La Segunda Guerra Mundial provocó la muerte de decenas de millones de personas y convirtió en ruinas grandes ciudades y centros poblados debido a los contantes bombardeos artilleros y aéreos.
Más allá de las pérdidas humanas y materiales, estudios realizados por la Universidad de Reading, en el Reino Unido, se han enfocado en otro tipo de daño que estos bombardeos pudieron haber causado. Se trata de los perjuicios meteorológicos que la Segunda Guerra Mundial pudo haber acarreado al planeta. Específicamente a la capa de nuestra atmósfera conocida como la ionosfera, que se encuentra a 300 kilómetros de altitud.Según las mediciones llevadas a cabo en los lugares donde se desataron los mayores bombardeos las ondas de choque de las explosiones afectaron a la cantidad de electrones presentes en la ionosfera. La ionosfera es una capa altamente ionizada de forma permanente debido a los efectos de las radiaciones solares. La propiedad más importante de esta capa es la de reflejar las ondas de radio. De esta manera hace posible la comunicación por radio, el GPS, los radiotelescopios o algunos radares de alerta temprana.
Los estudios se centraron principalmente en 152 zonas donde se realizaron grandes ataques de las fuerzas aliadas en Europa, entre los años de 1943 y 1945, periodo en que la USAF actuaba junto a la RAF. Estas explosiones habrían generado perturbaciones en la ionosfera, ya que comprobaron que la concentración de electrones en estas zonas disminuía notablemente. Estas perturbaciones de la ionosfera normalmente son producto de la actividad solar anómala, pero en el caso de los raids aéreos aliados, los estallidos de las bombas y sus ondas de choque son elementos artificiales.
En la actualidad, las consecuencias del deterioro de esta capa atmosférica afecta en mayor o menor medida a las tecnologías de comunicación, ubicación y defensa que usan de manera directa las ondas de radio.
Pero esto no se queda aquí. Analizando los registros de operaciones estadounidenses y británicas y los datos del clima de la década de 1940, un grupo de científicos de la Universidad de Birmingham cuantificaron la nubosidad que provocaron los miles de bombarderos aliados y estimaron que había un descenso de 0,8º C en la temperatura media en las bases militares y sus alrededores debido al trasiego constante de los bombarderos al igual que en las zonas de paso de los escuadrones.
Los miles de vuelos de los grandes bombarderos con sus potentes motores generaban unas estelas de condensación llamadas chemtrails. Estas estelas hacer descender la temperatura ya que sobre ellas se refleja la luz solar (al igual que con las nubes) calentando menos el aire y la superficie bajo ellas.
Teniendo en cuenta que en aquellos años fueron continuos los vuelos militares y relativamente escasos los civiles, es mucho más sencillo que en la actualidad separar este fenómeno de otros que también afectan al clima, los bombardeos así como la proliferación de estas estelas ya por entonces empezaron a generar un cambio climático.
Para saber más:
UNAM
Taringa
La Segunda Guerra Mundial
Copernicus
BBC
Europa Press