El soldado japonés está desnudo porque probablemente le ordenaron desnudarse para asegurarse de que no había ningún arma o explosivo oculto. Era muy raro que los soldados japoneses se rindieran, ya que según el Bushido (código de honor Samurai) se consideraba deshonroso. Esas enormes puertas de acero y paredes gruesas deben ser un búnker de algún tipo. Probablemente un búnker con una pieza de artillería, tal vez sea una batería costera.
Las Islas Marshall habían estado en manos japonesas desde la Primera Guerra Mundial. Ocupadas por los japoneses en 1914, se convirtieron en parte de las islas bajo mandato japonés según lo determinó la Liga de las Naciones. Los japoneses se retiraron de la Liga en 1933 y comenzaron a transformar las islas Marshall en bases militares.
Durante la Segunda Guerra Mundial, estas islas, así como otras próximas, se convirtieron en objetivos de los ataques aliados.
El Día D en los Marshalls fue fijado para el 31 de enero de 1944 con la 4ª División de Marines de los EE.UU. hacia el norte de Atolón Kwajalein y la 7ª División de Infantería del Ejército asaltando la Isla Kwajalein y las otras pequeñas islas en la mitad sur del Atolón Kwajalein. Los marines asaltaron la isla Roi y la isla Namur, a continuación las islas restantes más pequeñas del Atolón Kwajalein del norte.
Una vez en tierra, los marines avanzaron rápidamente. Roi fue asegurado el 1 de febrero y Namur al día siguiente. En la toma de la parte norte del Atolón Kwajalein, las bajas de la 4ª División de Marines fueron 313 muertos y 502 heridos. Se estima que los 3.563 soldados que formaban la guarnición japonesa fue reducida a solo unos 90 prisioneros. Posteriormente, todas las demás Islas Marshall fueron capturadas una por una. Los soldados japoneses cayeron en combate durante el enfrentamiento o suicidándose. Muy pocos decidieron rendirse.
La rápida victoria en las Islas Marshall añadió impulso al impulso del Pacífico Central y colocó las posiciones japonesas en las Carolinas y las Marianas dentro del alcance del avión de reconocimiento y bombardeo estadounidense. Se abrieron nuevas bases para la Marina de los EE.UU.
La Armada japonesa, intimidada por las fuerzas estadounidenses que se aproximaban, redujo su flota en la Isla Truk en las Carolinas, anteriormente el bastión del poder aéreo y naval japonés en el Pacífico Central.
Las 3.000 bajas entre el Ejército y los Marines demostraron que las lecciones aprendidas en Tarawa fueron aplicadas. Se cambiaron y mejoraron las tácticas contra las islas fuertemente defendidas, incluido el uso de bombardeos intensos antes del desembarco y un mejor transporte a las playas.
Para saber más:
Eurasia 1945
BBC
El Mundo
Semana
Nonsei SGM
El Confidencial
Páginas
▼
domingo, 24 de noviembre de 2019
jueves, 21 de noviembre de 2019
Lectura recomendada: La Segunda Guerra Mundial en el Mar
Durante la Segunda Guerra Mundial, en el escenario del Pacífico, la guerra naval fue claramente determinante, ya que el campo de batalla en el camino hacia Japón estaba plagado de archipiélagos e islas. Asi mismo, el Atlántico tambien tuvo una importancia decisiva en el desarrollo del conflicto.
La relevancia de la guerra en el mar se empequeñece si la comparamos con el relieve concedido por la investigación histórica de los combates terrestres. En el mundo editorial podemos encontrar numerables monografías sobre la guerra en el frente del Este o el norte de África por cada publicación especifica sobre los combates navales en el Mediterráneo, y el caso es muy semejante respecto a lo publicado respecto a la Batalla del Atlántico, aunque este es un tema mucho más abordado.
