La batalla de Stalingrado, la más dura de las derrotas de Alemania y el principio del fin del III Reich, está llena de historias dramáticas. Una de esas historias es la del escudo de Stalingrado.
Desde que comenzara la guerra en septiembre de 1939, las batallas y conquistas en las que los soldados alemanes habían intervenido, como Narvik, se conmemoraban con un distintivo alusivo, que portarían a partir de entonces. Así pues, cuando en 1942 Stalingrado estaba prácticamente en manos de la Wehrmacht, Hitler, vendió la piel del oso antes de cazarlo, así que ordenó que se creara el "Escudo de Stalingrado" como conmemoración de la victoria.
La orden de crearlo la recibió la 637ª Compañía de Propaganda, que se encontraba en Stalingrado. Uno de sus miembros, el excelente dibujante Ernst Eigener, de 37 años y veterano desde la campaña de Polonia, fue el encargado de su diseño. Dos de los "skizzenbuchs" (cuadernos de dibujo) de Eigener se publicaron durante la guerra. El primero en 1941 llamado "Mein Skizzenbuch" y el segundo en 1942 que incluye su trabajo artístico de la campaña rusa "Skizzen aus dem Ostfeldzug".
Eigener, tenía un alma sensible, amaba la vida con la misma fuerza con la que odiaba la guerra y su sueño cuando acabara la guerra era poder tener una granja en Rusia, un país que amaba.
Su diseño fue un dibujo que representaba un silo de grano en medio de las ruinas nevadas de la ciudad del Volga, con un cielo cubierto de nubes. En el centro del escudo un soldado muerto y alrededor del casco del soldado, una corona de alambre de púas y arriba una única palabra "Stalingrad". Todo coronado con un águila.
El dibujo fue enviado a Hitler, que lo devolvió afirmando que era demasiado desmoralizador. Mientras, Eigener caía muerto en combate entre los escombros de Stalingrado como el soldado de su dibujo.
Antes de entrar en combate escribió unas proféticas palabras:
Las estrellas son eternas, pero los hombres deben vivir como si fueran a morir al día siguiente.
Se presentó un segundo prototipo en el que el soldado había sido sustituido por el río Volga, pero nunca se instituyó porque el 6º Ejército finalmente fue rodeado y destruido. El Mariscal Paulus se rindió el 30 de enero de 1943 y fue hecho prisionero junto a más de 100.000 de sus hombres. Sólo 5,000 sobrevivieron para regresar a casa después de la guerra.
Adolf Hitler, al frente del Partido Nacionalsocialista Alemán (NSDAP) llegó al poder a comienzos de 1933 y apenas unos meses después se quemaron más de 20.000 libros de autores considerados nocivos por el estado, dentro de la Acción Contra el Espíritu Anti-alemán (Aktion wider den undeutschen Geist), una campaña de censura sobre la literatura contraria a la ideología del régimen y considerada "nociva" para la cultura del recién nacido III Reich.
La censura establecida por el estado prohibía la edición, distribución y el uso académico de ciertos autores y 5.800 títulos considerados representativos de la "decadencia moral" y del "bolchevismo cultural". Entre los autores se encontraban Karl Marx, Sigmund Freud, Ernest Hemingway, Erich María Remarque, Marcel Proust, H. G. Wells, James Joyce, Oscar Wilde, Jack London, Franz Kafka, Rosa Luxemburg, Bertolt Bretch, Joseph Conrad, entre muchos otros.
El 10 de mayo de 1933 se prendieron hogueras en la Plaza de la Ópera (Opernplatz) en Berlín, frente a la Universidad Humboldt, y en 21 universidades más. Los bomberos tuvieron que intervenir en la Opernplatz pero no para apagar el fuego. Acudieron para arrojar gasolina ya que la lluvia había mojado la pira de libros y esta no ardía. Las hogueras fueron dispuestas por organizaciones estudiantiles como la Nationalsozialistischer Deutscher Studentenbund (NSDStB). La gran mayoría de los profesores participaron en ellas. De este modo se pretendía evidenciar que las universidades no ejercerían ninguna oposición al nuevo régimen. Aun así, con el tiempo, nacieron algunos pequeños grupos como la "Rosa Blanca", en la universidad Ludwig-Maximilians, de Münich. Apenas un mes antes, según la Ley para la restauración del servicio público profesional del 7 de abril, se inició un boicot a numerosos profesores para que estos abandonaran la docencia.
Otras quemas de libros tuvieron lugar el 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano que tradicionalmente se celebra con fogatas. Resulta paradójico que posiblemente la nación mas culta de Europa permitiera semejante aberración.
Previamente a la quema de los libros se realizó una recogida "voluntaria" de libros en bibliotecas públicas y privadas; y en librerías a la que se sumaron los ejemplares que fueron aportando los estudiantes.
Sin embargo, la quema de los libros, no se trató, como se pretendía hacer creer, de unos actos espontáneos por parte de los universitarios, sino de una acción, orquestada y coordinada por el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels., que en Berlín dio un discurso incendiario en el que de modo violento e injurioso contra los autores condenados y sus obras; y secundado por otro del líder estudiantil nacionalsocialista Herbert Gutjahr.
Con la quema de los libros el gobierno nazi dejo clara su pretensión de conquistar la hegemonía y el control de la cultura.
"Dort, wo man Bücher verbrennt, verbrennt man am Ende auch Menschen" (Donde se queman libros se terminan quemando también personas), había escrito el poeta judío alemán del siglo XIX, Christian Johann Heinrich Heine. La frase resultó tristemente profética. Años más tarde, comenzaría el genocidio contra todo tipo de minorías y personas consideradas indeseables, entre ellos millones de judíos, conocido ahora como holocausto.
Como testimonio, de lo que la revista norteamericana Newsweek llamó entonces Holocausto de libros, en el mismo lugar donde se realizó la la más importante quema de libros, la antigua Opernplatz (hoy Bebelplatz), de Berlín, se encuentra un monumento bajo el adoquinado que muestra estantes blancos. Vacíos. Sin libros.
Se ha escrito mucho sobre los judíos y su persecución en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, pero poco se sabe sobre lo que paso con ellos en el Lejano Oriente. En especial en el Imperio del Japón y sus territorios conquistados.
