Es muy necesario que países afines a los nazis y los fascistas alemanes e italianos, no participen activamente en el conflicto. Es imprescindible ampliar las zonas de influencia británicas. Precisamente por ello, y porque en territorio de la península ibérica se encuentra Gibraltar, un importante enclave británico fundamental para controlar el paso de barcos a través del Estrecho, España es un punto de vital importancia estratégica.
El British Council nació en 1934 para fomentar la cultura británica, la lengua inglesa y las relaciones culturales por todo el mundo y con esa idea Walter Starkie empieza a trabajar en el Madrid de la posguerra, intentando atraer a personas influyentes en el régimen de Franco poco afines al fascismo que controlaba Europa para evitar la entrada de España en la guerra. Pero tras esa fachada de cultura británica y enseñanza del inglés se esconden otras actividades encubiertas.
Durante la Segunda Guerra Mundial España era un nido de espías y lugar de paso para un buen número de personas que huyen de la guerra y las deportaciones. Starkie quiere tomar partido en la lucha contra los nazis y a través del club social, el colegio y la academia comienza a fomentar la influencia británica en la capital española, para ello el embajador británico lo nombra agregado cultural. Con la colaboración de Margarita Taylor, la propietaria del emblemático y ya desaparecido salón de té Embassy, del Paso de la Castellana y Eduardo Martínez Alonso, el médico del colegio y de la embajada británica organiza una serie de rutas de escape clandestinas para sacar de España a huidos de los nazis, principalmente judíos.
Quien organizaba las vías de escape era el doctor Eduardo Martínez Alonso que como médico de la Embajada británica, sacaba a presos del campo de concentración de Miranda de Ebro, que atravesaban ilegalmente la frontera francesa, los llevaba a Madrid, donde se alojaban en el mismo British Council, en casas del grupo, o en los sótanos de Embassy, luego cruzaban la frontera con Portugal, por Galicia.
Durante el resto de la guerra lograron salvar varios miles de personas a pesar de que Martínez Alonso poco después de casarse, tuvo que huir por una de sus mismas rutas hacia Portugal e Inglaterra, perseguido por la Gestapo.
El club social tambien fue una importante fuente de información, ya que a el acudían personalidades de la época y por supuesto espías de ambos bandos que también frecuentaban el salón Embassy.
Quiero dar la gracias a Marina Pérez de Arcos por la información obtenida durante la mesa redonda y el desayuno informativo "El British Council y la Segunda Guerra Mundial: lenguaje, cultura y espionaje" que nos ofreció en la sede del British Council en Madrid (28/09/2017) y a su director Andy Mackay.
Articulo anteriormente publicado en la web de la Asociación Sociocultural Cincuentopía, donde colaboro habitualmente con una la sección El Cine y la Historia.
Para saber más:
Yo fui al Británico, editado por el British Council y JdeJ Ediciones
British Council
El Confidencial
El Diario.es
Biografías y Vidas
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