viernes, 26 de julio de 2019

Los dibujos animados van a la guerra

Durante la Segunda Guerra Mundial, los patos Donald y Duffy, el ratón Mickey o el conejo Buggs Bunny no sólo servían de entretenimiento y diversión. Los estudios de cine utilizaron sus personajes animados para difundir propaganda bélica y "educar" a los estadounidenses acerca de sus enemigos, donde Hitler, Mussolini o el emperador Hirohito eran tremendamente ridiculizados, al igual que los demás jerarcas de los países del Eje.

Los dibujos animados van a la guerraLos animadores incluso crearon las insignias de multitud de unidades militares, como Phoebee the Seabee, la mascota de los Seabees, las unidades de ingenieros de la armada estadounidense.

Las películas de dibujos animados (cartoons) en aquellos años iban dirigidas a algo más que a los niños, teniendo en cuenta que dos de cada tres estadounidenses iban al cine todas las semanas, en donde sobre todo triunfaban las películas de Disney.

El departamento de guerra estadounidense tambien utilizó a los cartoons, creando cortos animados para las tropas como las aventuras del torpe Soldado Snafu. Una creación de Dr. Seuss (Ted Geisel), Frank Capra y Mel Blanc realizada por Warner Brothers. "Going Home" y "Booby Traps" son unos de los títulos más populares. Dr. Seuss tambien realizó multitud de caricaturas patrióticas. Una tira cómica muy popular entre la tropa era "Sad Sack" creada por el sargento George Baker y dibujante de Disney, para Yank.

Los estudios de Disney utilizaron al simpático perro Goofy para hacer propaganda. Junto a Mickey y Minnie, en una película animada, explicaron que hasta el aceite de cocina usado, podría ser vital para la victoria. En "Education For Death"  presentan la visión norteamericana del régimen nazi y cómo éste fanatiza a los jóvenes alemanes. Hasta el clásico "Los tras cerditos" se adaptó haciendo que el lobo llevara el brazalete con la esvástica.

Por supuesto, el pato Donald hizo lo propio luchando el solo contra los japoneses en el corto "Commando Duck" de 1944. En el corto "Nützi Land", Donald grita: "¡Heil Hitler!", mientras levanta su brazo derecho haciendo el saludo nazi. En el otro brazo, lleva una esvástica en el brazalete al igual que todos los demás en la película, donde los "Nutzis" han podado los árboles en formas de cruz gamada. Es una tierra donde no hay apenas nada que comer, pero incluso el gallo saluda al día con un fuerte "Heil Hitler!". Donald tambien participa en la parodia "Fuehrer's Face" (1943), un sueño en el que vive bajo el yugo nazi.

El Ejército quiso transformar, una parte de los estudios de Disney en fortificaciones defensivas que se utilizarían para ayudar a proteger una fábrica de aviones cercana contra los ataques aéreos.

En la Warner Brothers con sus desternillantes Looney Tunes, el Pato Lucas (Daffy Duck) intervino en multitud de ocasiones, hasta se infiltró tras las líneas enemigas, llegando hasta el mismísimo Hitler, en "Daffy, The Comando".

Es gobierno norteamericano, a través del Departamento del Tesoro, incluso los utilizó, como haría con muchas estrellas de cine y soldados condecorados, para las campañas de compra de bonos de guerra.
Las contribuciones de los ciudadanos se necesitaban con urgencia para la guerra porque según los personajes: "los impuestos mantienen la democracia en la marcha" y "cada dólar que gasta en algo que no necesitamos es un dólar que se gasta para ayudar a los del Eje".

En las campañas de alistamiento tambien estuvieron presentes, como "Donald Gets Drafted" en el corto de 1942. En ese papel también participó el irreverente y descarado Buggs Bunny, de la Warner Brothers, al igual que el resto de sus carismáticos personajes. Muchos de estos cortos se pueden ver en Youtube. Algunos fueron editados en video y DVD.

Los dibujos animados van a la guerraLos estudios de cine gastaron millones de metros de película para las campañas de propaganda. En Disney llegaron a gastar más de 62.000 metros entre 1942 y 1943, cinco veces más de lo que nunca hizo en tiempos de paz.
Las cifras de los Looney Tunes de la Warner llegaron a cifras muy similares.

