La Navidad es un periodo muy especial y sobre todo para los soldados en el frente. En Stalingrado quizás fue la más dura de todas. Esto que claramente representado en el testimonio del corresponsal de guerra alemán Heinz Schröter.
El 24 de diciembre los combatientes celebraron su fiesta de Navidad, mientras un cielo gris, como su triste existencia, se extendía por el frente; un frío implacable helaba las almas y el paisaje.
[...] Los soldados sólo tenían en común sus manos vacías y la bóveda del cielo, que en aquellos días estaba surcada por una humareda sanguinolenta.Los pobres soldados se preguntaban porque Dios permitía que volviese la Navidad cuando los hombres se mataban unos a otros en una orgía de sangre.
[...] Pudo verse un largo y espantoso cortejo: granaderos, generales, enfermos, heridos, lisiados, hombres todavía útiles, héroes y cobardes, tiritando de frío bajo sus capotes de piel, sus mantas, sus uniformes quemados, con la cabeza o el vientre envueltos en trapos ensangrentados, se pusieron en camino, a menudo arrastrándose a gatas, hacia el aeródromo.
[...] La procesión de los heridos dejaba tras de si una estela de sangre, innumerables objetos de la impedimenta estaban esparcidos por el suelo. Un bombardero, un aparto de transporte y dos cazas yacían destruidos por allí. Los fugitivos se apresuraban, pues la muerte les pisaba los talones. El hambre les torturaba, la angustia oprimía sus gargantas y el frío helaba la sangre.Los hombres que intentaban salir pasaban junto a los muertos que estaban agrupados y apretados unos contra otros, como si todavía intentasen darse calor. Algunos miles de soldados llegaron al aeródromo sin garantía de salida. Más de catorce mil quedaron detenidos en el camino de la muerte de Pitomnik congelados por el frío, tan mortal como las armas soviéticas, mientras agotados y desesperados suplicaban y nadie les ayudaba.
El aeródromo de Pitomnik cayó en manos soviéticas el 16 de enero de 1943. El más pequeño de Gumrak cayo el 23.
En uno de los últimos aviones en escapara del cerco pudo salvarse la conocida como "Madonna de Stalingrado", que tanto reconfortó a muchos soldados en la triste Navidad de Stalingrado. Su autor no tuvo tanta suerte y murió en un campo de prisioneros en 1944.
El 31 de enero, 90 000 soldados al mando del recién ascendido Mariscal de Campo Friederich Paulus se rindieron. Los combates terminaron definitivamente el 2 de febrero. Solo volvieron a Alemania 5000 supervivientes.
Para saber más:
Les Sacrifiés. Stalingrad Jusqu'à La Dernière Cartouche, de Heinz Schröter
Revista World War II, enero-febrero 2007
La guerra siempre es dura. Pero mas dura cuando estás en esas condiciones. Excelente artículo. Feliz Navidad.
ResponderEliminarMuchas gracias. Feliz Navidad y prospero 2020.
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