domingo, 6 de abril de 2025

Tokyo Rose

Iva Ikuko Toguri d'Aquino, o "Tokyo Rose", como se la conoce, fue una mujer norteamericana de origen japonés que se hizo famosa por ser la presentadora de un programa de radio japonés dirigido a las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial diseñado para transmitir propaganda.

Durante la Segunda Guerra Mundial, era muy habitual que los soldados estadounidenses se reunían habitualmente alrededor de los receptores de radio para escuchar “Zero Hour” (Hora Cero), un programa de música y noticias en inglés que se producía en Japón y se retransmitía por todo el Pacífico
Los japoneses pretendían que el programa sirviera como propaganda que debilitaba la moral de la tropa, pero la mayoría consideraban que era más bien una distracción agradable a la monotonía de sus obligaciones. Los soldados desarrollaron una particular fascinación por la presentadora femenina de voz ronca del programa, que repartía burlas y bromas entre las canciones más populares del momento.

Los soldados estadounidenses inventaron una gran variedad de historias exóticas para la mujer a la que llamaron "Tokyo Rose", pero ninguna se acercaba a la verdad. Su nombre real era Iva Toguri, y en lugar de ser una agente enemiga, era una ciudadana estadounidense que había llegado a la radio casi por accidente. Más tarde alegaría que se había mantenido leal a su país trabajando activamente para socavar el mensaje de sus programas de propaganda.

Nacida el 4 de julio de 1916, Iva Toguri era hija de inmigrantes japoneses que tenían una pequeña empresa de importación en Los Ángeles. Había pasado su juventud sirviendo en las Girl Scouts y jugando en el equipo de tenis de su escuela, y más tarde se graduó en zoología por la universidad de UCLA. En 1941, sus padres la enviaron a un viaje a Japón para ayudar a cuidar a una tía enferma. Toguri, de 25 años de edad, nunca había estado en el extranjero y enseguida empezó a sentir nostalgia, pero todo se complicó en diciembre, cuando un problema burocrático le impidió lograr un pasaje de vuelta a Estados Unidos. Unos pocos días después, los japoneses bombardearon Pearl Harbor.

Con Estados Unidos y Japón en guerra, Toguri se encontraba atrapada en un país que apenas conocía. La policía militar japonesa intentó persuadirla para que renunciara a su ciudadanía estadounidense y jurara lealtad a Japón, un camino que tomaron muchos otros estadounidenses que residían en Japón, pero ella se negó. Como resultado, fue clasificada como una enemiga extranjera y vigilada de cerca. Toguri pasó los siguientes meses viviendo con sus familiares, pero el acoso frecuente por parte de los vecinos y la policía militar la llevaron a trasladarse a Tokio, donde trabajó de secretaría. En agosto de 1943, encontró trabajo como mecanógrafa en la organización de radiodifusión Radio Tokyo.

Fue en Radio Tokio donde Toguri se encontró con el comandante Charles Cousens, un oficial militar australiano que había sido capturado en Singapur. Cousens había sido un exitoso locutor de radio antes de la guerra, y ahora estaba siendo forzado a producir un programa de propaganda llamado "La hora cero" para los japoneses. Desafiando a sus captores, él y los demás prisioneros de guerra habían estado trabajando para sabotear el programa haciendo que su mensaje fuera lo más risible e inofensivo posible. Después de entablar amistad con Toguri, quien ocasionalmente le traía suministros de contrabando, Cousens creó un plan para usarla como locutora. Para su propósito, su voz, era justo lo que necesitaba, era áspera, casi masculina, nada que ver con una seductora voz femenina.

Aunque inicialmente dudó ponerse detrás del micrófono, Toguri finalmente se convirtió en una participante clave en el plan de Cousens. A partir de noviembre de 1943, su voz fue una característica recurrente en las transmisiones de "Zero Hour". Toguri adoptó el papel de "Orphan Ann" y se aficionó a leer los guiones de Cousens en tono de broma, a veces incluso advirtiendo a sus oyentes que el programa era propaganda.

Las grabaciones y transcripciones sobrevivientes de los programas de Toguri indican que nunca amenazó a sus oyentes con bombardeos ni se burló que sus esposas les fueran infieles, dos de las estrategias favoritas de los propagandistas de la guerra.

