El océano Pacífico, plagado de islas, era un extenso frente que enfrentaba a los aliados contra los japoneses y el archipiélago de las Salomón eran fundamentales en el avance hacia Japón.
Para controlar estas importantes islas se creó un grupo de agentes conocidos como los guardacostas (coastwatchers). Estos audaces hombres solían ser empleados del gobierno australiano o británico o bien misioneros, rancheros y capataces de las plantaciones que se encontraban en las islas. Entre ellos se encontraba Fraklin Nash, el único estadounidense, que sirvió en la pequeña isla volcánica de Kolombangara, al este de Nueva Georgia.La razón de que se dedicaran a esta peligrosa misión se debe fundamentalmente a su vinculación con los nativos y las islas en las que vivían. El conocimiento del territorio era una ventaja para poder espiar y desaparecer como fantasmas en la espesura de la selva.
En sus movimientos por la costa o para ir de isla en isla solían utilizar botes de remos o pequeñas embarcaciones a vela que eran fáciles de ocultar. Para evitar ser descubiertos camuflaban sus posiciones y cambiaban a menudo de ubicación.
Inicialmente, los cerca de 60 guardacostas de las islas Salomón se comunicaban con el teniente comandante de la armada australiana Eric Feldt. Para comunicarse con las estaciones de escucha aliadas, como la de Henderson Field en Guadalcanal, utilizaban emisoras de radio y los prismáticos eran fundamentales para poder controlar los aviones que sobrevolaban sus posiciones y los navíos que recorrían sus aguas. Para poder identificarlos con claridad solían utilizar las tarjetas del catálogo “Jane's Fighting Ships” con las siluetas de los buques enemigos en perspectivas que iban desde los 90 a los 150 grados, que además incluían otra información como el armamento de que disponían.Antes de que los marines estadounidenses consiguieran hacerse con la isla de Guadalcanal los japoneses comenzaron la construcción de un aeródromo en Punta Lunga, al norte de la isla. En la cima de Gold Ridge se escondió el comisionado británico, Martin Clemens, que desde esa posición controlaba perfectamente los movimientos de los japoneses. Sus informes fueron fundamentales para la invasión estadounidense. El Campo de aviación se convertiría en Henderson Field y sería duramente atacada por los japoneses, pero los marines sabia de esos ataques gracias a los guardacostas de la isla de Bounganville que avisaban con hasta dos horas de antelación de la aproximación de los aviones nipones. Este tiempo permitía que los aviones estadounidenses despegaran antes incluso de que los japoneses fueran avistados.La vigilancia visual de los guardacostas, al igual que los vuelos de reconocimiento fueron vitales ya que los japoneses mantenían un estricto silencio de radio. Uno de los capataces de las plantaciones llamado Paul Mason envió uno de los informes más importantes: “Una flota de 33 destructores y más de una veintena de otros navíos se están preparando junto a la costa de Bounganville. Es muy posible que pretendan atacar Guadalcanal”. Esto preparó a la armada estadounidense y evitó una mayor debacle en la batalla naval de Guadalcanal.Los guardacostas también salvaron a multitud de marineros y pilotos derribados, al igual que entrenaban y daban armas a los nativos que realizaban guerra de guerrillas contra los invasores japoneses causándoles centenares de bajas, capturando a unos cuantos y rescatando a un buen número de soldados estadounidenses capturados.
Inicialmente, se atribuyó a los guardacostas la obtención de la información sobre el vuelo en el que el almirante Isoroku Yamamoto murió al ser derribado su avión por aparatos estadounidenses el 18 de abril de 1943. En realidad fue un mensaje japonés descifrado el que dio el itinerario del jefe de las flota combinada japonesa.
Para saber más:
Australian War Memorial
Pacific Wrecks
The last coastwatcher
Research Gate
History Net
CIMSEC
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