Incluso en los cómics, la familia Donald abogó por los bonos de guerra, al igual que Mickey en el libro de historietas de "Mickey Mouse in the home front". Todos los personajes de Disney ya se habían movilizado, e incluso el dulce cervatillo Bambi luchó contra los poderes del Eje en "The Victory March" de 1942, un libro que se regalaba a niños y jóvenes para animarlos a comprar cupones de ahorro y estampillas postales con un valor de 10 centavos. muy similares a los bonos de guerra de los adultos.
Durante la Segunda Guerra Mundial se compraron en los Estado Unidos más de 185 mil millones de dólares en Bonos de Guerra.

Paramount Pictures creo dibujos animados de otros personajes emblemáticos como Superman, del que se realizaron 17 cortometrajes como "Japoteurs" y el extraño "Jungle Drums". Popeye tambien tuvo sus cortos como "Spinach Fer Britain", donde dirige un convoy que lleva suministros a Gran Bretaña a través del Atlántico.

Metro-Goldwyn-Mayer participó con cortos animados como "Blitz Wolf" en el que el país de los cerdos teme ser invadidos por los lobos que tienen como símbolo una esvástica formada por salchichas.

Para saber más:
Inside the Magic
Hipertextual
Toons at war
Wikipedia
LIFE
List Verse

sábado, 20 de julio de 2019

Lectura recomendada: Sangre y Fuego en Tobruk

David López Cabia, como yo, es un apasionado entusiasta de la Historia de la Segunda Guerra Mundial. Esa pasión compartida le ha llevado a publicar, de momento, cuatro novelas ambientadas en ese periodo histórico. Tambien es un gran aficionado a la recreación histórica.

En “Sangre y Fuego en Tobruk” el teniente, Marr II, el sargento Hicks y los soldados Baldrick y Carroll son unos comandos británicos que participan en la operación Flipper (noviembre de 1941), al mando del teniente coronel Geoffrey Keyes para capturar o eliminar a Erwin Rommel, que había cambiado radicalmente el curso de la guerra en África. Finalmente la operación fracasó al encontrarse Rommel muy lejos del lugar donde se llevó a cabo. Después participan en el ataque del SAS al aeródromo de Sidi Haneish (julio de 1942) en el que se destruyeron o averiaron 37 aviones de la Luftwaffe.

La última intervención es la operación Agreement (septiembre 1942), una desastrosa incursión anfibia contra el puerto de Tobruk que tenía como objetivo la destrucción de las instalaciones portuarias de la ciudad, los depósitos de combustible, unos talleres de reparaciones de blindados y rescatar a los prisioneros de guerra en manos de los alemanes. En la operación participaron los soldados del Grupo del Desierto de Largo Alcance (LRDG). El Servicio Aéreo Especial (SAS) y los Comandos.

David, aunque ya había escrito algún relato corto, como “El día de los días”, sobre el Día D, y tiene alguno en el tintero, hace cuatro años publicó su primera novela “La Última Isla”, donde cuenta las historias de un marine estadounidense y de un soldado japonés durante la batalla de Okinawa. Una historia tan real que el hijo de un veterano japonés le felicitó por lo que se parecía a la historia vivida por su padre en aquella batalla.

En 2016 apareció “En el Infierno Blanco” donde presenta la dura vida de un soldado de infantería durante el asedio a Bastogne en la batalla de las Ardenas.
La tercera novela es “Indeseables”. En ella un grupo de comandos “algo peculiar”, que nos recuerdan a los inolvidables personajes de Sven Hassel, se han de enfrentar tras la retirada de Dunkerque, al desastre del desembarco en Dieppe y al asalto al puerto de Saint-Nazaire.

Los que nos dedicamos a la divulgación histórica apreciamos que escritores como David tengan tan buena acogida entre el público y que vaya tocando temas menos conocidos por el público general. Creo que es una buena manera de llevar la historia a la gente.

David no plantea historias alternativas o inventadas, sus personajes viven hechos históricos. Aunque sus personajes sean ficticios bien podrían ser perfectamente actores reales en las batallas de la Segunda Guerra Mundial. Como los comandos Marr, Hicks, Baldrick y Carroll; y la agente del SOE Ida, de “Sangre y Fuego en Trobruk”.

“Sangre y Fuego en Tobruk”, como sus anteriores novelas son una estupenda lectura, especialmente en este caluroso verano que nos ayudará a sumergirnos aún más en las aventuras de los comando en el desierto del Norte de África.

La novela se puede adquirir directamente a través de David López Cabia en su correo electrónico  que además lo podrá dedicar, o en la librería Tercios Viejos, de Madrid, entre otras.