Toguri no era la única locutora de la radio japonesa. Había docenas de otras mujeres de habla inglesa que leían propaganda, y algunas de ellas adoptaron un tono mucho más siniestro. A medida que la guerra se prolongaba, los militares estadounidenses comenzaron a referirse a las diferentes voces femeninas con un único apodo: “Tokyo Rose”. Ninguna de las locutoras, incluido Toguri, había usado en ningún momento ese apodo, pero el personaje terminó convirtiéndose en legendario. El mito era tal que para la mayoría de los estadounidenses era tan famosa como el Emperador Hirohito.

Toguri interpretó su personaje "Orphan Ann" en " Zero Hour" durante aproximadamente un año y medio, apareciendo con menos frecuencia cuando se acercaba la rendición japonesa en 1945. Para entonces, se había casado con un portugués, Filipe D'Aquino y buscaba regresar a casa. Encontrándose en una situación financiera desesperada, cuando dos reporteros estadounidenses llegaron a Japón y le ofrecieron 2.000 dólares por una entrevista con la famosa "Tokyo Rose", ella se decidió ingenuamente a contar su historia. Sería una decisión desastrosa. Una vez que su identidad se hizo pública, Toguri se convirtió en la imagen de la propaganda japonesa y fue arrestada bajo sospecha de traición. Permanecería bajo custodia durante más de un año hasta que una investigación del gobierno concluyera que sus transmisiones no habían sido más que un entretenimiento inocuo.

Toguri intento volver los Estados Unidos después de su liberación, pero el sentimiento anti japonés en los Estados Unidos era aún muy alto. Varias figuras influyentes, entre ellas el famoso comentarista de radio Walter Winchell, comenzaron a presionar al gobierno para reabrir el caso contra ella. La campaña funcionó y en 1948 Toguri fue arrestada de nuevo y acusada de traición.

En su juicio en San Francisco, Toguri afirmó que siempre se había mantenido leal a los Estados Unidos, trabajando para convertir en una farsa sus transmisiones. Charles Cousens incluso fue a Estados Unidos para declarar en su nombre, pero la fiscalía presentó una serie de testigos japoneses que afirmaron haberla escuchado hacer declaraciones incendiarias en el aire. Gran parte del caso se centró en una única transmisión que ocurrió después de la Batalla del Golfo de Leyte, cuando supuestamente ella dijo: “Huérfanos del Pacífico, realmente ahora son huérfanos. ¿Cómo llegarás a casa ahora que tus barcos están hundidos?” Aunque esas frases no aparecían en ninguna de las transcripciones del programa, fue un factor decisivo en el caso. En octubre de 1949, un jurado la declaró culpable de un cargo de traición. La despojaron de su ciudadanía estadounidense, le impusieron una multa de 10.000 dólares y la sentenciaron a diez años de prisión.

Toguri pasó seis años en una prisión para mujeres. Se reunió con su familia, se estableció en Chicago y comenzó a trabajar como empleada en el negocio de su padre, pero su reputación como "Tokyo Rose" continuó. En 1976, dos de los testigos clave de su juicio admitieron que habían sido amenazados para que testificaran contra ella. En esa misma época, el un miembro del jurado que la condenó dijo que el juez del caso les había presionado para que se emitiera un veredicto de culpabilidad.

Con la opinión pública a favor de Toguri, 19 de enero de 1977 el presidente Gerald Ford concedió el indulto total a Toguri, que por entonces tenía 60 años, devolviéndole la ciudadanía estadounidense. "Tokyo Rose", murió en Chicago en 2006.

Para saber más:
The Hunt for "Tokyo Rose", de Russell Warren Howe.
Vintag.es

domingo, 23 de marzo de 2025

El pasado nazi de los Thyssen

Fritz Thyssen era el responsable de una importante parte de la industria siderúrgica de Alemania en los inicios del NSDAP. En "Yo pagué a Hitler" describe como llegó a subvencionar con un millón de marcos al que después sería el dictador de Alemania.

El motivo de esta ayuda era el miedo al comunismo que se encontraba, por entonces, en plena expansión y las consecuencias del Tratado de Versalles. Thyssen era de la opinión de que era un gran error político que Alemania se comprometió a cumplir y sabían que cumplirlo era imposible. Al igual que los nazis, consideraba que el tratado era una horrible ofensa para el honor nacional y "el veneno que había hecho enfermar a su país y más tarde a toda Europa".

