jueves, 17 de enero de 2019

Los túneles de la vida... y la muerte

Poco después de comenzar la conocida como segunda guerra chino-japonesa, desarrollada entre julio de 1937 y septiembre de 1945, los aldeanos chinos hicieron todo lo posible para huir de las tropas japonesas.

Para poder escapar del ejército japonés los campesinos excavaron cuevas y sótanos bajo sus humildes viviendas. Pero los soldados nipones las terminaron por descubrir. Debido a ello los chinos empezaron a conectar unos refugios con otros construyendo unas complejas redes de túneles que también fueron descubiertos por los japoneses, que los bloquearon con explosivos o los inundaron. De este modo los chinos se vieron obligados a abandonarlos.

Con paciencia e ingenio, los chinos ampliaron el sistema conectando unas aldeas con otras a través de kilómetros y kilómetros de túneles que se extendían por regiones enteras. De este modo, además de hallar refugio y poder escapar a otra aldea, sirvió para poder atacar y eliminar a un buen número de soldados japoneses. Finalmente sus técnicas se volverían contra ellos.

Tras permitir acceder a las galerías a los enemigos, los chinos cerraban los accesos y las inundaban, atrapando en ellas a los soldados. Además, en algunos tramos, dejaban caer puertas trampa tras las tropas que se atrevían a entrar en la red de túneles y también montaban grandes hogueras en las entradas para que los soldados murieran asfixiados por el humo.

Para el pueblo chino, inventor de la pólvora y un gran aficionado a la pirotecnia, los explosivos no tiene secretos para ellos. Así pues, los corredores fueron minados con explosivos controlados a distancia y para poder reconocer entre amigo y enemigo, también a distancia, se recurrió a observar sus pies. Era muy sencillo. Si llevaba botas claramente era un soldado japonés ya que el aldeano o iba descalzo o calzaba una sencilla sandalia. Además se minaron muchos caminos de acceso a las aldeas.

Los japoneses fueron aprendiendo de sus errores e igualmente crearon sus trampas para cazar a los chinos, como tomar un cerdo, atarlo a un tubo con un gas mortal, mojarlo con gasolina y posteriormente prenderle fuego. El pobre animal aterrorizado y dolorido corría despavorido por el túnel hasta llegar a un lugar donde hubiera refugiados. Los aldeanos encontraron la solución al problema creando fosos que llenaban de agua, donde caían los pobres cerdos.

Mientras se creaban toda esta serie de trampas mortales, se construyeron pasadizos paralelos a mayor profundidad para alojar en ellos a los aldeanos.

La lucha bajo tierra fue atroz. Miles de campesinos fueron victimas de los japoneses y miles de japoneses tuvieron el mismo destino.

Estas técnicas fueron muy utilizadas por el ejercito japonés en las islas como Peleliu, Okinawa o Iwo Jima para detener el avance norteamericano en el Pacífico y el Vietcong durante la Guerra de Vietnam.

Para saber más:
La Segunda Guerra Mundial, de Ed. Codex.
EcuRed
ArteHistoria
Wikipedia

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