Autor invitado: Alberto Martínez Diaz
En el imaginario colectivo asociamos las grandes batallas de la Historia a hazañas heroicas individuales o a la defensa de valores identitarios encabezados por brillantes generales dotados de una inteligencia que los hacía salir triunfantes del campo de batalla frente al enemigo. Con el paso del tiempo, cada vez adquirió mayor importancia la superioridad tecnológica y logística de los ejércitos en la consecución de las victorias y hoy en día podemos calificarla como determinante.
Durante la Segunda Guerra mundial se libraron simultáneamente dos escenarios de confrontación, uno, lógicamente, en el frente de batalla y el otro en la retaguardia, en el campo científico y de la ingeniería.
Aunque los alemanes contaban con mejores científicos e ingenieros y propiciaron grandes avances tecnológicos, finalmente se vieron desbordados por la mayor capacidad de producción de armamento de los EE.UU.Todos recordamos los carros de combate Panzer, especialmente el Tiger (Panzerkampfwagen VI Tiger Ausf. E) muy superiores a los Sherman M4 estadounidenses o al T-34 soviético y a los míticos aviones Mustang estadounidenses, los británicos Spitfire y Hawker Hurricane o los Messerschmitt, Heinkel y Junker alemanes. Menos conocidos por el gran público fueron algunos inventos y desarrollos científicos que no se encuadran en la categoría de armamento pero que cambiaron el curso de la guerra. Me refiero, por ejemplo, al desencriptado de la máquina enigma, que permitió conocer la comunicaciones alemanas y la posición de los letales submarinos alemanes U-Boote con su táctica de manada de lobos (Rudeltaktik), la invención del radar por los ingleses, que permitió a la RAF anticiparse a la Luftwaffe en los cielos, en la denominada Batalla de Inglaterra o al mucho menos conocido, pero no menos importante puente de Bailey.
Donald Bailey (1901-1985), era el diseñador jefe del Experimental Bridging Establishment de los Ingenieros Reales, cuando diseñó en
1940 el puente que lleva su nombre, que terminaría reemplazando al puente Inglis (Sir Charles Edward Inglis) como equipamiento del ejército Británico. El puente
tuvo tal éxito que fue adoptado por la mayoría de ejércitos del mundo y actualmente todavía se fabrica una variante modernizada del mismo para su uso en zona de desastres o en países subdesarrollados.
El propio Mariscal Montgomery reconoció en 1947 la importancia del mismo en la contienda: "Los Puentes Bailey fueron una contribución enorme hacia el final de la Segunda Guerra Mundial" En referencia a sus propias operaciones con el VIII Ejército Británico en Italia y el 21º Grupo de Ejército en el noroeste de Europa "no habrían podido mantener el ritmo de avance necesario, y se habrían puesto seriamente en riesgo, de no haber contado con el suficiente suministro de Puentes Bailey".
En 1943 se le otorgó a Donald Bailey el nombramiento de oficial de la Orden del Imperio Británico y en 1946 se le concedió el título de "Sir" en reconocimiento por la contribución de su diseño a la victoria Aliada.
La producción dio comienzo en
julio de 1941, entrando en servicio a partir de diciembre de ese mismo año.
La 237 Field Company fue la primera unidad en construir un puente Bailey en contacto con el enemigo el 25 de
noviembre de 1942, cuando levantaron un puente de 30 metros sobre el río Medjerda en Madjez el Bab, Túnez. Durante la guerra fueron fabricadas unas 490.000 toneladas de material, con un total de 320 kilómetros de longitud de puentes fijos y unos 64 km. de puentes flotantes construidos (las cifras varían según las fuentes).
La gran importancia de esta infraestructura durante la guerra proviene de la rapidez y facilidad de su implantación en el terreno tan solo con fuerza humana sin intervención de grúas o maquinaria pesada, incluso bajo fuego enemigo, para cruzar ríos cuyos puentes habían sido destruidos previamente por los alemanes para dificultar el avance de las tropas aliadas.
Se trata de un puente portátil de entramado, realizado a partir de módulos prefabricados regulares del tipo "mecano" de unos a 3 metros de longitud, que
permite salvar vanos de hasta 60 metros. Las distintas piezas que conforman cada módulo son uniformes, transportables a mano y fijadas mediante sistemas de sujeción que no necesitan herramientas complejas. [
Descargar manual]
El elemento básico de este sistema es el panel de tres metros de longitud y un metro y medio de altura realizado mediante vigas en celosía, que son trabadas transversalmente con vigas simples mediante fijaciones, constituyendo la parte inferior que apoyará en la capa de rodadura.
Las distintas piezas estandarizadas que constituyen el modulo básico son transportadas mediante camiones y el montaje del puente está perfectamente detallado en el manual que describe la forma y modo de ensamblaje de las mismas. Según el manual de 1943 del Departamento de Guerra de EE.UU el tiempo de montaje por soldados especializados oscilaba entre las 2 horas para un puente de 12 metros y las 24 horas para un puente de 60 metros, sin contar el tiempo de preparación de la zona, descarga y otras consideraciones de visibilidad, mal tiempo o actividad enemiga.
Dado que este post está pensado para el público en general, no me detendré en las características técnicas del puente diseñado por Donald Bailey que le confieren la robustez estructural y la capacidad de soportar los esfuerzos y tensiones producidas durante el tiempo que está en voladizo hasta que se apoya en el otro extremo del cauce.
El propio Donald Bailey explicaba en un video con un sencillo ejemplo fácil de entender el principio básico que otorga tales propiedades al puente. Para ello utilizó cajas de cerillas. Resumo el pequeño experimento que cualquiera puede hacer en casa: Se necesitan varias cajas de cerillas vacías (cada caja representa un módulo del puente), de las cuales extraeremos parcialmente el cajetín interior más o menos hasta la mitad. Introducimos la parte del cajetín que ha quedado fuera en el hueco posterior de la siguiente caja de cerillas y así sucesivamente hasta obtener un conjunto ensamblado de cajas de cerillas que se comportan como un único objeto. Se adjunta un esquema del ensamblaje para una mejor comprensión.
Una vez descargados de los camiones las piezas de los módulos necesarios para salvar la distancia entre orillas del río, se prepara el terreno fijando sobre el mismo una estructura con rodillos encima de la cual se van ensamblando de uno en uno los distintos módulos y deslizándolos (lanzamiento de la estructura) hasta que se alcanza la otra orilla. Finalmente se quitan los rodillos, se fija la estructura y se instala el solado del puente. Inicialmente se hacía con tablones de madera, aunque posteriormente se reforzaría con planchas de acero para evitar los destrozos ocasionados en la misma por las cadenas de los carros de combate.
El ejército español tiene actualmente en dotación este tipo de puentes y son numerosos los casos en los que por desastres naturales han instalado puentes Bailey en toda la geografía española, en concreto los últimos se instalaron en Artá (Mallorca) y en El Rubio (Sevilla). Para los aficionados cinéfilos os recomiendo la magnífica película Un puente lejano (A Bridge Too Far, 1977) dirigida por Richard Attenborough y basada en la fallida operación Market-Garden, donde aparece el puente Bailey.
Alberto Martínez Diaz es ingeniero civil, autor del blog HA Historia y Arte y escritor. Ha publicado la "Doncella en la Nieve" y recientemente "Las Máscara Alana" a la venta en Amazon. Podéis seguirle en Facebook .
Para saber más:
Wikipedia (Puente Bailey)
Wikipedia (Donald Bailey)
Internet Archive
Youtube (Animación 3d de la instalación)
Revista Ejército nº 141
Youtube The Man Behind The Bailey Bridge (1945)