La adhesión del magnate alemán al nacionalsocialismo comenzó cuando conoció a Hitler en casa de un nacionalsocialista de primera hora, el doctor Max E. von Scheubner y habló largo y tendido con Hitler sobre el daño que hacía el Tratado de Versalles a los empresarios alemanes y sobre el peligro del comunismo. Ambos compartían la misma opinión.

En 1931 se unió al partido nazi como un modo de seguir la lucha, que le parecía cada vez más inútil, de resistencia pasiva en los territorios ocupados de la cuenca del Ruhr y el Rin. Poco después, fue nombrado representante del NSDAP ante la Asociación de Industriales Alemanes, de los que obtuvo seis millones de marcos para el partido.

Aprovechando su posición, se dirigió por carta al Presidente Paul von Hindemburg para pedirle que nombrase canciller a Hitler. Su trabajo para la causa nacionalsocialista llevaron a Hitler a pedir a Hermann Göring, entonces primer ministro de Prusia, que nombrase a Thyssen consejero de Estado con carácter vitalicio.

A partir de la purga de "la noche de los cuchillos largos" las dudas empiezan a crecer en Fritz Thyssen. Aunque despidió a todos los judíos que trabajaban para él, protestó por las acciones de la Kristallnacht (Noche de los Cristales Rotos) contra los comercios judíos y se negó a votar las Leyes de Núremberg adoptadas en septiembre de 1935 durante el séptimo congreso anual del NSDAP. También se quejó de que los principales esfuerzos económicos se dirigieran a reforzar el ejército en lugar de revitalizar seriamente la economía alemana.

Lo que realmente cambió a Thyssen fue el pacto que Alemania firmó con la Unión Soviética de Stalin. Se sintió traicionado por Hitler, al que decidió apoyar fundamentalmente por su anticomunismo. Además, el pacto significaba la guerra, lo que chocaba con sus creencias y tradiciones católicas protestantes. Se quejó a Göring de que la guerra haría a Alemania dependiente de Rusia respecto a las materias primas, con lo que "Alemania renunciaría así a su posición de potencia mundial". Para Hitler eso fue la "gota que colmó el vaso" de su paciencia y ordenó que se le retiraran el pasaporte y que la Gestapo le confiscase todas sus posesiones.

Mientras estaba en Bélgica visitando a su madre, lo arrestaron y lo llevaron al campo de concentración de Sachsenhausen como "prisionero honorable" privilegiado (Ehrenhäftling). En la primavera de 1945, pasó por los campos de concentración de Buchenwald y Dachau hasta llegar al Tirol del Sur, donde fue liberado por las tropas estadounidenses pocos días antes del final de la guerra. En 1941, mientras se encontraba prisionero, se publicó "Yo Pagué a Hitler", una especie de autobiografía, pero escrita por Emery Reves, basándose parcialmente en las memorias que le dictó Thyssen, aunque con partes inventadas por Reves.

Finalizada la contienda, en su proceso de desnazificación alegó que no financió a los nazis desde 1938 y que no usó mano de obra esclava, ya que desde 1939 había sido declarado "Enemigo del Reich". Fue condenado a pagar una sanción económica de medio millón de marcos como compensación a los judíos que despidió para poder recuperar sus empresas que fusionaría con Krupp en 1999, creando Thyssenkrupp. Krupp fue la industria más importante de armamento durante el III Reich.

Siempre se arrepintió de entregarse a Hitler y sus secuaces: "Hitler me engañó a mí, lo mismo que engañó al pueblo alemán y a todos los hombres de buena voluntad".

"Yo pagué a Hitler" ha sido editado en español por Editorial Renacimiento.

Para saber más:
Yo pagué a Hitler, de Fritz Tyssen
Vanitatis
ABC
German History Docs
Vanity Fair

domingo, 9 de marzo de 2025

Las Rochambelles

Entre 1943 y 1945, un grupo de conductoras de ambulancias y sanitarias, creado en Nueva York en mayo de 1943, participaron en la Segunda Guerra Mundial formando parte de la 2ª División Blindada de la Francia libre (2e DB). 