Sin la marina el éxito aliado hubiera sido impensable. Por mostrar un ejemplo: si no llega a ser por la enorme armada compuesta de 4300 navíos de casi todas las fuerzas aliadas, a las que hay que sumar las 2600 barcazas embarcadas en los transportes y que llevarán a la costa 30000 hombres y más de 20000 vehículos de todas las clases. En total, unos 150000 marinos (de la marina de guerra y de la marina mercante) han participado a las operaciones de desembarco, eran tantos como las tropas de intervención terrestre el 6 de junio de 1944.
Salvo bibliografía muy especializada, no existía una historia sobre la guerra en el mar en un solo volumen que muestre la enorme importancia que tuvo en el conflicto, ni que la haya desarrollado de modo cronológico en cada uno de los teatros de operaciones, ni que sea tan atractiva de leer. "La Segunda Guerra Mundial en el mar. Una historia global", del historiador naval estadounidense Craig L. Symonds (La esfera de los Libros) lo aborda, con gran seriedad y rigor; y permite una comprensión mucho más acertada de la complejidad de la lucha por todos los mares y océanos del planeta. Tambien su trascendencia en las operaciones terrestres y aéreas, donde el portaaviones es el arma definitiva.
868 páginas y más de 80 fotografías e ilustraciones nos llevan, cronológicamente y por teatros de operaciones, del ataque alemán a Scapa Flow y la batalla del Atlántico a los desembarcos del Norte de África y Normandía, pasando por la evacuación de Dunkerque, el poderío naval japonés en el Pacífico y el ataque contra Pearl Harbor o el hundimiento intencionado de la Flota francesa en Tolón en 1942 y la firma de la rendición japonesa en el USS Missouri en la bahía de Tokio el 2 de septiembre de 1945. Sin olvidar a los personajes claves en la Segunda Guerra Mundial en el Mar.
Esta puede ser la obra definitiva y mas completa, en un solo volumen, sobre la guerra en el mar y parafraseando a la Military History Magazine: "La Segunda Guerra Mundial en el mar es tan amplia y profunda como las aguas remotas que sirven como telón de fondo. Es un trabajo digno de cualquier biblioteca de aficionados a la historia marítima". Imprescindible.
Para saber más:
La Esfera de los Libros
El Mundo
Wikipedia
La relevancia de la guerra en el mar se empequeñece si la comparamos con el relieve concedido por la investigación histórica de los combates terrestres. En el mundo editorial podemos encontrar numerables monografías sobre la guerra en el frente del Este o el norte de África por cada publicación especifica sobre los combates navales en el Mediterráneo, y el caso es muy semejante respecto a lo publicado respecto a la Batalla del Atlántico, aunque este es un tema mucho más abordado.
Sin la marina el éxito aliado hubiera sido impensable. Por mostrar un ejemplo: si no llega a ser por la enorme armada compuesta de 4300 navíos de casi todas las fuerzas aliadas, a las que hay que sumar las 2600 barcazas embarcadas en los transportes y que llevarán a la costa 30000 hombres y más de 20000 vehículos de todas las clases. En total, unos 150000 marinos (de la marina de guerra y de la marina mercante) han participado a las operaciones de desembarco, eran tantos como las tropas de intervención terrestre el 6 de junio de 1944.
Salvo bibliografía muy especializada, no existía una historia sobre la guerra en el mar en un solo volumen que muestre la enorme importancia que tuvo en el conflicto, ni que la haya desarrollado de modo cronológico en cada uno de los teatros de operaciones, ni que sea tan atractiva de leer. "La Segunda Guerra Mundial en el mar. Una historia global", del historiador naval estadounidense Craig L. Symonds (La esfera de los Libros) lo aborda, con gran seriedad y rigor; y permite una comprensión mucho más acertada de la complejidad de la lucha por todos los mares y océanos del planeta. Tambien su trascendencia en las operaciones terrestres y aéreas, donde el portaaviones es el arma definitiva.
868 páginas y más de 80 fotografías e ilustraciones nos llevan, cronológicamente y por teatros de operaciones, del ataque alemán a Scapa Flow y la batalla del Atlántico a los desembarcos del Norte de África y Normandía, pasando por la evacuación de Dunkerque, el poderío naval japonés en el Pacífico y el ataque contra Pearl Harbor o el hundimiento intencionado de la Flota francesa en Tolón en 1942 y la firma de la rendición japonesa en el USS Missouri en la bahía de Tokio el 2 de septiembre de 1945. Sin olvidar a los personajes claves en la Segunda Guerra Mundial en el Mar.
