, como la Wiener Graben. A Himmler, que recientemente había creado la Deutsche Erdmund Steinwerke (Compañía Alemana de Tierra y Piedra) le pareció el lugar ideal para surtir a Alemania del granito necesario para las megalómanas construcciones de Hitler y su arquitecto Albert Speer. De este modo el campo lograba dos objetivos: el trabajo esclavo de sus enemigos y acabar con ellos, exterminándolos.

El trabajo en las canteras era el más duro. Se hacían larguísimas jornadas de trabajo picando piedra a la intemperie, mal vestidos, sufriendo continuos maltratos por los kapos y con una alimentación escasa que en pocas ocasiones llegaba a las 1.500 calorías cuando lo necesario sería al menos de 3.500. Ese agotador trabajo era una condena a muerte por la que los presos no duraban más de seis meses.
Los internos morían por agotamiento, enfermedad, accidente o directamente eran victimas de los SS o los kapos. Los kapos eran brutales, actuando en ocasiones peor que los guardianes de las SS para justificar su posición. Podían torturar y matar con total libertad, así que la supervivencia prácticamente dependía de ellos. Mauthausen tenía, además, un horror añadido: una empinada escalera de granito. La Escalera de la Muerte.
Escalera de la Muerte
La cantera se hallaba a menos de un kilómetro del campo de concentración. La explotación, a cielo abierto, tenía una escalera de piedra por la que se accedía. Al principio era una rampa con 140 escalones resbaladizos y de corte muy irregular. En 1943 llegó a tener 186 peldaños.
Los presos tenían que subirla de diez a doce veces al día. Lo hacían con una mochila de madera a la espalda en la que cargaban bloques de granito de hasta 40 kilos. El trabajo era extenuante. Los presos agotados y apaleados por los kapos, resbalaban y se caían, sufriendo graves heridas y hasta la muerte.
Si a algún preso se le caía la piedra, esta podía arrastras a los que le seguían, causando más victimas que podían morir por sus heridas ya que ir a la enfermería era ir camino de la muerte y el crematorio. Cuando los presos entraban en el campo se les decía: "Entráis por esta puerta y saldréis por la chimenea".

El final de la larga escalera daba a un precipicio que fue la tumba de cientos de presos. Unos se suicidaban lanzándose al vacío, pero muchos otros eran victimas de los propios SS o los kapos que los arrojaban, en lo que llamaron cruelmente, "el salto del paracaidista". "La historia del campo calcula un hombre muerto por losa de peldaño", escribió Francesc Boix en una fotografía suya. A partir de 1941 solo los judíos y las compañías de castigo subían por la Escalera de la Muerte.

Escalera de la Muerte
Se desconoce el número exacto de muertos en la Escalera de la Muerte, pero se estima que más de 90.000 personas perdieron la vida en Mauthausen y su cerca de cien subcampos, en el que la peor perspectiva de vida era el de Gusen.

Los subcampos estaban repartidos por Austria, Yugoslavia y el sur de Alemania.

Por Mauthausen y sus subcampos  pasaron 7.249 españoles entre agosto de 1940 y mayo de 1945, de los cuales 4.747 perecieron en el campo. Dos de cada tres no regresaron.


Para saber más:
Amical de Mauthausen
Aragoneses deportados 
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica
El Comercio
Historia Virtual del Holocausto
Fórum per la Memória
Destino Infinito

lunes, 5 de noviembre de 2018

La Cruz Roja Internacional durante la Segunda Guerra Mundial

El papel de la Cruz Roja Internacional durante la Segunda Guerra Mundial aun sigue siendo bastante desconocido. Después de 1929 y la revisión de la Convención de Ginebra, la Cruz Roja estuvo involucrada en todos los teatros de guerra.
Atendían a los heridos en los dos bandos en conflicto, sirvieron como intermediarios para varias misiones diplomáticas, fueron observadores en el tratamiento a los prisioneros de guerra y estuvieron pendientes de los millones de personas desplazadas y desaparecidas durante la guerra.

Cruz Roja InternacionalLa Agencia Central de Información sobre los prisioneros de guerra, en el marco del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) con sede en Ginebra, Suiza, empleó una plantilla de 3.000 personas que administró cuidadosamente un fichero para el seguimiento de los prisioneros que contenía, nada menos que, 45 millones de tarjetas. La agencia también gestionó más de 120 millones de mensajes de prisioneros de 41 países. A pesar de los esfuerzos de la Cruz Roja, Japón y la Unión Soviética no firmaron el Convenio de Ginebra, con lo que no estaban legalmente obligados a seguir las reglas con los prisioneros.

