domingo, 20 de octubre de 2024

Las niñas soldado de Hitler

Niñas que apenas pasaban de los diez años y que deberían disfrutar de juegos infantiles, fueron convertidas en soldados para luchar en los últimos instantes del III Reich ante el imparable avance de los aliados.

Las niñas soldado de Hitler
La inmensa mayoría de las jóvenes y adolescentes alemanas pertenecían a la Bund Deutscher Madel o Liga de Muchachas Alemanas (BDM) que, creado en la década de 1920, no tenía como finalidad la lucha armada. Fue creada como un modo de adoctrinamiento dentro del nacionalsocialismo para las nuevas generaciones de muchachas alemanas. En 1936 (tres años después de la llegada al poder de Hitler) era obligatoria la pertenencia a las muchachas arias. En la BDM las chicas recibían una educación que las preparaba como esposas, madres y amas de casa nacionalsocialistas: la cocina, la limpieza, la familia, el ejercicio físico y el cuidado de los bebes. La edad de las integrantes de la organización iba de los 14 a los 18 años. Antes de pertenecer al BDM, con 10 años, pertenecían a los Jungmadel (chicas jóvenes).

Inicialmente, las más jóvenes de la BDM y del Jungmadel ayudaron al esfuerzo de guerra recolectando dinero, así como ropa o viejos periódicos para Winterhilfswerk y organizaciones caritativas nazis. Las mayores eran voluntarias como ayudantes de enfermeras en los hospitales, o para ayudar en las estaciones de tren para asistir a los soldados heridos o los refugiados. Cuando aumentaron los bombardeos aéreos aliados, muchas chicas de la BDM se dedicaban a servicios militares y paramilitares, donde servían como Auxiliares de los cañones antiaéreos Flak, auxiliares de señales, operadores de reflectores y personal de oficina.

Las niñas soldado de HitlerEl adoctrinamiento de los jóvenes alemanes los había llevado a sentir una ciega devoción a su líder Adolf Hitler. Tras el desembarco aliado del 6 de junio de 1944, que se sumaba a la presión de los soviéticos en el Este, hasta los nazis más fanáticos veían que era irremediable la caída del III Reich. Aun así, el régimen nazi comenzó a exhortar a las jóvenes alemanas para que se ofrecieran voluntarias para defender la patria alemana.

Barbie Densk, que en 1944 tenía quince años:
Justo antes del ataque estadounidense, nuestro líder de grupo nos dijo: Chicas alemanas, ustedes son como los lobos grises y delgados de nuestra nación. Como lobos en el gran desierto, la hembra humana es también un depredador natural, proveedor y protector. Como lobos, recorrerán las sombras y no dejarán a ningún enemigo a salvo. Nuestro enemigo se ahogará en su propia sangre, y la nuestra si es necesario.
Habían consagrado su infancia y adolescencia a servir incondicionalmente al nacionalsocialismo y a su Führer. Ahora darían su vida por Hitler. El adoctrinamiento a que eran sometidas las niñas y adolescentes realmente no conocía límites.

Según una orden de Hitler, las niñas a partir de los 10 años debían ser entrenadas en técnicas de combate. Se las enseñó a manejar los Pazerfaust (antitanque), a realizar sabotajes y colocar trampas y minas, al igual que a actuar como francotiradoras.

Barbie Dansk:
A través de mis binoculares podía ver a los soldados enemigos. Cogí mi rifle. Las otras chicas me siguieron y comenzamos a disparar.
Las niñas soldado de HitlerPara los soldados norteamericanos que se enfrentaron a ellas, fue toda una conmoción. No tenían más remedio que devolver el fuego. Según contó un veterano soldado estadounidense:
Recuerdo un día que estábamos avanzando por una calle lateral, y sonó un disparo de un sótano. Uno de nuestros chicos fue asesinado. Tomamos el único curso de acción que pudimos y disparamos una bazuca por la entrada. Uno de nuestros hombres se arrastró dentro. Salió en estado de shock y dijo, ‘‘Jesucristo, hay una niña muerta’’.

Algunas chicas del BDM fueron reclutadas en los grupos de Werwolf, que tenían la intención de librar una guerra de guerrillas en las áreas ocupadas por los aliados. Una exlíder de la BDM, Ilse Hirsch, formó parte del equipo que asesinó a Franz Oppenhoff, el alcalde de Aquisgrán nombrado por los aliados.