Shanghái tuvo la mayor comunidad judía, con unos 30.000 viviendo en la ciudad y sus alrededores, pero también vivían en pequeñas comunidades en Filipinas, las Indias orientales y en China. Los que vivían en la Indochina francesa, tras la ocupación alemana de Francia, estaban sujetos a las leyes antijudías que se proclamaron en la zona no ocupada, conocida como Francia de Vichy. Entre las leyes se encontraba la imposibilidad de poder ostentar cargos públicos.
Incluso los judíos de Indochina sufrieron pocos malos tratos en comparación con la persecución y extermino que sufrieron en Europa en el mismo periodo. Las fuerzas japonesas encarcelaron o castigaron a un número muy limitado de judíos por su condición.
En un principio el punto de vista de los japoneses respecto a los judíos, no es desde la perspectiva racial, como sucedía en Alemania. Era más bien una cuestión de nacionalismo y de miedo a las conspiraciones extranjeras. Tras la firma del tratado tripartito de 1940, fue cuando el antisemitismo empezó a crecer entre las clases dominantes de Japón.
Al comienzo de la guerra en el teatro del Pacífico, los socios alemanes presionaron a Tokio a tomar acciones con respecto a la comunidad judía, en especial la de Shanghái, que era la más numerosa de Asia y en donde había un importante número de alemanes a los que Hitler les había retirado la nacionalidad alemana.
En 1942, Alfred Rosemberg, Ministro de los Territorios Ocupados del Este, envió a la embajada de Japón en Berlín una petición al gobierno japonés en el que insistía en la petición de que tomara acciones en los territorios ocupados por Japón. Cuando en Wannsee las autoridades nazis acordaron las acciones a tomar para solucionar “el asunto judío”, el gobierno de Tokio no las hizo suyas y la política judía en Asia siguió más o menos tolerante.
Aunque la política japonesa con los judíos se hizo pública en 1942, los judíos tan solo eran tratados como extranjeros, con las consabidas reticencias en un estado tan hermético como el japonés. De este modo los judíos que poseyeran una nacionalidad serían tratados como ciudadanos del país al que pertenecían. Las únicas distinciones basadas en la cultura y la raza se tuvieron en consideración con los apátridas, que quedaban bajo una estricta vigilancia y con sus movimientos muy restringidos.
Los judíos que eran considerados útiles para Japón debido a su influencia política o económica, fueron tratados como antes de la guerra. Incluso mejoraron.
Uno de los principales problemas a los que se enfrentaron los judíos fue la escasez de alimentos y productos de primera necesidad y de dinero, por lo que el gobierno japonés permitió el trabajo de las organizaciones de socorro judío. Los que residían en Shanghái además se vieron afectados por las constantes luchas entre China y Japón que venían desde 1937.
En 1945, murieron 30 judíos y sufrieron heridas unos 300 tras los bombardeos que sufrió Shanghái. Tras los bombardeos, las autoridades japonesas permitieron a los sobrevivientes trasladarse a otras ciudades.
Acabada la guerra, Tokio comenzó una campaña para desligarse de su socio alemán, destacando claramente la diferencia de tratamiento a los judíos entre Japón y los nazis. Con esto también pretendían aumentar la influencia japonesa con los judíos en todo el mundo.
La selva es un lugar inhóspito para el ser humano, a pesar de estar lleno de vida. La selva es húmeda, angosta, claustrofóbica y parece que en cada rincón hay un animal que pretende morderte o convertirte en su comida. Si no, que se lo digan a los soldados japoneses que terminaron devorados por los cocodrilos en Ramree.
Esa sensación la sentimos en cada página de la última novela del escritor y divulgador David López Cabia, "Ecos de la Jungla".
Prologada por el gran orientalista Rubén Villamor, la novela nos traslada a marzo de 1943 y a las profundas junglas birmanas situadas más allá del rio Chindwin, más allá de las líneas enemigas.
En un viaje de redención el teniente Locke ha de sobrevivir a una de las peores experiencias a las que se puede someter a un soldado: la selva y el constante acecho de un enemigo implacable. Una situación en la que se pone a prueba el cuerpo y la mente del soldado.
Locke pasará por importantes escenarios de la Segunda Guerra Mundial en Asia: la caída de Singapur o la batalla de Kohima. Un asedio tan duro que se le llegó a conocer como "El Stalingrado de Oriente".
Con una exhaustiva documentación previa, David ya nos llevó en "La Última Isla", una de sus primeras novelas, a la guerra del Pacífico y en sus otras novelas vivimos con sus personajes la lucha en calor extenuante del desierto o en el frio helador de Bastogne. Siempre ha sabido llevar a sus personajes a situaciones límite, tanto a nivel mental como fisco.
Respecto a "Ecos de la Jungla", comparto con Rubén Villamor la comparación que hace con "El Corazón de la Tinieblas" de Joseph Conrad. En cada una de sus páginas te sientes como si estuvieras en la selva.
La portada del libro es obra del cineasta y fotógrafo Laureano Clavero realizador de los documentales "El diario de Peter Brill" y "1.533 km hasta casa", disponibles en Amazon Video. También ha colaborado con David López Cabia en la realización del libro fotográfico "Enfocando la Segunda Guerra Mundial".
Los aguerridos soldados de la portada son los recreadores Joan Parés y Sergio Vargas que posan en medio de la jungla de Birmania. Bueno, en realidad esta "Birmania" se encuentra en Granollers, Barcelona. Un gran trabajo del equipo de Mirasud Producciones. También hay que dar las gracias al ilustrador Roberto Hernández autor de los mapas que ayudan al lector a seguir las peripecias del teniente Locke, en "Ecos de la Jungla".
Puedes obtener tu copia firmada contactando con el autor a través de correo electrónico en info@davidlopezcabia.es, en Editorial Círculo Rojo y en librerías. Sin duda un buen regalo para estas Navidades.
La "Orden 227", firmada por Stalin, fue una disposición que establecía, entre otras, que todo aquel soldado soviético que se retirase sin el permiso expreso del alto mando sería disparado sin juicio previo. Había que luchar hasta la muerte para que la Madre Rusia venciese sobre la Alemania nazi, costase las vidas que costase. Todo el que huía del enemigo era considerado un cobarde y un traidor, y por ello merecía la muerte. Era una orden que dejaba claro hasta donde podía llegar Stalin para derrotar a Hitler.
