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domingo, 20 de junio de 2021

El ajedrez de la vida y la muerte

Un niño judío se topó con un oficial de las SS muy aficionado al ajedrez, al que jugaba realmente bien. El oficial le preguntó al muchacho si sabía jugar al antiguo juego de estrategia, a lo que respondió afirmativamente.

El ajedrez de la vida y la muerte
El SS le hizo una proposición: "Si me ganas a una partida salvas tu vida, si pierdes morirás". Más por miedo que por afición, el niño no tuvo más remedio que aceptar y tras una larga y tensa partida el niño judío ganó por "jaque mate" y salvó su vida. También logró sobrevivir a la guerra.

En la guerra la vida y la muerte están separadas por una finísima línea y para algunos esa delgada separación podía depender de tan solo 32 piezas móviles y un tablero cuadriculado en negro y blanco.

Los nazis proclamaron que el ajedrez era "el deporte de lucha de los alemanes" y un deporte mental que fortalecía al pueblo alemán y un medio de conciliación entre las clases sociales. Además crearon una modificación de Ajedrez Militar, llamada "Tak-Tik" con un tablero de 11x11 con marcas de terreno y zonas de lagos y un río y en lugar de las piezas habituales se usaba artillería, tanques, aviones o bombas. Los nazis opinaban que el juego tradicional usaba una estrategia demasiado abstracta que no se adaptaba al modo moderno de hacer la guerra. Tras la llegada al poder todas las asociaciones ajedrecistas se unificaron en la Asociación de Ajedrez de la Gran Alemania (GSB).

El ajedrez de la vida y la muerte
Un destacado ajedrecista fue Hans Frank, el "verdugo de Varsovia", que fue Gobernador General de Polonia y el encargado de la creación de guetos en Polonia y la obtención de prisioneros para ser utilizados como mano de obra esclava aunque, afirmó que hasta 1944, no se enteró de la existencia de los campos de concentración y exterminio. 
En enero de 1945 huyó ante la llegada de las tropas soviéticas a Varsovia. El 4 de Mayo de 1945, fue detenido en Berchtesgaden y juzgado en Núremberg. Declarado culpable de Crímenes de Guerra y Crímenes contra la Humanidad fue sentenciado a muerte.

Los nazis organizaron grandes torneos durante la guerra como los de Berlín y Cracovia-Varsovia de 1940, Praga de 1942 y el último en Radom, en Polonia, en 1944. Algunos ajedrecistas ganaron suculentas cifras gracias a estos torneos. El ejemplo más conocidos fue, el entonces campeón del mundo, Alexander Alekhine que lejos de ayudar a otros jugadores perseguidos, se dedico a denigrarlos a través de artículos llamados "El ajedrez ario y el ajedrez judío".

Un torneo que sirvió para salvar la vida a varios judíos fue la Olimpiada de Buenos Aires de 1939. Entre ellos destacan los ajedrecistas Miguel Najdorf, ocho veces ganador del campeonato argentino y Moshe Czerniak. En la Olimpiada celebrada en la capital argentina también participaron nazis que finalmente se quedaron para siempre en Sudamérica. Otros como el famoso ajedrecista judío Emanuel Lasker, tuvo que emigrar a los EE.UU. con su esposa Martha. 

El ajedrez de la vida y la muerte
Otros jugadores judíos que tuvieron peor suerte fueron: el polaco David Przepiorka, que murió en 1940 en un campo de concentración y el holandés, de origen polaco, Salo Landau que fue asesinado en 1943 en Dachau. También fueron víctimas del horror nazi los húngaros Andreas y Lajos Steiner y el  bicampeón de Alemania, Sammi Fajarowicz.
Otro caso que sirvió para salvar vidas fue el protagonizado por Lyudmila Rudenko, Gran Maestra Internacional, durante el asedio de Leningrado.

Rudenko organizó un tren para evacuar a los hijos de los trabajadores de la fábrica armamento en la que ella también trabajaba y que se habían quedado atrás durante la evacuación, una hazaña que ella consideró siempre el logro más importante y trascendente de su vida, por encima de sus éxitos como ajedrecista.

El ajedrez de la vida y la muerte
La historia real del niño judío que aparece al principio del artículo no tiene nada que ver con la secuencia, en este caso ficticia, que aparece en la serie "Hunters" (Amazon Video). En ella los nazis utilizan a los prisioneros judíos como piezas humanas en un ajedrez gigante. La escena muestra el sadismo del nazismo. Cuando cae una pieza, lo hace también la víctima que, derrotada, muere asesinada. La secuencia es solo ficción, pero falsea la historia y abre la puerta a los negacionistas. Se pervierten a las víctimas que sufrieron el horror de Auschwitz y los demás campos de concentración. No entiendo la necesidad de inventar un castigo de semejante brutalidad cuando los reales eran, en sí mismos, tremendamente crueles.

Para saber más:
El Ajedrez bajo la cruz gamada, de Ralf Woelk
Periodistas en español
Tabla de Flandes
Chess
El País

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