Esta puede ser la obra definitiva y mas completa, en un solo volumen, sobre la guerra en el mar y parafraseando a la Military History Magazine: "La Segunda Guerra Mundial en el mar es tan amplia y profunda como las aguas remotas que sirven como telón de fondo. Es un trabajo digno de cualquier biblioteca de aficionados a la historia marítima". Imprescindible.
Para saber más:
La Esfera de los Libros
El Mundo
Wikipedia
domingo, 17 de noviembre de 2019
El hombre que luchó en tres ejércitos
Era coreano, fue capturado por los japoneses y obligado a luchar contra los soviéticos, cautivo de los soviéticos fue nuevamente obligado a combatir contra los alemanes, capturado por los alemanes y, esta vez, obligado a luchar contra los aliados en la defensa de Normandía, donde fue finalmente hecho prisionero por los estadounidenses. Esta es la historia de Yang Kyoungjong, el único soldado conocido que ha luchado en tres ejércitos diferentes en una guerra.
Poco se sabe sobre la vida de Yang antes de la Segunda Guerra Mundial, aparte de que era un coreano nativo que casualmente vivía en Manchuria controlada por Japón al comienzo de la guerra. Debido a esto, Yang se encontró reclutado contra su voluntad en 1938 y obligado a servir en el Ejército de Kwantung con 18 años. Durante las Batallas de Khalkhin Gol, fue capturado por los soviéticos y enviado a un campo de trabajo forzado. Debido a la escasez inicial de soldados para enfrentarse a la Alemania Nazi, en 1942 fue fue reclutado forzosamente para luchar en el Ejército Rojo junto con miles de otros prisioneros.
Yan luchó con los soviéticos aproximadamente un año combatiendo a lo largo del Frente Oriental, especialmente en la tercera batalla de Kharkov. Fue en esta batalla cuando fue hecho prisionero de guerra por una nación más.
Al parecer, los alemanes no estaban preocupados por la forma en que un coreano había acabado luchando en Ucrania por los soviéticos y simplemente lo tomaron prisionero junto con cientos de otros soldados. La parte interesante de la historia de Yang probablemente habría terminado aquí si los nazis no hubieran tenido la costumbre de permitir que algunos de los prisioneros que no fueran a ser ejecutados se "ofrecieran voluntarios" para servir con la Wehrmacht.
Como resultado, Yang fue reclutado para luchar en la 709ª División de Infantería de la Wehrmacht, dentro de un Ostbataillon compuestos por "voluntarios" de las numerosas regiones de Europa controladas por la Alemania Nazi. Éstos fueron integrados en unidades más grandes para servir como tropas de choque y apoyo a las unidades de la Wehrmacht más experimentadas.
Después de ser reclutado para luchar por el III Reich, Yang fue enviado a ayudar a defender la península de Cotentin en Francia poco antes del Día D. Cuando llegó el Día D y las tropas aliadas tomaron por asalto las playas, Yang estaba entre un puñado de soldados capturados por el 506° Regimiento de Infantería de Paracaidistas estadounidense.
Inicialmente, el Teniente Robert Brewer del 506º informó que habían capturado a "cuatro asiáticos con uniforme alemán". Si bien esto era técnicamente cierto, la 506ª creyó erróneamente que los cuatro hombres (incluido Yang) eran japoneses. En realidad, tres de los hombres eran oriundos de Turkestan, mientras que Yang era de Corea. Incapaz de comunicarse con Yang debido a que no hablaba ni inglés ni alemán, Yang fue enviado a un campo de prisioneros en Gran Bretaña, donde estuvo hasta el final de la guerra.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, Yang decidió no regresar a su hogar, sino que emigró a los Estados Unidos, donde una vez más su historia se vuelve nebulosa. Finalmente terminó estableciéndose en el condado de Cook, Illinois, donde falleció tan silenciosamente como había vivido, en 1992.
