domingo, 6 de octubre de 2024

La chicas del calutrón

En 1943 se construyeron unas instalaciones en la ciudad de Oak Ridge, en Tennessee, Estados Unidos, que había sido fundada tan solo un año antes. Pero muy pocos conocían el motivo. A esas instalaciones acudieron para emplearse multitud de personas de las ciudades y pueblos próximos, sin saber que trabajarían para un plan secreto del gobierno estadounidense con el que desarrollaban la bomba atómica. El Oak Ridge National Laboratory era un elemento clave del secretísimo Proyecto Manhattan.

La chicas del calutrón
Varios miles de mujeres jóvenes fueron empleadas en el departamento Y-12 del Oak Ridge National Laboratory entre 1943 y 1945. Sin ser muy conscientes de ello, realizaban una labor muy importante para el desarrollo de la bomba atómica que se lanzó en la ciudad nipona de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Su labor fue operar los paneles de control de los 1152 calutrones de los que disponía la fábrica Y-12. 

Necesarios para el combustible nuclear, los calutrones, el acrónimo de California University Cyclotron, mediante diversos procesos se obtenía uranio-235, el isótopo fisible del uranio. Partiendo de uranio-238, ya que este es mucho más abundante en la naturaleza que el uranio-235 que menos del uno por ciento. Estos procesos relativamente complejos que realizaban las máquinas no eran difíciles de manejar. No se requerían muchos conocimientos técnicos y las mujeres tan solo debían vigilar los indicadores y contadores y ajustar los mandos para su buen funcionamiento. Básicamente, debían ajustar el aparato y mantener su temperatura estable. 

La chicas del calutrón
Su trabajo era tedioso e incómodo, se pasaban su jornada sentadas en unas banquetas frente a los indicadores y palancas, apenas levantándose para ir al baño. Como todo el personal relacionado con el Proyecto Manhattan tenía totalmente prohibido hablar nada de lo que ocurría o lo que hacían allí, aunque la realidad es que nos sabían muy bien en que consistía su trabajo. No se lo cuestionaban. Era importante para el esfuerzo de guerra y eso era lo importante. Ellas debían trabajar mientras los hombres luchaban y morían en el frente. Aun así, se dieron casos de mujeres que dejaron de ir a trabajar de un día para otro por ser demasiado curiosas o por hablar más de la cuenta.

La chicas del calutrón
Algunos de los físicos de Y-12 opinaban que estas mujeres no estaban a la altura del trabajo. Sin embargo, los supervisores vieron que las mujeres jóvenes eran mejores monitoreando los calutrones que los hombres altamente cualificados que solían operar las máquinas. Si algo fallaba, los científicos varones intentaban descubrir la causa del problema, mientras que las mujeres ahorraban tiempo simplemente alertando a un supervisor. Además, los científicos eran culpables de jugar demasiado con los diales, mientras que las mujeres solo los ajustaban cuando era necesario.

La chicas del calutrón
En Y-12 se produjeron los 64 kilos de uranio que portaba Little Boy y con los que provocó un infierno que se llevó la vida de miles de personas en Hiroshima. Tres días después se lanzó Fat Man, que usó plutonio para arrasar Nagasaki y matar a unas 140.000 personas. Las chicas del calutrón tuvieron muchísima más suerte, no sufrieron consecuencias debidas a la radiación. Tras la primera bomba, se les contó qué habían participado en su fabricación. Estas mujeres tuvieron sentimientos encontrados. Aun así, hubo muchas que no supieron de su labor hasta décadas después. 

Para saber más:
Longing for the Bomb: Oak Ridge and Atomic Nostalgia, de Lindsey A. Freeman