Se desconoce el número exacto de muchachas que combatieron. Hay que tener en cuenta que cuando se unieron a la Cruz Roja, la Luftwaffe o el Werwolf, ya no eran miembros de la Bund Deutscher Madel, sino miembros de esas organizaciones.

Para saber más:
Hitler’s Girls: Doves Amongst Eagles, de Tim Heath
Bund Deutscher Madel
La Razón
Perú

domingo, 6 de octubre de 2024

La chicas del calutrón

En 1943 se construyeron unas instalaciones en la ciudad de Oak Ridge, en Tennessee, Estados Unidos, que había sido fundada tan solo un año antes. Pero muy pocos conocían el motivo. A esas instalaciones acudieron para emplearse multitud de personas de las ciudades y pueblos próximos, sin saber que trabajarían para un plan secreto del gobierno estadounidense con el que desarrollaban la bomba atómica. El Oak Ridge National Laboratory era un elemento clave del secretísimo Proyecto Manhattan.

La chicas del calutrón
Varios miles de mujeres jóvenes fueron empleadas en el departamento Y-12 del Oak Ridge National Laboratory entre 1943 y 1945. Sin ser muy conscientes de ello, realizaban una labor muy importante para el desarrollo de la bomba atómica que se lanzó en la ciudad nipona de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Su labor fue operar los paneles de control de los 1152 calutrones de los que disponía la fábrica Y-12. 

Necesarios para el combustible nuclear, los calutrones, el acrónimo de California University Cyclotron, mediante diversos procesos se obtenía uranio-235, el isótopo fisible del uranio. Partiendo de uranio-238, ya que este es mucho más abundante en la naturaleza que el uranio-235 que menos del uno por ciento. Estos procesos relativamente complejos que realizaban las máquinas no eran difíciles de manejar. No se requerían muchos conocimientos técnicos y las mujeres tan solo debían vigilar los indicadores y contadores y ajustar los mandos para su buen funcionamiento. Básicamente, debían ajustar el aparato y mantener su temperatura estable. 

La chicas del calutrón
Su trabajo era tedioso e incómodo, se pasaban su jornada sentadas en unas banquetas frente a los indicadores y palancas, apenas levantándose para ir al baño. Como todo el personal relacionado con el Proyecto Manhattan tenía totalmente prohibido hablar nada de lo que ocurría o lo que hacían allí, aunque la realidad es que nos sabían muy bien en que consistía su trabajo. No se lo cuestionaban. Era importante para el esfuerzo de guerra y eso era lo importante. Ellas debían trabajar mientras los hombres luchaban y morían en el frente. Aun así, se dieron casos de mujeres que dejaron de ir a trabajar de un día para otro por ser demasiado curiosas o por hablar más de la cuenta.

La chicas del calutrón
Algunos de los físicos de Y-12 opinaban que estas mujeres no estaban a la altura del trabajo. Sin embargo, los supervisores vieron que las mujeres jóvenes eran mejores monitoreando los calutrones que los hombres altamente cualificados que solían operar las máquinas. Si algo fallaba, los científicos varones intentaban descubrir la causa del problema, mientras que las mujeres ahorraban tiempo simplemente alertando a un supervisor. Además, los científicos eran culpables de jugar demasiado con los diales, mientras que las mujeres solo los ajustaban cuando era necesario.

La chicas del calutrón
En Y-12 se produjeron los 64 kilos de uranio que portaba Little Boy y con los que provocó un infierno que se llevó la vida de miles de personas en Hiroshima. Tres días después se lanzó Fat Man, que usó plutonio para arrasar Nagasaki y matar a unas 140.000 personas. Las chicas del calutrón tuvieron muchísima más suerte, no sufrieron consecuencias debidas a la radiación. Tras la primera bomba, se les contó qué habían participado en su fabricación. Estas mujeres tuvieron sentimientos encontrados. Aun así, hubo muchas que no supieron de su labor hasta décadas después. 

Para saber más:
Longing for the Bomb: Oak Ridge and Atomic Nostalgia, de Lindsey A. Freeman