Las Rochambelles
Su creadora fue Florence Conrad, una rica estadounidense, que vivió en Francia hasta 1941. Ya durante la Gran Guerra fue enfermera voluntaria y estuvo en casi todos los frentes. Al comenzar el conflicto, en 1939 trabajó en la organización para salvar las obras de arte del Louvre, abrió comedores para los soldados franceses en el frente, creó un servicio de ambulancia y coordinó un sistema de correo entre los soldados presos en Alemania y sus familias. Cuando la Gestapo se le acercó peligrosamente tuvo que volver a Nueva York. Tras el desembarco aliado en el norte de África, en 1942, se puso manos a la obra para crear un grupo de ambulancias formado por mujeres que pudieran ayudar en la liberación de Francia. Contactando con diversas asociaciones y clubes universitarios consiguió reclutar a unas cuantas mujeres y hacerse con 19 ambulancias Dodge WC54. Tras muchos esfuerzos logró que su grupo, formado inicialmente por 14 mujeres, se integrara en las Fuerzas Francesas Libres en julio de 1943. A Conrad se le concede el rango de comandante y su segunda, Suzanne Torres, el grado de teniente. Llegaron a ser 60 y se las conocía por su lugar de alistamiento: las americanas, marroquíes, inglesas y las francesas.

Las Rochambelles
Para pertenecer al Ejército galo debían tener un nombre francés que fuera fácilmente reconocible. Primero pensaron en La Fayette, pero se descartó, ya que durante la Primera Guerra Mundial lo usó un escuadrón aéreo de voluntarios, así que decidieron usar el nombre de un héroe francés de la Independencia Americana y la Revolución francesa: el Conde de Rochambeau. Así pasaron a ser el grupo de Rochambeau. 

En septiembre de 1943, partieron de Nueva York a Camp David Henry, en Virginia, donde hicieron instrucción básica, aprendieron mecánica, primeros auxilios y embarcaron en el transatlántico Pasteur. Tras 11 días de travesía, llegaron a Casablanca, en Marruecos, donde se instalaron y aprendieron a conducir las pesadas ambulancias Dodge. Durante su estancia se les unen nuevas reclutas que habían huido con sus familias de Francia al comienzo de la guerra. Desde Marruecos, Conrad y Torres se dirigieron a Argel, donde el general Koenig estaba organizando un ejército destinado a reconquistar el continente europeo, y consiguieron incorporarse a la 2ª División Blindada del general Leclerc, en octubre de 1943, como parte del 3.er grupo táctico. Con unas pocas excepciones, como Conrad, todas son francesas y apenas superan los 20 años. 

Las Rochambelles
Las Rochambelles fueron la primera unidad femenina integrada en una división blindada en el frente occidental durante la Segunda Guerra Mundial y sirvieron en la primera Compañía, el 13.º Batallón médico trabajando integradas en las unidades de combate de la 2e DB, quedando cada ambulancia destinada a una unidad específica. La noche del 6 de agosto, pocos días después de su llegada a las costas de Normandía, recibieron su bautismo de fuego cuando su campamento fue atacado por la Luftwaffe. Una de ellas resultó herida y otra desapareció. A los lugares a los que las ambulancias no podían llegar o estaban demasiado expuestas, al carecer de blindaje, el trabajo lo realizaban los Half-Tracks del Batallón médico. También solían circular de noche, sin iluminación alguna, para recoger o trasladar a los heridos a los hospitales de retaguardia. 

Las Rochambelles
Al principio, eran vistas con hostilidad por parte de los hombres que no querían mujeres en sus filas, pero las Rochambelle se ganaron su respeto. Primero en Argelia, donde los soldados franceses comenzaron a referirse a ellas como "nuestras hijas" y después cuando demostraron su valor en medio de los combates. Auxiliaron a los soldados heridos bajo la lluvia, el barro y el duro invierno, y soportando las mismas condiciones de combate que los soldados. Las mujeres que formaron parte de esta unidad de sanitarias recibieron la Medalla Militar, concedida inicialmente a suboficiales y soldados, y muchas también fueron condecoradas con la Cruz de Guerra. Diez de ellas seguirán a Leclerc hasta Indochina.

Las Marinettes
A la 2e DB, también se unió otro pequeño grupo de mujeres, las Marinettes. Su historia comienza en el norte de Argelia, en Assi Ben Okba, donde la antigua voluntaria de la Cruz Roja, Jacqueline Carsignol, buscaba voluntarias para atender a los heridos de la 2e DB. Tras embarcarse en el buque hospital Canadá, conoció a Cécile de Jerphanion, que más tarde en la jefa del grupo y poco después encontraron a otras 7 mujeres. Pertenecientes a la Marina, las Marinettes formaron parte del Regimiento Blindado de Fusileros Marinos (RBFM) pertenecientes al 1.er grupo táctico. En el 2º las funciones las realizaban los hombres de "Los Cuaqueros". A diferencia de las Rochambelles, ninguna de las 9 Marinettes fue víctima de la guerra.