El 28 de julio de 1942, Stalin, como Comisario de Defensa del Pueblo, firmó esta orden ante el imparable avance alemán y las graves pérdidas soviéticas. Leída en todas la unidades de combate, establecía que era la hora de detener la retirada ante las tropas alemanas. Desde es momento "la férrea ley para cada oficial, soldado y oficial político debe ser "Ni un paso atrás" sin órdenes superiores". Un año antes, Yákov el hijo mayor de Stalin se había rendido ante las tropas alemanas.
La Orden 227 establecía en primer lugar que, ningún mando podía ordenar la retirada sin la autorización"del Comandante del Frente" y los que la incumplían "enviarlos a la Stavka para ser sometidos a consejo de guerra".
Otra disposición establecía que se debía "crear en cada Frente de 1 a 3 (dependiendo de la situación) batallones penales (800 soldados) a los que deben enviarse los comandantes y oficiales políticos de todas las armas que hayan roto la disciplina por cobardía o inestabilidad. Estos batallones deben situarse en las secciones más expuestas de un Frente, dándoles así una oportunidad de redimir sus crímenes contra la Madre Patria con su sangre". Hasta el fin de la guerra más de 400.000 soldados estuvieron en batallones penales.
¡Ni un paso atrás!
Cuando Stalin decía que: "En el Ejército soviético hace falta más valor para retirarse que para avanzar" se refería principalmente a la mas terrible y controvertida, que ordenaba "formar de 3 a 5 unidades (200 integrantes) de guardias bien armados (barrera), y desplegarlos en la retaguardia de las divisiones poco fiables para ejecutar en el sitio a quienes propaguen el pánico y a los cobardes en caso de pánico o de retirada caótica, dándoles una oportunidad así a los soldados fieles para hacer su deber ante la Madre Patria".
El 29 de octubre de 1942, el establecimiento de las unidades de bloqueo fue anulado, aunque algunos comandantes nunca llegaron a ponerla en práctica, principalmente porque lo consideraban una pérdida de recursos en el frente. El 20 de noviembre de 1944 las unidades de bloqueo fueron oficialmente disueltas.
Aunque durante los dos primeros meses se calcula que unos 1000 soldados fueron ejecutados por las unidades de bloqueo, se desconoce el número de soldados muertos debido a esta tremenda y cruel orden, ya que esta permaneció prácticamente oculta hasta 1988.
El 6 de agosto de 1945 el mundo cambio para siempre. Hiroshima quedó arrasada hasta los cimientos por la primera bomba atómica. Tres días después los Estados unidos lanzaron una segunda bomba sobre Nagasaki.
El coste humano fue apocalíptico. 250000 personas perdieron la vida a consecuencia de las bombas. El 15 de agosto Japón se rinde y el 2 de septiembre firma la rendición a bordo del acorazado Missouri, en la bahía de Tokio.
El 30 de agosto llegaron a tierra japonesa los primeros 15000 soldados estadounidenses de las fuerzas de ocupación. Les seguirían más durante los siguientes 7 años. La primera misión fue la liberación de los presos de los campos de prisioneros, donde habían sido tratados de manera infame y donde muchos habían perecido. Los japoneses consideraban que la rendición era un deshonor y además no habían firmado la convención de ginebra.
Japón había quedado prácticamente devastado por los bombardeos iniciados 6 meses antes de la rendición. La vida de la población civil eran muy dura. Sus casas de madera habían desaparecido. Tenían que vivir dentro de cuevas, haciendo un agujero en el suelo y cubriéndose con lonas o en pequeñas chabolas construidas con los pocos escombros que estaban a su alcance. Un importante número de personas habían caído en una profunda depresión por la destrucción y la derrota. Habían perdido la voluntad de vivir.
En los primeros meses de ocupación estadounidense 120.000 niños huérfanos vagaban por las calles. De ellos, unos 50.000 no encontraban a sus familias por culpa del caos de la guerra. Tenían que buscarse la vida ellos solos.
La escasez de alimentos era un asunto especialmente grave. Las mujeres hacían larguísimas colas con sus niños a la espalda para poder conseguir un poco de agua o comida. Con las raciones que daba el gobierno japonés era practicante imposible sobrevivir. Para intentar paliar el problema, el gobierno nipón les decía que intentaran aumentar la ingesta de alimentos con ratas o insectos. Si los ocupantes no adoptaban medidas para evitar la hambruna, la mortandad sería muy elevada.
Alimentarlos era algo más que una cuestión humanitaria. El riesgo de revueltas crecía con el hambre. Tras grandes esfuerzos, el generalMcArthur, logró que parte de los alimentos que estaban almacenados en previsión de una invasión a Japón se distribuyera entre la población nipona.
Otra cuestión a la que se enfrentaban los ocupantes eran las mentes de los japoneses. Las tropas japonesas habían luchado, matado y muerto por su emperador y según el siontoismo, el emperador es un dios.
Hirohíto estaba a la cabeza de la lista de criminales de guerra japoneses y, como tal, debía ser juzgado. Pero McArthur tenía otros planes para el emperador. Hirohíto se mantendría en el trono a condición de que apoyara todas las decisiones del ocupante norteamericano que sirvieran para transformar la sociedad japonesa. De este modo pudo llegar a las mentes y los corazones de los nipones. Si el emperador hubiera sido juzgado, muchos japoneses se habrían suicidado o se habría desatado la violencia en el país.
En octubre de 1945, se ordenó la liberación de miles de presos políticos y la temible Kempeitai fue disuelta, mientras se hacia una purga en el gobierno japonés, colocando en su lugar a japoneses que creían en dar un cambio radical a su país, para darle más estabilidad y prosperidad, con la ayuda de los norteamericanos.
El problema sanitario en Hiroshima y Nagasaki era muy preocupante. A las victimas de las explosiones había que sumar las que sufrieron tremendas quemaduras y las que comenzaban a padecer enfermedades a causa de la radiación. Entre las enfermedades estaba la aparición de unos queloides que producían dolor y picazón, problemas hepáticos o de tiroides y las llamadas Cataratas de Bomba atómica, que producían ceguera por culpa de la radiación. Pero el trabajo de tratar a las victimas recayó prácticamente en exclusividad en los médicos y sanitarios japoneses. Los médicos estadounidenses tan solo se preocupaban de los efectos que la radiación producía en las personas, incluso crearon una comisión para ello, pero no prestaron demasiada atención en cómo curarles.