No fue hasta el año 2002 en que un periódico coreano dio a conocer la increíble historia de su compatriota, Finalmente su historia se llevó al cine en la película My Way, de 2011.
Para saber más:
Gehm
Daily Mail
Military Humor
Poco se sabe sobre la vida de Yang antes de la Segunda Guerra Mundial, aparte de que era un coreano nativo que casualmente vivía en Manchuria controlada por Japón al comienzo de la guerra. Debido a esto, Yang se encontró reclutado contra su voluntad en 1938 y obligado a servir en el Ejército de Kwantung con 18 años. Durante las Batallas de Khalkhin Gol, fue capturado por los soviéticos y enviado a un campo de trabajo forzado. Debido a la escasez inicial de soldados para enfrentarse a la Alemania Nazi, en 1942 fue fue reclutado forzosamente para luchar en el Ejército Rojo junto con miles de otros prisioneros.
Yan luchó con los soviéticos aproximadamente un año combatiendo a lo largo del Frente Oriental, especialmente en la tercera batalla de Kharkov. Fue en esta batalla cuando fue hecho prisionero de guerra por una nación más.
Al parecer, los alemanes no estaban preocupados por la forma en que un coreano había acabado luchando en Ucrania por los soviéticos y simplemente lo tomaron prisionero junto con cientos de otros soldados. La parte interesante de la historia de Yang probablemente habría terminado aquí si los nazis no hubieran tenido la costumbre de permitir que algunos de los prisioneros que no fueran a ser ejecutados se "ofrecieran voluntarios" para servir con la Wehrmacht.
Como resultado, Yang fue reclutado para luchar en la 709ª División de Infantería de la Wehrmacht, dentro de un Ostbataillon compuestos por "voluntarios" de las numerosas regiones de Europa controladas por la Alemania Nazi. Éstos fueron integrados en unidades más grandes para servir como tropas de choque y apoyo a las unidades de la Wehrmacht más experimentadas.
Después de ser reclutado para luchar por el III Reich, Yang fue enviado a ayudar a defender la península de Cotentin en Francia poco antes del Día D. Cuando llegó el Día D y las tropas aliadas tomaron por asalto las playas, Yang estaba entre un puñado de soldados capturados por el 506° Regimiento de Infantería de Paracaidistas estadounidense.
Inicialmente, el Teniente Robert Brewer del 506º informó que habían capturado a "cuatro asiáticos con uniforme alemán". Si bien esto era técnicamente cierto, la 506ª creyó erróneamente que los cuatro hombres (incluido Yang) eran japoneses. En realidad, tres de los hombres eran oriundos de Turkestan, mientras que Yang era de Corea. Incapaz de comunicarse con Yang debido a que no hablaba ni inglés ni alemán, Yang fue enviado a un campo de prisioneros en Gran Bretaña, donde estuvo hasta el final de la guerra.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, Yang decidió no regresar a su hogar, sino que emigró a los Estados Unidos, donde una vez más su historia se vuelve nebulosa. Finalmente terminó estableciéndose en el condado de Cook, Illinois, donde falleció tan silenciosamente como había vivido, en 1992.
No fue hasta el año 2002 en que un periódico coreano dio a conocer la increíble historia de su compatriota, Finalmente su historia se llevó al cine en la película My Way, de 2011.
Para saber más:
Gehm
Daily Mail
Military Humor
domingo, 10 de noviembre de 2019
Un clip. Símbolo de resistencia
El clip, un pequeño accesorio de papelería, sencillo, barato e imprescindible en cualquier oficina, no siempre ha sido utilizado para unir y sujetar documentos. En un lugar y un tiempo pasado se utilizó en un escenario muy diferente del que estamos acostumbrados.
Desde antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial Noruega surtía de mineral de hierro a Alemania, sobre todo desde el puerto de Narvik, por lo que los aliados prepararon planes para cortar el suministro de mineral. Para evitarlo Hitler decidió finalmente invadir el país nórdico.