Otro grupo de féminas que formaron parte del ejército francés fueron las Merlinettes, que se encontraban a las órdenes del general Merlin y estuvieron en Italia y el sur de Francia. 

domingo, 23 de febrero de 2025

Las SA de Hitler

Desde que aparecieron en 1921 como unas secciones deportivas del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) hasta que en 1934 sufriera su descabezamiento en la dramática "Noche de los Cuchillos Largos", las SA o Secciones de Asalto tuvieron un papel fundamental en el ascenso de Adolf Hitler al poder en Alemania.

Las SA de Hitler
Desarrollaron rangos paramilitares que fueron adoptados posteriormente por las SS y sus ocupaciones eran diversas: repartían folletos y octavillas, pegaban carteles, vendían la prensa del partido, recaudaban fondos y afiliaban a simpatizantes, desfilaban por las calles al son de las bandas de música militar o auxiliaban a sus camaradas desamparados en comedores sociales o con alojamiento. Las SA regentaban los Sturmlokale, una red de bares y cervecerías que servía a su vez de sede de la organización. Pero además eran tremendamente violentos, atacaban a los judíos y reventaban los actos de los partidos contrincantes, en especial los comunistas, y les daban palizas. También se encargaban de la seguridad en sus propios actos políticos.

Las SA de HitlerSu violencia en muchas ocasiones era contestada por sus rivales en un clima violento próximo en ocasiones a la guerra civil. Tanto es así que más de 400 SA perdieron la vida en las calles. Esta situación llevó a la dirección del partido a sufragar un seguro colectivo para sus miembros.

Las SA atrajeron a millones de hombres sin rumbo en una Alemania hundida por el paro. Aun así, sus miembros pagaban de su bolsillo hasta el uniforme. Una parte notable de sus miembros tenían pasado comunista, por ese motivo se decía de las SA que eran como un filete; "pardo por fuera y rojo por dentro" debido al color de sus uniformes y a su pasado político. Pero a todos ellos le unía un elemento común: su fascinación por la violencia, de hecho su consigna favorita era "nos pegamos a lo grande".

Las SA de Hitler
Hitler con Röhm (1933)
Su trabajo, dedicado en cuerpo y alma al partido, fue muy mal "pagado". De ahí su anhelada "Segunda Revolución", que le costará la cabeza a sus dirigentes tras la toma del poder de Hitler, con su líder Ernst Röhm en primer lugar. Röhm quería que el ejército del Reich se integrara dentro de las SA, por lo que Himmler y Heydrich redactaron un informe falso, que presentaron ante Hitler, donde aseguraban que Röhm pretendía usar a sus SA contra el Führer. Detenido el 30 de junio de 1934 en el Hotel Hanselbauer en Bad Wiessee fue confinado en la prisión de Stadelheim donde dos miembros del SD (servicio de inteligencia de las SS) lo mataron a balazos.

Las SA siguieron existiendo, aunque sin apenas relevancia; la mayor parte de sus miembros pasó a las SS. Sorprendentemente, el mismísimo Himmler defendió la misma posición de reemplazar a la Wehrmacht por las SS una vez acabara la guerra.

Para saber más:
Nazis a pie de calle, de Jesús Casquete
Historia virtual del Holocausto
Spartacus educational
Vivir Diario
Mundo SGM

domingo, 16 de febrero de 2025

Lectura recomendada: La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes

Hace tiempo que no recomendaba un libro de ensayo y creo que “La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes” de Fernando del Castillo es una oportunidad estupenda para retomar estas sugerencias.

Alrededor de la figura de Adolf Hitler se ha escrito mucho, pero mucho, y lo que queda. Algunos libros con gran acierto y otros tantos que lo único que han hecho es fomentar aún más lo que Fernando del Castillo desmonta en este interesantísimo libro. Pero pongámonos en contexto. Cuando el fin de su imperio estaba próximo, Hitler se encerró en su búnker, se casó con su compañera Eva Braun, se quitó la vida y ordenó que su cuerpo fuera incinerado para no sufrir el trágico final de su amigo Benito Mussolini, cuando fue ajusticiado y exhibido en la plaza del Loreto en Milán. Esta es la versión de la historia que se da como oficial y que diversos testigos corroboran.