En materia política, McArthur quería que las instituciones japonesas promulgaran una constitución. En febrero de 1946, después de ver que estas eran incapaces de cambiar, McArthur decidió imponer su propia constitución. Esta constitución daría un nuevo vuelco a las costumbres tradicionales japonesas, en especial a los derechos de las mujeres y la igualdad ante la ley. Uno de sus artículos más importantes incluía la prohibición de tener un ejercito que fuera capaz de llevar al Japón a la guerra. Este artículo se ha cumplido escrupulosamente hasta la actualidad. Convirtiéndolo con ello en uno de los países más pacifistas del mundo.
El 10 de abril de 1946 se celebraron las primeras elecciones libres en la historia japonesa, donde las mujeres pudieron ejercer el derecho al voto y en las que se aprobó masivamente la nueva constitución, que aunque fue redactada por los americanos se ajustaba al pueblo japonés.
A partir de entonces Japón se enfrentó a nuevos retos, como la repatriación de varios millones de japoneses entre los que se encontraban los soldados que se convirtieron en parias, ya que se les consideraban culpables de la derrota y la vergüenza de la nación y no recibieron ninguna pensión del estado hasta casi dos décadas después. Como para la mentalidad nipona la rendición era un deshonor, muchos terminaron suicidándose.
La capacidad de trabajo y honor del pueblo japonés lo llevó a levantarse de la destrucción y la derrota llevándole a ser uno de los países más poderosos del mundo, sin abandonar sus tradiciones. Y de ser un enemigo de Estados Unidos a ser uno de sus mayores aliados en Oriente y el Pacífico.
Video en Academia Play, el mayor canal de divulgación en castellano:
El racismo hacia los negros era común en Europa y América en los siglos XIX y principios del XX. Aunque tales prejuicios tenían una larga historia, en este periodo aumentaron con el desarrollo del darwinismo social, una "pseudociencia" que afirmaba que algunos grupos raciales eran genéticamente superiores a otros, por lo que se crearon los infames "zoológicos humanos". Estas ideas se utilizaron para justificar el imperialismo europeo del siglo XIX, cuando casi toda África fue ocupada por varios países europeos.
Los europeos que se establecieron en las colonias a menudo tenían actitudes extremadamente racistas hacia los africanos, y el imperio alemán no fue la excepción. Cuando Alemania perdió sus colonias después de la Primera Guerra Mundial, muchos alemanes regresaron a sus hogares y contribuyeron al crecimiento de los grupos de extrema derecha. Al mismo tiempo, el imperialismo condujo al desarrollo de una población negra en Alemania.
Algunos africanos, principalmente hombres jóvenes, fueron a trabajar o estudiar en Alemania y después de la Primera Guerra Mundial se les unieron otros que habían servido a los alemanes como soldados. Había entre 20000 y 25000 afroalemanes en la Alemania de entreguerras.
"600 bastardos acusan, el legado de los
crímenes negros contra los renanos"
La población afroalemana incluía un número significativo de personas de familias de raza mixta. Por lo general, eran hijos de colonizadores alemanes que se habían casado con mujeres africanas o de mujeres blancas que tenían relaciones con personas negras que trabajaban en Alemania. Esto demuestra, que a principios de siglo, el racismo no se daba en toda la sociedad alemana.
La población negra de Alemania era relativamente pequeña y en la década de 1920 no era una preocupación importante para grupos racistas como el Partido Nacionalsocialista.
Además de los negros alemanes originarios de las colonias, estaban los que procedían de la región perdida de Renania, que las tropas francesas ocuparon tras el Tratado de Versalles, hasta 1930.
Francia, que también tenía sus colonias en el norte y el oeste de África, usó al menos 20000 soldados africanos, para vigilar Renania, y algunos de ellos tuvieron relaciones con mujeres de origen alemán. De estas relaciones nacieron varios cientos de hijos mestizos a los que se le llamó, ya en los años 20, los "bastardos de Renania", porque por entonces se consideraba a los soldados africanos como depredadores sexuales que habían abusado de mujeres alemanas de raza pura que se vieron obligadas a dar a luz a seres de raza impura.
Esa idea la aplica Hitler al antisemitismo y relaciona a los negros con los judíos. En Mein Kampf, escribe:
Fueron y son los judíos quienes traen los negros a Renania, siempre con el mismo pensamiento secreto y un claro objetivo de destruir la odiada raza blanca por la 'bastardización' necesariamente resultante.
En abril de 1933, el Instituto de Antropología Kaiser Wilhelm, uno de los centros líderes de la "ciencia racial", recomendó que los niños fueran esterilizados para evitar que su "sangre extraña" pasara a otros alemanes, según una ley de 1933 que establecía la esterilización obligatoria de personas con enfermedades hereditarias y discapacitados.
El congoleño Jean Voste el único prisionero negro en Dachau
En 1935, se aprobaron las Leyes de Núremberg, que posteriormente se modificaron para incluir a los negros y a los gitanos en la misma categoría que los judíos. Dos años después al menos 385 niños mulatos de Renania fueron objeto de esterilización forzada, a menudo sin anestesia. Entre ellos estaban Thomas Holzhauser y Hans Hauck, hijo de un soldado argelino y una alemana aria. También hay evidencia de que algunos fueron víctimas de experimentos médicos.
Estas políticas no se aplicaron a otros afroalemanes, incluidos niños de razas mixtas de otras partes del país. Sin embargo, se enfrentaron una discriminación generalizada que dificultó la obtención de empleos y se les prohibió asistir a la universidad. Algunas personas negras pudieron hacer carreras en la industria del entretenimiento, tomando pequeños papeles en películas, como el actor nacido en la colonia alemana del África Oriental, Mohamed Husendonde o en espectáculos itinerantes de "danza y canción africana tradicional", como una continuación de los zoológicos humanos. También se siguió una política racista hacia el jazz, que los nazis llamaban "música degenerada", presentándola como una música utilizada por los judíos estadounidenses para corromper a la sociedad alemana. Fue prohibido en la radio pública en 1935.