Como los soviéticos no firmaron la convención, fue un alivio para los alemanes que tampoco cumplieron con la Convención de Ginebra en el Este. Por ese motivo el número de muertos entre los soldados soviéticos superó al de cualquier otro participante durante la guerra. En ese frente se llegó a la “guerra total”.

Cruz Roja Internacional
La agencia hizo 12.750 visitas oficiales a diferentes campos de prisioneros en todo el mundo en el periodo de guerra (1939-1945). A parte de permitir la comunicación entre las familias y los prisioneros, la Cruz Roja entregó numerosos paquetes con suministros médicos y de alimentos a los internos. Siempre que le fue posible inspeccionó los campos para controlar las violaciones de la Convención de Ginebra. Sin embargo, la organización fue incapaz de detectar el resultado del Holocausto. La revisión de la Convención de Ginebra de 1929 no se aplicaba a la población civil, ya que no se preveía que la guerra costara incalculables vidas de civiles. No fue hasta 1940 cuando se incluyó a los civiles.

Las bajas civiles durante la guerra superaban en número a las militares. A pesar de que el CICR tenía información sobre las deportaciones de civiles a los campos de concentración, en la Alemania nazi le impidieron actuar. La Cruz Roja alemana, totalmente corrompida por los nazis, negó el acceso a las misiones internacionales a los campos de concentración y de exterminio, afirmando que no había violaciones de los derechos humanos.

Cruz Roja InternacionalDesde la llegada al poder del NSDAP, la Cruz Roja Alemana (DRK) fue paulatinamente controlada por los nazis hasta que en 1938 queda bajo el control Área Social del Ministerio del Interior, convirtiéndose definitivamente en una institución nazi. Los puestos de responsabilidad fueron asumidos principalmente por las SS. Oswald Pohl, uno de los arquitectos de la Solución Final  y administrador de los campos de concentración desde 1935, fue el presidente del consejo de administración. Esto aún sigue siendo una vergonzosa mancha en el papel de la organización alemana durante la guerra.

En los escasos casos en los que se permitió el acceso a los campos se crearon “visitas guiadas” para hacer creer que las condiciones en los campos de concentración eran mejores que en la realidad. Tras visitar el campo de concentración de Theresienstadt (Terezin), el delegado del CICR Maurice Rossel emitió un informe tan positivo que la propaganda nazi lo citaba sin ningún reparo.

Cruz Roja Internacional
El campo de concentración de Theresienstadt (Terezin)
No se permitió el acceso a los campos de exterminio hasta marzo de 1945, pero con la condición de permanecer en ellos hasta el fin de la guerra. Diez delegados se ofrecieron voluntarios y fueron a los campos de Dachau, Mauthausen y Theresienstadt. El delegado Louis Haefliger, impidió el desalojo de Mauthausen alertando a las tropas estadounidenses salvando la vida a varios miles de presos, a pesar de ser una violación directa de la neutralidad de la Cruz Roja. Por ello fue condenado por el CICR. No fue rehabilitado hasta 1990.

La CICR fue parcialmente consciente de la campaña de exterminio dirigida a la población judía y de otros grupos étnicos y sociales, pero debido a su pretensión de "neutralidad" y de acuerdo a la ley internacional, su mandato sólo le autorizaba a ayudar a los prisioneros de guerra, por lo que decidió no interferir, principalmente por la inacción de su presidente Max Hubert. A pesar de que no pudieron detener los asesinatos, consiguieron el permiso de las autoridades nazis para entregar paquetes de alimentos en noviembre de 1943 a los presos cuyos nombres eran conocidos por  el CICR. El CICR logró registrar las identidades de unos 105.000 deportados y entregado alrededor de 1,1 millones de paquetes en campos como Dachau, Buchenwald, Ravensbrük y Sachesenhausen. Se desconoce si todos estos paquetes llegaron a sus destinatarios.

Cruz Roja InternacionalA pesar de ser teóricamente neutral, la organización contribuyó significativamente al esfuerzo aliado en la guerra. La Cruz Roja Norteamericana “entró en la guerra” dos años antes de que lo hicieran los EE.UU. Operando con unos 6 millones de voluntarios la institución norteamericana se encontraba en primera línea por todo el mundo, tanto en el tratamiento y rehabilitación de los heridos como en hacer más fácil la vida a los soldados, como las “Chicas Donut” y sus clubes móviles en la retaguardia.

Después de la guerra, la Cruz Roja fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz por sus acciones durante el conflicto, sin que hubiera logrado todos sus objetivos humanitarios.

Gracias a mi buen amigo Tito Andino por sus datos sobre la Cruz Roja Alemana.

Para saber más:
Vida y muerte en el Tercer Reich, de Peter Fritzsche
Antirrevisionismo
El Confidencial
Death Camps