Como el cuerpo no apareció, desde el primer momento han ido circulando multitud de mitos, rumores y bulos de toda índole. Todo comenzó en 1945 y en 2025, tras ochenta años siguen vigentes. Hay historias que afirman que quien fue quemado era un doble o que no era nada de eso. Otras que huyó de Alemania a través de España hasta Argentina o Brasil y hasta que se quedó en España protegido por el dictador Francisco Franco; que escapó a Japón y que llegó a la Antártida, donde los nazis tenían una base secreta. En todos los casos disfrutó de una generosa vida librándose de ser juzgado. Estas son solo una pequeña porción de las múltiples teorías sobre el final de Hitler que “La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes” desmonta con rigor, apoyándose en toda la documentación disponible y con las declaraciones de testigos presenciales.

Para Fernando del Castillo, tal cúmulo de especulaciones tiene un punto de partida muy interesante y poco conocido. El principal nexo es, ni más ni menos, que el dictador soviético Iósif Stalin que se empeñó en hacer ver que fueron el resto de los aliados quienes facilitaron la huida y posterior vida oculta de Hitler, aunque tuvo en sus manos informes que dejaban claro que Hitler no había huido, que se había suicidado y que había sido incinerado en el exterior del Führerbunker.

En mi opinión, “La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes” es una lectura necesaria para comprender el mito de Hitler, sus últimos días de vida y multitud de elementos fundamentales para descifrar por qué no se admitió desde el principio la muerte del Führer. Fernando del Castillo da respuesta en su libro a multitud de incógnitas y a como algo que sucedió hace ya ocho décadas sigue fascinado y manteniéndose vivo.

 “La desaparición de Hitler. Mitos, falacias y fraudes”, está editado por Sekotia y se puede comprar en tu librería de confianza, en plataformas y en la web de la editorial.

Fernando del Castillo Durán es catedrático y doctor en Hispánicas, miembro de la asociación Historiadors de Cataluña-Antonio de Campmany y tiene publicadas las novelas “El librero de Cordes”, “Memoria de la niebla”, “El sable torcido del general” y “El organista de Montmartre”, además de múltiples artículos. En la actualidad está preparando una completísima biografía del general Patton.

domingo, 26 de enero de 2025

La bailarina de Auschwitz

El 23 de octubre de 1943, un transporte de aproximadamente 1700 judíos polacos con pasaportes extranjeros partió del campo de concentración de Bergen-Belsen, en Alemania. Llegaron en trenes de pasajeros al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, aunque se les dijo que los llevarían a un campo de transferencia llamado Bergau, cerca de Dresde, desde donde continuarían a Suiza para ser intercambiados por prisioneros de guerra alemanes.

La bailarina de Auschwitz-BirkenauUna de las pasajeras fue Franceska Mann, una joven bailarina que actuaba en el club nocturno Melody Palace en Varsovia y que probablemente había obtenido su pasaporte extranjero en el Hotel Polski en el lado ario del Gueto de Varsovia. 

En julio de 1943, los alemanes arrestaron a los 600 habitantes judíos del hotel y algunos de ellos fueron enviados a Bergen-Belsen como judíos de intercambio. Otros fueron enviados a Vittel, en Francia, para esperar su traslado a América del Sur.

Según Jerzy Tabau, un prisionero que más tarde escapó de Birkenau y escribió un informe sobre el incidente, los recién llegados no fueron registrados en Birkenau. Les comunicaron que debían ser desinfectados antes de cruzar la frontera hacia Suiza. Fueron llevados a una sala para desvestirse junto a una de las cámaras de gas y se les ordenó desvestirse. 
La hermosa Franceska llamó la atención del Sargento Mayor Josef Schillinger de las SS, que la miró fijamente y le ordenó que se desnudara por completo. De repente, Franceska arrojó su zapato a la cara de Schillinger y, cuando abrió la funda de la pistola, Franceska tomó su pistola y le disparó dos veces, alcanzándole en el estómago. Luego realizó un tercer disparo que hirió a otro suboficial llamado Emmerich. Schillinger murió de camino al hospital.

Según el informe de Tabau, los disparos sirvieron como una señal para que las otras mujeres atacaran a los hombres de las SS; A un soldado le arrancaron la nariz, y a otro le cortaron el cuero cabelludo.
 
La bailarina de Auschwitz-BirkenauLos SS pidieron refuerzos y el comandante del campamento, Rudolf Höss, llegó con otros soldados con ametralladoras y granadas. 