¿Quién no ha jugado alguna vez a los naipes, al dominó, al Trivial o al Monopoly con los amigos o la familia?. Pues durante la Segunda Guerra Mundial estos "inofensivos" juegos sirvieron para que los soldados aliados, hechos prisioneros en los campos de concentración alemanes, pudieran fugarse.
Empecemos por uno de los juegos de mesa más populares de la historia y del que se han hecho numerosas versiones: el Monopoly. de este juego en 1941 se editó una versión que era un tanto especial. Utilizada por el servicio secreto británico.
En el servicio secreto británico operaba el MI9, que durante la Segunda Guerra Mundial se ocupó de ayudar a los combatientes de la resistencia en los territorios ocupados y de liberar a los soldados capturados. En 1941 dentro del MI9 se ideó un plan para hacer llegar instrucciones, dinero, pequeños objetos y, sobre todo, mapas que facilitasen la huida de los prisioneros camuflados en los juegos de Monopoly.
El MI9 contactó con John Waddington Ltd., la empresa que tenía la licencia en Gran Bretaña para fabricar el juego, y les indicaron las correspondientes órdenes e instrucciones para manufacturar, en secreto, esta edición "especial". De esta edición de 1941, se fabricaron diferentes versiones. Estas estaban adaptadas a las diferentes zonas de Europa a la que se iban a enviar.
Cada uno de estos Monopoly era un completo kit de fuga, incluía un mapa de la zona confeccionado en seda y tinta especial, ya que el papel se podía deteriorar si se mojaba; dinero de curso legal del país correspondiente, instrucciones y contactos de la resistencia y pequeñas herramientas, como limas o brújulas, camufladas en las fichas metálicas. También se marcó el tablero para avisar de que era la edición especial con un punto rojo en la casilla de aparcamiento gratuito.
Es imposible saber cuántos, de los más de 35.000 prisioneros de guerra que lograron escapar, lo hizo gracias a esta edición del Monopoly porque el servicio secreto obligó a mantener el plan en completo secreto para no comprometer a la Cruz Roja y poder seguir utilizándolo en posteriores ocasiones. Tras la guerra muchos de los mapas se utilizaron para confeccionar vestidos de mujer. Algunos de ellos se pueden ver en diversos museos de moda.
Posiblemente el juego más popular entre la tropa fueron los naipes. Al igual que con el Monopoly los servicios de inteligencia de estadounidense y británico supieron ver la oportunidad de utilizar las barajas de cartas para ayudar a escapar a sus soldados. Para ello recurrieron al fabricante de barajas Bicycle para esconder mapas dentro de las cartas.
Bicycle ideó una baraja muy especial. Las cartas estaban formadas por dos capas de cartulina entre las que se encontraba una porción de un mapa. Las dos capas se hallaban pegadas por una cola soluble al agua. De este modo al mojar ligeramente los naipes estos se podían "pelar" y obtener el mapa de su interior mientras el naipe se podía volver a utilizar sin despertar las sospechas de los guardias. Al reunir los 52 naipes se obtenía un mapa completo de la zona en el que se incluían rutas de escape, caminos poco transitados y lugares para esconderse camino de la frontera a un país neutral. Los cuatro ases contenían un mapa a pequeña escala de Europa y el Joker tenía la llave o leyenda del mapa.
Se desconoce el número total de fugados con este sistema, pero si se sabe que 32 prisioneros pudieron escapar del Castillo de Colditz, desde el que se planeo una de las fugas más impresionantes de la Segunda Guerra Mundial, aunque nunca se llegó a realizar.
Además de estos juegos tan populares, también se utilizaron, tableros de serpientes y escaleras, juegos de ajedrez, cubiletes y dados. El interior de tableros de Cribbage se utilizó para esconder partes de aparatos de radio.
Esto no se podría haber hecho sin la inocente colaboración de la Cruz Roja Internacional, que desconocía por completo lo peculiar de estos juegos de mesa. La Convención de Ginebra permitía a los prisioneros de guerra recibir paquetes siempre que fuesen entregados por la Cruz Roja, pero esta no podía intervenir en las fugas ya que los nazis podían tomar represalias, como restringir los envíos de paquetes o medicamentos así que los servicios secretos crearon organizaciones benéficas ficticias. Tanto el Monopoly, los naipes y el resto de juegos de mesa, se mantuvieron en secreto durante años, incluso después de acabada la guerra ya que con su envío habían violado la Convención de Ginebra, al introducirlas clandestinamente en los paquetes de la Cruz Roja.
Igualmente se utilizaron otros sistemas, como lápices que parecen perfectamente normales y utilizables, pero que contenían un mapa de seda o tejido enrollado muy apretado en su interior y una brújula en miniatura bajo la goma situada en la parte superior. Los lápices se distinguían por estar pintados de verde oscuro (los lápices de guerra no estaban pintados) y el número estampado en el lápiz indicaba qué mapa contenía. Hay muchos más, como cajas de galletas, botones, discos de gramófono, etc.
La España de Franco fue uno de los más importantes escenarios de la guerra económica entre nazis y aliados durante la Segunda Guerra Mundial, y el episodio quizá más importante de esa lucha sea la "Batalla del Wolframio".
El wolframio, wólfram o tungsteno, con importantes yacimientos desde Córdoba a A Coruña, ocupando todo el Oeste de España y el Centro y Norte de Portugal, es un metal relativamente escaso. Su mejor cualidad es que presenta un punto de fusión tremendamente alto con unos 3.422º centígrados, lo que le da una gran resistencia a las altas temperaturas. Solo el diamante le supera en dureza. Este mineral permite la fabricación de aceros de gran dureza y por eso es utilizado en la industria armamentística para el endurecimiento de las puntas de las granadas antitanque, motores de aviación, cohetes, etc. Lo que no está claramente demostrado es el uso del wolframio en el blindaje de los panzers alemanes. Existen informes aliados en los que no aparece como uno de los materiales de su composición.
De no tener prácticamente ningún valor antes de de la guerra, el wolframio se convirtió con el conflicto en un metal de altísimo valor estratégico, sobre todo para Alemania. Ya lo dijo Hans Heinrich Dieckhoff, embajador alemán en España entre 1943 y 1945: "Para nosotros el wolframio es como la sangre para el hombre". Para España significaba poder saldar la deuda adquirida con Alemania durante la Guerra Civil.
