En el cementerio francés de Oise-Aisne, un camposanto rodeado de árboles y rosales, reposan los cuerpos de más de 6.000 soldados estadounidenses caídos en combate durante la Primera Guerra Mundial, la mayoría cayeron mientras defendían la localidad durante 1918. Tiene un monumento con una capilla y una sala de mapas. Pero también hay un rincón secreto. La Parcela E.
La Parcela E, creada en 1944, no tiene cruces, no tiene nombres, tan solo unas placas en el suelo con un simple número. Esos números corresponden noventa y seis soldados desconocidos. No son héroes. Son unos olvidados de la Segunda Guerra Mundial.
Encontrar información sobre esta parcela es una tarea casi imposible, está oculta por el secreto institucional. De hecho no está permitido visitarla.
Los soldados allí enterrados fueron sentenciados a muerte por delitos tan graves como el asesinato indiscriminado de mujeres o la violación de niños durante la contienda. Su muerte no merece el reconocimiento de las generaciones que les siguieron. Es uno de los capítulos más oscuros del ejército norteamericano en la Segunda Guerra Mundial.
Durante la Segunda Guerra Mundial fueron condenados a muerte 443 soldados norteamericanos. Tan solo fueron ajusticiados los 96 que están enterrados en la Parcela E. Todos ellos fueron ejecutados en la horca.
Durante la guerra los actos de violencia extrema son relativamente habituales, especialmente los llevados por el odio. Como el caso de un paracaidista que durante las operaciones del Día D llevaba sus guantes amarillos teñidos de rojo por la sangre de los alemanes a los que les había cortado las orejas.
En general, las tropas aliadas, con evidentes excepciones, cuando iban ocupando territorios tenían más necesidad de descansar y dormir que de estar con mujeres. Pero poco a poco, cuando estaban en retaguardia, lejos del combate, las necesidades sexuales de los jóvenes soldados aumentaban. A pesar de su prohibición expresa muchos recurrieron a los burdeles para saciar su deseo. Otros más salvajes recurrieron a la violación.
Según el historiador Fernando Paz, el Ejército estadounidense violó a unas 17.000 mujeres durante la guerra, lo que llegó a oídos del Comandante en Jefe de las Fuerzas Aliadas, Dwight D. Eisenhower que ordenó que fueran ajusticiados todos los que resultaran culpables tras un juicio. Casi la mitad de las denuncias por violación se hicieron a soldados afroamericanos. El encargado de cumplir algunas de las sentencias fue el único verdugo del ejército norteamericano que había en Europa, el sucio e incompetente sargento, John C. Woods, que también llevó a cabo las ejecuciones de los gerifaltes nazis sentenciados en los juicios de Nüremberg.
Entre los 96 olvidados de la Parcela E, se encuentran: el soldado Eddie Slovick, el primer estadounidense ejecutado por deserción desde la Guerra de Secesión norteamericana y el afroamericano Lee A. Davis, condenado por violar a dos mujeres y asesinar a una de ellas. Otro de los inhumados es Blake W. Mariano que cometió tres violaciones y un asesinato en abril de 1945.
Desde 1987, Eddie Slovick descansa en un cementerio en los Estado Unidos, ya que se consideró que su crimen no era para nada comparable al de los demás soldados. Otro caso similar es el del soldado Alex F. Miranda. En la actualidad la Parcela E solo la ocupan 94 cuerpos.
Para saber más:
Folleto sobre el cementerio en PDF
El Día D: la batalla de Normandía, de Antony Beevor
100 Historias Secretas de la Segunda Guerra Mundial, de Jesús Hernández
Núremberg. Juicio al nazismo, de Fernando Paz
American Battle Monuments Commission
ABC
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