Durante la ocupación, los alemanes prohibieron, incluso bajo pena de muerte, cualquier clase de distintivo con la bandera nacional o relacionados con el rey Haakon VII, que se encontraba en el exilio. Hasta ese momento se solían llevar en la solapa botones con la inscripción "H7", en referencia al monarca danés.
Como modo de unión y rebeldía ante el invasor alemán, los estudiantes de la Universidad de Oslo empezaron a utilizar uno de los más sencillos y humildes objetos de oficina, el inocente clip de metal. A partir de de ese momento un simple clip se convirtió en un símbolo de resistencia y unidad nacional del país contra las fuerzas alemanas de ocupación.
Aunque por entonces los noruegos no conocían el hecho de que el primer clip era un invento noruego.
Finalmente los alemanes detectaron el uso del clip como símbolo y terminaron por prohibir su exhibición. Algunas fuentes aseguran que los primeros en usar el clip como símbolo de unidad fueron los franceses.
El noruego Johan Vaaler fue el inventor del primer clip, poco practico y diferente al usado en la actualidad. El usado por la resistencia noruega y que aún hoy usamos se conoce como Gem ya que lo popularizó a partir de finales del siglo XIX la compañía británica Gem Manufacturing y se desconoce quien es su inventor, aunque se le suele atribuir al norteamericano Samuel B. Fay, que lo patentó para sujetar la etiquetas de la ropa en sustitución de los alfileres.
Erlman J. Wright logró una licencia para emplear el clip como lo usamos en la actualidad, para sujetar, unir y organizar documentos. William Middlebrook en 1899, patentó la máquina que fabricaba los clips y posteriormente vendió la patente al fabricante de material de oficina Cushman & Denison, quien lo registró como Gem clip en 1904. Anteriormente fabricaban unos alfileres en forma de T. Algunas fuentes sostiene que nadie ha registrado la patente del clip Gem.
En la localidad de Sandvika un clip gigante de siete metros de altura conmemora este símbolo nacional y a al inventor del primer clip, Johan Vaaler.
Para saber más:
Early Office Museum
European Patent Office
4vium
Microsiervos
BBC
Slate
Desde antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial Noruega surtía de mineral de hierro a Alemania, sobre todo desde el puerto de Narvik, por lo que los aliados prepararon planes para cortar el suministro de mineral. Para evitarlo Hitler decidió finalmente invadir el país nórdico.
Durante la ocupación, los alemanes prohibieron, incluso bajo pena de muerte, cualquier clase de distintivo con la bandera nacional o relacionados con el rey Haakon VII, que se encontraba en el exilio. Hasta ese momento se solían llevar en la solapa botones con la inscripción "H7", en referencia al monarca danés.
Como modo de unión y rebeldía ante el invasor alemán, los estudiantes de la Universidad de Oslo empezaron a utilizar uno de los más sencillos y humildes objetos de oficina, el inocente clip de metal. A partir de de ese momento un simple clip se convirtió en un símbolo de resistencia y unidad nacional del país contra las fuerzas alemanas de ocupación.
Aunque por entonces los noruegos no conocían el hecho de que el primer clip era un invento noruego.
Finalmente los alemanes detectaron el uso del clip como símbolo y terminaron por prohibir su exhibición. Algunas fuentes aseguran que los primeros en usar el clip como símbolo de unidad fueron los franceses.
El noruego Johan Vaaler fue el inventor del primer clip, poco practico y diferente al usado en la actualidad. El usado por la resistencia noruega y que aún hoy usamos se conoce como Gem ya que lo popularizó a partir de finales del siglo XIX la compañía británica Gem Manufacturing y se desconoce quien es su inventor, aunque se le suele atribuir al norteamericano Samuel B. Fay, que lo patentó para sujetar la etiquetas de la ropa en sustitución de los alfileres.