Debido a su importancia estratégica el wolframio español llegó a costar 285.000 pesetas, de los años 40, por tonelada. Estos precios se consiguieron debido a la elevada demanda de Alemania y de los aliados que lo hacían para dificultar su adquisición por parte de los nazis. Los aliados realmente no lo necesitaban ya que tenían el molibdeno otro metal de similares características y en grandes cantidades. Aun así, Estados Unidos aún mantiene una importante reserva de wolframio.
Roosevelt, en 1941, meses antes del ataque japonés a Pearl Harbor, empezó a cambiar su estrategia hacia España. En noviembre de 1943, tras la Conferencia de Teherán, que estableció la primera fecha del desembarco de Normandía, Washington, contrario al régimen de Franco, tomó la decisión de cortar el envío de petróleo a España hasta que el régimen franquista no suspendiese sus ventas de wolframio a Alemania. Al menos durante los seis meses siguientes, que era el plazo necesario para que la falta del wolframio en la industria de guerra alemana provocase la pérdida de su capacidad militar ante el previsto desembarco aliado.
Francisco Gómez-Jordana, ministro de Asuntos Exteriores español, logró con el apoyo del embajador norteamericano Carlton J. H. Hayes, partidario de más flexibilidad con el Gobierno español, que se abriesen negociaciones para hallar una solución a esa dura medida norteamericana, mientras se suspendiese la venta de wolframio a los nazis. Esas negociaciones llevadas a cabo entre enero y abril de 1944, se convirtieron en la parte más importante de la "Batalla del Wolframio".
Antiguas instalaciones mineras de Varilongo, en Santa Comba
El asunto era de tal importancia que en las negociaciones intervinieron directamente Roosevelt, Churchill y Franco, y no sólo estuvieron a punto de causar una división entre norteamericanos e ingleses por la postura americana debido a sus intereses en España, sino también las diferencias entre Gómez-Jordana y Demetrio Carceller, ministro de Comercio e Industria y el sector falangista, más afín a los nazis y contrario a esa negociación.
Franco, como durante todo el conflicto, tuvo ante la negociación un doble juego. No desautorizó la actitud de los que se oponían a la negociación, aun queriendo llegar a un acuerdo con los aliados. EEUU cedió en las conversaciones para no romper su alianza con los ingleses y el 4 de mayo de 1944 se firmó el acuerdo que permitía la venta limitada del wolframio español a los nazis. En la "Batalla del Wolframio" el verdadero derrotado fue el presidente Roosevelt.
El Wolframio llegó a tener tanta importancia que a un agricultor gallego le ofrecieron comprarle su casa por 20000 reales. Pero lo que realmente querían de la casa eran tan solo sus paredes, no el terreno. Así que el labriego accedió y con ese dinero se construyó otra casa mucho mejor. Al fin y al cabo las piedras las había por todas partes y gracias a ello muchos gallegos pudieron ganar dinero y salir de la miseria.
Un importante número de minas de wolframio tenían destacamentos penales en los que los presos redimían sus penas con trabajo, como el Destacamento Penal Mina "El Eje", en Ourense, que proporcionó wolframio a Alemania desde finales de 1942 hasta julio de 1944, que fue cerrado ante la presión Aliada. En el destacamento trabajaron 461 presos políticos y de guerra junto a cientos de personas de los pueblos de la comarca.
El origen de esta prisión se remonta al año 1830 y los primeros presos llegaron en 1835.
La prisión estaba situada entre las calles de Dzielna, Wiezienna y Pawiak, de la que recibiría su nombre el complejo penitenciario y que traducido sería: pavo real.
Con los años el número de internos e internas fue aumentando y fue necesario separar el módulo de mujeres. Para ello se habilitó un edificio anexo a la prisión, que antes se utilizó como hospital durante la guerra ruso-turca de 1877-1878.
Desde sus inicios, junto a los presos comunes también había presos políticos. Tras el levantamiento de enero de 1864, llegaron a Pawiak los participantes en la sublevación, como los miembros del Gobierno Nacional y el líder de las tropas polacas alzadas: Romuald Tragutt, que fue ejecutado en la ciudadela de Varsovia. Junto a ellos además se encontraban miembros de diversas organizaciones políticas que lucharon contra las autoridades zaristas.
El periodo más trágico, duro y cruel en la historia de la prisión de Pawiak fue durante la ocupación alemana de Polonia (1939-1944). En la prisión fue en donde la Gestapo realizaba la mayor parte de sus interrogatorios. Las autoridades de ocupación estaba dispuesta a acabar con las élites polacas con el fin de eliminar toda resistencia y convertir a los polacos en simples súbditos del III Reich. Esa política convirtió a Pawiak en uno más de los crueles eslabones del sistema de terror que instauró el nazismo en tierras polacas.
Los presos pertenecían a todos los grupos sociales y en la prisión estuvieron recluidos desde miembros de organizaciones clandestinas hasta simples transeúntes que tuvieron la mala suerte de encontrarse en el peor lugar y en el peor momento. A las instalaciones no solo llegaban hombres o mujeres solas, también llegaban familias enteras, con niños pequeños o mujeres embarazadas. Algunas de ellas abortaron debido a las palizas.
Entre los presos más célebres que pasaron por Pawiak se encuentran, entre otros personajes eminentes polacos: Irena Sendler. "El Ángel del Gueto de Varsovia" o el fraile franciscano Maximilian Kolbe, quien dio su vida por un desconocido en el campo de concentración de Auschwitz. Irena Sendler tuvo más suerte. Condenada a muerte por sacar a 2.500 niños judíos del gueto, logró escapar gracias a un soldado quien después de ayudarla a evadirse la apunto en la lista de ejecutados. Falleció en 2008 a los 98 años.
Las condiciones de vida en las celdas eran muy duras: celdas al triple o el cuádruple de su capacidad (de 3 personas a 10 o 18), ridículas raciones de comida, el constante acoso y extrema brutalidad de los carceleros alemanes; y la constante proximidad de la muerte. Pasar a las celdas 265, 267 y 268, en el módulo masculino y a las 8 y 9 o la capilla, en el módulo de mujeres, significaba la muerte inminente.