El informe de Jerzy Tabau, denominado "Informe del comandante polaco", se incorporó al Tribunal Militar Internacional de Nüremberg como el documento número L-022. Este informe tambien fue citado por Martin Gilbert en su libro "From the ends of the Earth: The Jews in the 20Th Century".

Según otro informe, llamado "Resistencia judía en la Europa ocupada por los nazis", también citado por Martin Gilbert, las mujeres fueron eliminadas una por una, llevadas afuera y asesinadas a tiros. Sin embargo, Eberhard Kolb escribió en su libro sobre la historia de Bergen-Belsen que todos fueron asesinados en la cámara de gas.

En 1944, dos transportes más con judíos polacos en Bergen-Belsen fueron enviados a Auschwitz-Birkenau, dejando solo a unos 350 prisioneros que tenían papeles para Palestina, Estados Unidos o documentos legítimos para países sudamericanos, según Eberhard Kolb.

Para saber más:
From the ends of the Earth: The Jews in the 20Th Century, de Martin Gilbert
Bergen-Belsen: Vom Aufenthaltslager zum Konzentrationslager, 1943-1945, de Eberhard Kolb
The Vixen Who Shot A Nazi, de Cynthia Southern (gratis para Kindle en Amazon)
ati
Broadly
Kveller
The Forgotten Feminists Museum

lunes, 13 de enero de 2025

Los espías alemanes de Pearl Harbor

El espía japonés Takeo Yoshikawa no fue el único que se dedicó a espiar a la flota norteamericana en Pearl Harbor mientras Japón se preparaba para atacarla. El alemán Berard Julius Otto Kuehn, su esposa Friedel y su hija Susie Ruth también obtuvieron información que pasaron a los japoneses.

Otto Kuehn, su esposa Friedel
Kuehn, miembro del partido nacionalsocialista desde 1930, se convirtió en espía a través del ministro de propaganda alemán Joseph Goebbels, que al parecer había mantenido una aventura extramatrimonial con Susie Ruth. Goebbels les pidió que ayudaran a su aliado asiático.

Tras pasar una temporada en Japón, la familia Kuehn se estableció en la capital de las Islas Hawái, Honolulu en la segunda mitad de la década de 1930. Durante su estancia en Hawái, Kuehn viajó varias veces a Japón, donde recibió importantes cantidades de dinero para financiar sus actividades de espionaje.

Sus actividades consistían, entre otras, en montar lujosas fiestas a las que asistían importantes militares norteamericanos, con quien su hija Susie Ruth flirteaba para obtener información sobre los movimientos de la flota estadounidense. Otro método que usaba Susie para conseguir información era a través de las esposas de los oficiales navales que pasaban por el salón de belleza que regentaba.

En una ocasión, Otto Kuehn vistió su hijo pequeño, de marinero, para realizar una inspección más de cerca de la flota en Pearl Harbor. De este modo hacía que todo pareciera una actividad inocente entre padre e hijo para visitar barcos de guerra. El hijo mayor, Hans Joachim, tenía solo 11 años cuando su padre lo entrenó para hacer preguntas precisas sobre los barcos y submarinos para anotar las zonas más expuestas de esos navíos.

El trabajo de Friedel era recopilar toda la información que obtenía la familia, aunque la información recibida por los japoneses no fue de gran valor.

El 25 de noviembre de 1936, Japón y Alemania habían suscrito el Pacto Antikomintern, reafirmado el 25 de noviembre de 1941, tras la Operación Barbarroja. Esta situación y el conocimiento de que eran pro-nazis hizo que la familia Kuehn llamara la atención del FBI y de los servicios de inteligencia militares.

Pocos días antes del ataque japonés a Pearl Harbor, Otto Kuehn contactó por última vez con el consulado japonés entregando una lista de navíos anclados en la base naval y en la que proponía avisar, durante el ataque, a los submarinos japoneses mediante señales luminosas desde una vivienda que poseía en la costa.

Después del ataque, los tres espías fueron detenidos y juzgados. Otto fue condenado a muerte por fusilamiento, que finalmente fue reducida a 50 años de cárcel al aportar información sobre otros espías japoneses y alemanes. Su mujer y su hija tuvieron penas más leves, pero todos fueron deportados a Alemania.

Para saber más:
FBI
Baomoi
Trivia Library
Criaimages
Star bulletin