Para saber más:
Diario de Burgos
Circulo Rojo
Todo Literatura

jueves, 11 de julio de 2019

Los jardines del Diablo

Autor invitado: David López Cabia

Tras ser detenidos en El Alamein, la situación de los soldados alemanes e italianos se complicó. En el ejército británico, el general Auchinleck fue sustituido por un carismático general Bernard L. Montgomery. El nuevo comandante del 8º Ejército preparaba una ofensiva en El Alamein para dar el golpe de gracia al Afrika Korps de Rommel.

Con la Royal Navy dominando los mares y la Royal Air Force haciéndose con la supremacía aérea, los británicos causaban estragos en los convoyes de aprovisionamientos del Eje. Por su parte, Montgomery había acumulado numerosos refuerzos, armas, tanques y suministros para su gran ofensiva en El Alamein.

Viéndose en una situación de inferioridad numérica, el mariscal de campo Rommel pasó a asumir una estrategia defensiva. Así pues, para contener la avalancha del 8º Ejército, dispuso grandes campos minados conocidos como "jardines del diablo".

Para los zapadores alemanes el modo de hacer la guerra cambió considerablemente al llegar al norte de África. Precisamente el desierto presentaba un escenario ideal para la guerra de minas. Pese a que el protagonismo fue acaparado por las tripulaciones de blindados y por la infantería, la guerra en África no puede entenderse sin los zapadores del Afrika Korps, dirigidos por el coronel Hecker. Entre estas unidades cabe destacar a los batallones de zapadores 200, 220 y 900.

Además de los campos de minas convencionales, se sembraron nuevas extensiones de terreno minado, verdaderas trampas explosivas. El entramado defensivo del Eje era una auténtica tela de araña de minas y alambre de espino. Se colocaron alrededor de medio millón de minas para frenar a las fuerzas británicas y de la Commonwealth.

El mariscal Rommel se ocupó de proporcionar a sus tropas todo lo necesario para erigir impenetrables campos de minas. Así, el Afrika Korps recibió numerosos postes de hierro y alambradas para formar unas mortíferas trampas que adquirían forma de U.

Eran multitud de artefactos explosivos los que podían encontrarse en los jardines del diablo. Las minas en forma de plato se dispusieron en tres pisos, de tal manera que, si los británicos desconectaban la primera mina, estallaría la segunda, mientras que, si lograba desactivar la segunda, la tercera terminaría por explotar. En conclusión, una trampa de lo más maquiavélica.

Incluso las granadas de mano italianas fueron sembradas en los jardines del diablo, actuando a modo de minas antipersonas. Ahora bien, especialmente peligrosas resultaban las bombas de aviación. Estamos hablando de bombas de nada más y nada menos que de 100 kilos y de 500 kilos. Estos artefactos se disponían ocultos entre los restos de los vehículos y si se accionaban los alambres unidos a ellas, hacían explosión.

Incluso las tropas que servían en las divisiones acorazadas tenían mucho que temer, pues si pasaban por encima de un poste, podían accionar una carga explosiva capaz de hacer volar por los aires un carro de combate.
No cabe duda de que los zapadores alemanes trabajaron incansablemente, día y noche, para tener a punto los monstruosos campos de minas que debían detener al 8º Ejército británico. De hecho, el propio Rommel inspeccionó personalmente los trabajos de minado en compañía del coronel Hecker, quien le explicaba con todo detalle los esfuerzos de sus zapadores.

Sin duda, los zapadores del Afrika Korps se enfrentaron a unas labores muy peligrosas. Así, los zapadores de Hecker se acercaban al terreno en cuestión con cautela. Una vez llegados al área de operaciones, descendían de sus vehículos mientras una unidad de ametralladoras les proporcionaba escolta.

El trabajo se dividía de la siguiente manera. El primer grupo descargaba las temidas minas de los vehículos, el segundo se encargaba de sembrar las minas y, a continuación, el tercero se encargaba de taparlas. Por último, había que activar las minas. Ahora bien, la colocación de estas minas debía ser lo más precisa posible, de tal manera que se ajustase a la perfección a lo indicado en los mapas.

Y para que la defensa fuese efectiva, tras los jardines del diablo aguardaba la infantería atrincherada. Entre estos campos de muerte, quedaban pequeños espacios que fueron cubiertos por minas T y S. Tan solo pequeños senderos permitían a las compañías alemanas comunicarse entre sí.

David López Cabia es escritor y ha publicado recientemente la novela bélica "Sangre y Fuego en Tobruk".

Para saber más:
Afrika Korps, de Paul Carell
El Alamein, de Jon Latimer
David López Cabia Blog