Se calcula (no hay datos exactos) que en el periodo de ocupación alemana pasaron por la prisión de Pawiak cerca de 100.000 prisioneros, de los que 37.000 fueron ejecutados y unos 60.000 fueron deportados a los campos de concentración.
En la pared de una de las celdas aún se puede leer:
¡Es fácil hablar de Polonia. Más difícil es trabajar por ella. Aún es más difícil es morir y lo más difícil es sufrir!
Ante la proximidad del frente los alemanes iniciaron la liquidación de la población reclusa. Por ese motivo, el 19 de julio de 1944, algunos presos iniciaron un motín, con apoyo del exterior, pero este fracasó. El líder del motín, el ucraniano Wachmeister Petrenko se suicidó junto a otros amotinados. Como represalia, los alemanes ejecutaron al día siguiente a 380 presos.
El 30 de julio de 1944, se envió el último transporte de 1.400 prisioneros varones a Gross-Rosen y 400 mujeres a Ravensbrück. Solo unos pocos prisioneros lograron sobrevivir.
Los alemanes llevaron a cabo ejecuciones masivas de los prisioneros restantes entre el 13 y el 18 de agosto, durante el Levantamiento de Varsovia.
El 21 de agosto, los alemanes en su huida de la capital polaca, volaron por los aires el complejo carcelario de Pawiak y quedaron destruidos la mayor parte de los archivos de los prisioneros. Por lo que probablemente nunca se conozcan los nombres de todos los hombres y mujeres que sufrieron entre los muros de Pawiak. El destino de Pawiak fue el mismo del resto de Varsovia que quedó prácticamente borrada del mapa.
Los pocos restos que quedaron de la prisión (recuperados parcialmente en los 60), son en la actualidad un museo que, a pesar de estar fuera de las típicas rutas turísticas, es un lugar muy especial en la historia de Varsovia y Polonia al ser un recuerdo a los patriotas polacos que lucharon, primero contra los rusos y posteriormente contra los alemanes.
Todos los primeros de octubre se celebran los "Días de la Memoria de Pawiak" en los que se homenajea a los supervivientes y a los familiares de los que pasaron por las celdas de esta infame prisión.
El museo de la prisión de Pawiak se puede visitar de miércoles a domingo entre las 10:00 y las 17:00. Los jueves la visita es libre.
A las 10 de la mañana del 19 de febrero de 1942, 242 aviones japoneses dejaron caer sus bombas sobre la ciudad australiana de Darwin. Tras el ataque, que se llegó a conocer como el Pearl Harbor australiano, tocaba buscar supervivientes entre los escombros y hacer recuento de bajas.
Entre las ruinas apareció un pequeño Kelpie, un perro pastor australiano, con una pata rota que inmediatamente fue adoptado por el aviador Percy Wescott. Wescott lo llevó al médico del ejército, pero el doctor le informó de que no podría tratarle ya que no era miembro del ejército y no tenía ni nombre ni número de serie. Wescott decidió llamarle "Gunner" (Artillero) y darle el número 0000 para que lo atendieran.
A partir de entonces, Westcott y Gunner se hicieron inseparables. Gunner estaba mal parado después del bombardeo, pero con unos pocos meses de edad respondió rápidamente a los cuidados de su amigo humano.
Una semana más tarde, Gunner demostró por primera vez unas cualidades auditivas notables. Mientras los hombres estaban trabajando en el campo de aviación, Gunner se puso muy nervioso y comenzó a gemir y saltar. Muy poco después, una oleada de bombarderos japoneses aparecieron sobre el cielo de Darwin y comenzaron a bombardear y ametrallar nuevamente la ciudad.
Apenas dos días después, Gunner volvió a gemir y saltar de nuevo y volvió otro ataque aéreo. El comportamiento del can estableció un patrón para los meses siguientes. Mucho antes de que sonaran las sirenas, Gunner se agitaba y gemía avisando del inminente ataque enemigo. Desde febrero de 1942 hasta noviembre de 1943, hubo más de 60 ataques aéreos contra Darwin.
La capacidad auditiva de Gunner era tan fina que era capaz de advertir de los aviones japoneses que se aproximaban hasta 20 minutos antes de su llegada, incluso antes de que se aparecieran en el radar. Curiosamente, Gunner nunca se alteraba al oír a los aviones aliados despegar o aterrizar; sólo se ponía nervioso cuando oía los aviones enemigos, apareciendo entre los sonidos de aviones aliados y enemigos. Llegó a ser tan fiable que el jefe del mando aéreo de la ciudad dio la orden de que sonara la sirena de ataque aéreo siempre que Gunner se alterase sin motivo aparente.
Gunner, el perro radar, se convirtió en una parte tan importante de la RAAF (fuerza aérea australiana) que dormía bajo la litera de Westcott, se bañaba con los soldados en el bloque de duchas y se subió con los pilotos durante la práctica de despegue y aterrizajes.
Westcott fue trasladado a Melbourne 18 meses más tarde pero Gunner se quedó en Darwin, al cuidado de la carnicería de la RAAF. A partir de ahí se pierde la pista del destino de Gunner, el perro radar.
Para los nazis tan solo era el prisionero número 26947, pero su nombre era Czesława Kwoka. Czesława nació en Wólka Złojecka, un pequeño pueblo en Polonia, de madre católica y padre judío. Junto con su madre (prisionero número 26946), Czesława Kwoka fue deportada desde Zamość, Polonia, al campo de concentración de Auschwitz, el 13 de diciembre de 1942.
El 12 de marzo de 1943, menos de un mes después de la muerte de su madre, Czesława murió con tan solo 14 años. Las circunstancias de su muerte no están claras, aunque se cree que fue asesinada con una inyección de fenol en el corazón. Czesława Kwoka fue una de los aproximadamente 230.000 niños y jóvenes víctimas menores de 18 años que fueron deportados a Auschwitz-Birkenau entre 1940 y 1945.
Poco después de su llegada a Auschwitz fue fotografiada para los registros del campo de concentración. Como ella, se identificaron entre 40.000 y 50.000 sujetos con estas "fotos de identidad" tomadas bajo coacción en Auschwitz-Birkenau por el joven polaco Wilhelm Brasse (prisionero número 3444). en tres poses: de frente con la cabeza tapada y destapada y la tercera de lado con el número que le era asignado. En su uniforme a rayas lleva su número de identificación y un triángulo invertido de color rojo, que la identifica dentro del grupo de los politische gefangene (presos políticos) por el hecho de ser católica.
