Los estragos de la Segunda Guerra Mundial llevaron a establecer el racionamiento de multitud de productos y entre ellos se encontraba el azúcar, el ingrediente principal de las chuches que tanto gustan a los niños.
Poniéndonos en contexto, la noche previa al Día de Todos los Santos se celebra en Estados Unidos, la noche de Halloween, una festividad de origen celta, el Samhain, su día de Año Nuevo, pero adaptada a la mentalidad yanqui y que se ha extendido por todo el mundo. Tradicionalmente, los niños se disfrazan y visitan a sus vecinos pidiendo golosinas diciendo: "Truco o trato" (Trick or treat). Ya en Inglaterra, durante el siglo XVI, los pobres salían a pedir limosna el Día de Todos los Santos y los niños tomaron como suya esa costumbre, igual que en España se solía pedir el aguinaldo en Navidad. Precisamente algunas fuentes establecen su origen en una tradición navideña estadounidense y canadiense de los siglos XVIII y XIX llamada belsnickling y ya olvidada. Lo cierto es que durante la edad media era común que los adultos dieran a los niños los "pasteles de almas" para que los pequeños rezaran por sus almas.Los inmigrantes europeos, especialmente irlandeses, llevaron Halloween a Estados Unidos, convirtiéndose en una celebración muy popular y esas costumbres se adaptaron al nuevo territorio: las terroríficas calabazas con una vela en su interior proceden de la leyenda de un herrero irlandés que debía llevar un ascua ardiente dentro de un nabo por un castigo del demonio y tomó esa tradición el nombre de Jack O´Lantern. Como en América no eran muy comunes, los nabos se sustituyeron por la calabaza, como lo conocemos ahora. La expansión internacional de esta festividad se produjo a finales de la década de 1970 gracias al cine, especialmente tras el estreno de Halloween, de John Carpenter, una película ambientada en la víspera de Todos los Santos que supuso un referente del cine de terror.
El "Truco o Trato" como lo conocemos hoy, alcanzó su total popularización en Estados Unidos tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, cuando terminó el racionamiento y el azúcar y los dulces volvieron a estar disponibles y no se limitaba a dar a los niños manzanas o dulces caseros poco apetecibles, gracias a una campaña para la UNICEF en 1950. Esta actividad se desarrolló especialmente en los barrios populares de las grandes ciudades, donde era más fácil y seguro que los niños fuesen de casa en casa pidiendo golosinas. En las casas con las luces encendidas se los daban y los que no querían dar caramelos dejaban las luces apagadas. Con el tiempo el chocolate fue ganado terreno frente a los caramelos y en la actualidad es el duce estrella de Halloween.Un dato curioso es que los niños nacidos bajo el racionamiento de azúcar de la Segunda Guerra Mundial fueron adultos más sanos, ya que tuvieron una menor incidencia de diabetes tipo 2 e hipertensión.
Para saber más:
National Geographic
El País
CNN en Español
Wikipedia
My Modern Met