Erlman J. Wright logró una licencia para emplear el clip como lo usamos en la actualidad, para sujetar, unir y organizar documentos. William Middlebrook en 1899, patentó la máquina que fabricaba los clips y posteriormente vendió la patente al fabricante de material de oficina Cushman & Denison, quien lo registró como Gem clip en 1904. Anteriormente fabricaban unos alfileres en forma de T. Algunas fuentes sostiene que nadie ha registrado la patente del clip Gem.
En la localidad de Sandvika un clip gigante de siete metros de altura conmemora este símbolo nacional y a al inventor del primer clip, Johan Vaaler.
Early Office Museum
European Patent Office
4vium
Microsiervos
BBC
Slate
domingo, 3 de noviembre de 2019
El primer canje de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial
Oficialmente el primer canje de prisioneros entre los Aliados y el Eje se llevó a cabo en España y bajo el amparo del Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC) que organizo un canje que llevaría apenas 5 horas. En las operaciones de auxilio a los heridos y enfermos participaron 500 números de la Cruz Roja y 70 enfermeras.
Por parte del Eje en la mañana del 27 de octubre de 1943 llega al puerto de Barcelona los navíos Aquileia, italiano y Djenné, ambos con bandera alemana, con 1083 pioneros de la Commonwealth entre los que hay 460 heridos y enfermos, 50 de ellos heridos graves. Los primeros en descender del Aquileia son los del Cuerpo Sanitario australiano, seguidos por el resto. La mayor parte de los prisioneros fueron capturados en el Norte de África y en la campaña de Grecia.
Casi a la vez, en el otro extremo del puerto, los británicos atracan el transporte francés Cuba, capturado por los británicos a los franceses y el Tairea. En ellos viajan 1061 prisioneros alemanes, 425 heridos o enfermos y 60 heridos graves. La mayor parte pertenecen al Afrika Corps de Rommel y fueron hechos prisioneros durante los combates en Libia. Algunos fueron veteranos de la Guerra Civil Española.
Entre los prisioneros británicos había soldados australianos, hindúes y neozelandeses, de edades muy variadas, desde muchachos de veinte años a hombres maduros de más de cincuenta. Los alemanes eran mayoritariamente jóvenes entre los veinte y los treinta años. Se da la coincidencia de que por uno y otro bando hay prisioneros de la campaña de Creta.
Como parte de supervisores del desembarco y canje de prisioneros está el embajador británico en España, Samuel Hoare y el Dr. Hans Heinrich Dieckhoff, el embajador alemán y el último en Washington debido a que Alemania declaró la guerra a los Estados Unidos. Como testigos neutrales se encuentran el delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja, el doctor Frank Ein Arbernz, el general José Moscardó y otras autoridades españolas.
Para evitar problemas y como medida de seguridad los prisioneros no llegan a verse en los muelles. Fueron trasladados a diferentes instalaciones portuarias debidamente preparadas, donde pasaron lista, los ya ex prisioneros con su equipo a sus pies.
Durante la revista realizada a las tropas alemanas se produjo un emocionante episodio cuando una monja, de un colegio de la Ciudad Condal, que ayudaba a los heridos reconoció entre los soldados a su hermano, hecho prisionero en El Alamein, y a quien no había visto desde el comienzo de la guerra.
Cuando finalizó el recuento los soldados aliados se dirigieron al navío en el que llegaron sus enemigos, el Cuba. Los alemanes embarcaron por el otro lado del puerto en el Djenné. Todos portaban paquetes con diferentes productos donados por las autoridades españolas. Los heridos embarcan en los buques hospital Aquileia y Tairea.
Las tripulaciones de los barcos de transporte de ambos bandos al al ver aproximarse a sus compañeros de armas los recibieron con grandes muestras de alegría y entonando los himnos nacionales y de campaña. En los barcos hospital se respetó la convalecencia de los heridos y el recibimiento fue más tranquilo.
España participó en otros canjes de prisioneros en 1944, como los de una trentena de heridos británicos y norteamericanos en el puesto fronterizo de Irún y el de Barcelona en el que fueron canjeados 1021 aliados, que llegaron a bordo del buque italiano Gravisca, por 833 alemanes que arribaron en el Gripsholm de bandera sueca.