Formado como fotógrafo de retratos en el estudio de su tía antes de la Segunda Guerra Mundial, Brasse y otros prisioneros habían recibido la orden de fotografiar a los reclusos por parte de las SS. Si se negaban a cumplir esa tares era muy probable que se enfrentaran a la muerte inminente.
Entre las decenas de miles de personas que fotografió, Brasse recordaba a Czeslawa Kwoka en el documental de 2005 "El fotógrafo de Auschwitz", de Irek Dobrowolski:
Era tan joven y tan niña. Estaba tan aterrorizada. La niña no entendía por qué estaba allí... A veces los números se decían en alemán. No podía entender lo que le estaban diciendo, así que aquella kapo cogió un palo y le golpeó en la cara. Aquella alemana descargaba su ira sobre la chica. Una cría tan hermosa, tan inocente... Lloró, pero no podía hacer nada. Sentí que me había golpeado a mi mismo, pero no pude interferir. Hubiera sido una interferencia fatal. No podías decir nada.
Czeslawa secó sus lágrimas y la sangre bajo su labio, que se puede apreciar perfectamente en la fotografía, y posó para Brasse.
Ante la proximidad de las tropas aliadas al campo se le ordenó destruir todas las fotografías y sus negativos pero Brasse, con la ayuda de otro preso, Bronislaw Jureczek, que se ocupaba del revelado, logró ocultar cientos de ellas, al igual que hizo el también fotógrafo Francesc Boix ayudado por sus compañeros en el campo de Mauthausen.
Tales actos de coraje como los de Brasse y sus colegas permitieron que muchos, como Czesława Kwoka, no fueran olvidados y tratados como meras estadísticas burocráticas, sino que fueran recordados como lo que son: seres humanos.
Las fotos de Czesława Kwoka, así como las de otros cientos de prisioneros se encuentran en el bloque 6 del Museo de Auschwitz-Birkenau.
Las chapas de identificación, conocidas coloquialmente como Dog Tags por su similitud a las usadas en los collares de los perros, son utilizadas por prácticamente todos los ejércitos del mundo aunque su diseño y los datos incluidos difieren de unos países a otros. Ya en la antigua Roma los soldados de las legiones ya llevaban una. Era el "signaculum", una medalla de metal en plomo o bronce en la que se grababa el nombre del legionario y la legión a la que pertenecía. En el Imperio tardío se sustituyó por un tatuaje.
Modelo alemán
Durante la Segunda Guerra Mundial, no todos los países las usaron y estas eran muy diferentes, aunque la finalidad fuera la misma: identificar al soldado caído en combate.
En Alemania se utilizaban las Erkennungsmarken, llamadas por los soldados Hundemarke, que iban colgadas por un cordón al cuello del soldado. Esta placa, fabricada en aluminio o zinc, de forma ovalada contenía la información básica del soldado consistente en la unidad, un número, y en ocasiones el grupo sanguíneo, pero no el nombre. La placa tenía en el centro unas ranuras para que pudiera romperse por la mitad, de tal modo que la parte superior quedaba en el cuerpo del soldado caído, mientras la mitad inferior se recogía para registrar su muerte. Estas placas fueron utilizadas desde 1918 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. En la foto se puede ver la chapa con el nombre de la unidad (SS Dirlewanger) y el número correspondiente al soldado. Esta se encuentra en el Museo del Alzamiento de Varsovia (Varsovia).
Chapas polacas halladas en las fosas de Katyn
Como las chapas carecían del nombre del soldado, cada unidad disponía de una lista de sus miembros y su placa de identificación. Estas listas, conocidas como “Erkennungsmarkenverzeichnis”, se actualizaban cada mes y se enviaba una copia a Berlín.
Los alemanes también crearon unas erkennungsmarken para identificar a prisioneros de guerra internados en los Stammlager (Stalag) además de las que portaban los "Auxiliares voluntarios" o Hiwis, de Europa del Este que sirvieron en sus filas.
El Ejército francés adoptó un sistema similar al alemán de chapas divisibles, pero en este caso se incluía el nombre y apellido del soldado y su número se identificación por una de las caras y por la otra su procedencia. La placa se colgaba al cuello por un cordón o una cadena. Muy similares a estas eran la utilizadas por el ejército polaco. Las de las fotos se encuentran en el Museo Katyn (Varsovia)
Modelo de oficial de la Royal Air Force Volunteer Reserve
Los británicos identificaban a sus soldados con unas chapas realizadas con una fibra prensada. Una de forma octagonal en un color gris verdoso y otra redonda de color rojo. Algunas unidades del ejército portaban un segundo disco rojo que se guardaba en la funda de la máscara de gas. Las chapas eran estampadas a mano con el apellido y las iniciales del portador, número de servicio, si era oficial y si pertenecía a la fuerza aérea incluía las siglas RAF (Royal Air Force). En la parte posterior de la chapa verdosa, que se quedaba en el cuerpo del soldado caído, se colocaba la inscripción "Do Not Remove" (no retirar). Este mismo sistema fue utilizado por Canadá, Australia y Nueva Zelanda, países miembros de la Commonwealth.
Junto a las Erkennungsmarken alemanas, las chapas más conocidas son las utilizadas por el ejército de los Estaos Unidos y eran las que aportaban más datos sobre el soldado al disponer de hasta cinco líneas con dieciocho espacios para incluir información.
Chapas estadounidenses
La identificación utilizada por los estadounidenses constaba de dos chapas metálicas de acero inoxidable o latón idénticas, una con una cadena larga y otra con una cadena más corta que es la que sería retirada del soldado caído. En las chapas se colocaban una serie de datos mediante estampación. Los datos incluidos en las mismas fueron variando en diferentes periodos de la guerra mundial, pero básicamente incluían el nombre del soldado, segunda inicial, apellido, número de serie del ejército, año de vacunación contra el tétanos y grupo sanguíneo. Hasta julio de 1943 se incluía, además, el nombre del pariente más cercano y su dirección, así como la religión del soldado que las portaba.