Durante la Primera Guerra Mundial España tambien colaboró en el canje de prisioneros.
Para saber más:
La prensa humanitaria en la España contemporánea (1870-1989), de José Carlos Clemente y Juan Francisco Polo
Ajuntament de Barcelona
Bulletin for Spanish and Portuguese Historical Studies, Diciembre 2012
Diario ABC del 28 de Octubre de 1943, pags .7 a 10
Diario ABC del 29 de Octubre de 1943, pags. 14 y 31
Diario La Vanguardia del 26 de octubre de 1943
Diario La Vanguardia del 18 de mayo de 1944
Buques Tairea y Cuba izquierda Djenné y Aquileia derecha |
Casi a la vez, en el otro extremo del puerto, los británicos atracan el transporte francés Cuba, capturado por los británicos a los franceses y el Tairea. En ellos viajan 1061 prisioneros alemanes, 425 heridos o enfermos y 60 heridos graves. La mayor parte pertenecen al Afrika Corps de Rommel y fueron hechos prisioneros durante los combates en Libia. Algunos fueron veteranos de la Guerra Civil Española.
Entre los prisioneros británicos había soldados australianos, hindúes y neozelandeses, de edades muy variadas, desde muchachos de veinte años a hombres maduros de más de cincuenta. Los alemanes eran mayoritariamente jóvenes entre los veinte y los treinta años. Se da la coincidencia de que por uno y otro bando hay prisioneros de la campaña de Creta.
Como parte de supervisores del desembarco y canje de prisioneros está el embajador británico en España, Samuel Hoare y el Dr. Hans Heinrich Dieckhoff, el embajador alemán y el último en Washington debido a que Alemania declaró la guerra a los Estados Unidos. Como testigos neutrales se encuentran el delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja, el doctor Frank Ein Arbernz, el general José Moscardó y otras autoridades españolas.
Para evitar problemas y como medida de seguridad los prisioneros no llegan a verse en los muelles. Fueron trasladados a diferentes instalaciones portuarias debidamente preparadas, donde pasaron lista, los ya ex prisioneros con su equipo a sus pies.
Durante la revista realizada a las tropas alemanas se produjo un emocionante episodio cuando una monja, de un colegio de la Ciudad Condal, que ayudaba a los heridos reconoció entre los soldados a su hermano, hecho prisionero en El Alamein, y a quien no había visto desde el comienzo de la guerra.
Cuando finalizó el recuento los soldados aliados se dirigieron al navío en el que llegaron sus enemigos, el Cuba. Los alemanes embarcaron por el otro lado del puerto en el Djenné. Todos portaban paquetes con diferentes productos donados por las autoridades españolas. Los heridos embarcan en los buques hospital Aquileia y Tairea.
Las tripulaciones de los barcos de transporte de ambos bandos al al ver aproximarse a sus compañeros de armas los recibieron con grandes muestras de alegría y entonando los himnos nacionales y de campaña. En los barcos hospital se respetó la convalecencia de los heridos y el recibimiento fue más tranquilo.
España participó en otros canjes de prisioneros en 1944, como los de una trentena de heridos británicos y norteamericanos en el puesto fronterizo de Irún y el de Barcelona en el que fueron canjeados 1021 aliados, que llegaron a bordo del buque italiano Gravisca, por 833 alemanes que arribaron en el Gripsholm de bandera sueca.
Durante la Primera Guerra Mundial España tambien colaboró en el canje de prisioneros.
Para saber más:
La prensa humanitaria en la España contemporánea (1870-1989), de José Carlos Clemente y Juan Francisco Polo
Ajuntament de Barcelona
Bulletin for Spanish and Portuguese Historical Studies, Diciembre 2012
Diario ABC del 28 de Octubre de 1943, pags .7 a 10
Diario ABC del 29 de Octubre de 1943, pags. 14 y 31
Diario La Vanguardia del 26 de octubre de 1943
Diario La Vanguardia del 18 de mayo de 1944